ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
TODOS HEMOS ESCUCHADO hablar del "entre". Forma parte del slang cotidiano de todos –absolutamente todos— los policías de nuestro país. Lo peor es que no sólo hablan de ello, se ven obligados a practicarlo. Consiste en entregar dinero sucio, producto de las "mordidas", al mando inmediato superior, de manera escalonada.
Se sabe ahora que por cada evento que organizaba el antro News Divine, la policía capitalina "cobraba" 10 mil pesos, mismos que diluyéndose escalón por escalón llegaban hasta el pináculo de la Secretaría de Seguridad Pública y, es probable, "todavía más arriba". La trágica tarde del 20 de junio hubo ahí un evento: festejo juvenil por el fin de cursos.
Implantada durante los regímenes priístas, es común también en las administraciones panistas e, incluso, en las perredistas, cual consta en la capital nacional donde desde hace 11 años mandan abanderados del sol azteca. Hablo de mi experiencia personal como habitante del Altiplano. Es terrible caer en manos de la policía capitalina, que casi obligadamente pide ser sobornada aún cuando no haya motivo para la detención. Pero es temible, escalofriante, ser tomado como presa por los policías del Estado de México, sobremanera en Naucalpan, donde desde hace décadas gobierna el PAN.
¿Se ven obligados a sacar los dientes a los automovilistas, por ejemplo? En este espacio se ha denunciado el caso de la Policía Judicial capitalina. Hay "entre" por las patrullas. Por los trajes de vestir. Por los vales de gasolina. Por los ingresos de los vehículos al taller para alguna reparación. Y hay "entre" por las "movidas", claro.
Los policías están mal preparados, cierto. Pero tal sucede porque están mal pagados. Y por eso es que salen a la calle a extorsionar. No nada más para sobrevivir. Lo peor es que lo hacen para satisfacer las demandas económicas de sus superiores.
A los policías preventivos del DF, peor aún, les han quitado muchas herramientas de trabajo: zapatos, uniformes, gorras, chamarras, guantes…. Cuando antes recibían dos juegos de los mismos al año. ¿Quieren botas? Hay que "entrarle". ¿Uniformes?, también. Si disparan una bala, ¡la tienen que pagar!, así y haya sido empleada en contra de un presunto delincuente a quien había que detener.
A un policía se le va la vida en la calle, en el peligro total. Los policías que egresan de las academias, salen con la convicción, de no ser corruptos, de no caer en lo mismo que los demás, de conformarse con su sueldo. Pero los primeros en imponer la ley del "entre" y hacerlos rápidamente mañosos, son los jefes. Ellos corrompen a los que podrían haber sido unos héroes. No hay más.
Para un policía no hay dás festivos. Son los días que más tienen que trabajar. Los "acuartelan" y, claro, se incuba un enorme rencor social. "Antes de criticar al agente de tránsito que está dirigiendo la vialidad debajo de la lluvia, al patrullero que te dice ‘oríllate a la orilla’, al ‘grullero’ que se lleva tu carro, al policía que no te deja pasar con tu celular al banco, o al guardia de un centro comercial, fíjate que también son humanos, no máquinas. Y que si están ahí mientras tú vas al cine, o mientras vas de paseo con tu familia, es por necesidad, no por que les guste", escribe la hija de un ex policía de la cual guardo su identidad.
Hoy se impone llevar a juicio al "entre", antes de seguir descuartizando mediáticamente a los individuos. Condenarlo. Y por supuesto decretarle la pena capital. ¿Se atreverán los gobiernos priístas, panistas y perredistas de todo el país?
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