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25 junio 2008

INDISPENSABLE, LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA POR EL COMPORTAMIENTO DE LOS PRECIOS DEL PETRÓLEO

Ante la reforma energética, resulta fundamental la reflexión sobre el cambio climático global y, además, una transición energética, cuya urgente necesidad es cifrada a diario por el comportamiento de los precios del petróleo, afirmó el profesor emérito de la Facultad de Economía y miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM, Rolando Cordera Campos.

En la mesa Política energética de México. Diagnóstico, posibilidades y necesidades, del Debate Universitario sobre la Reforma Energética, dijo que no sólo estamos ante el agotamiento del petróleo como fuente principal de energía, sino frente a los inescapables testimonios de que la naturaleza ha empezado a cobrar los excesos de la especie en el uso y abuso de los recursos naturales.

Así, la utilización del “oro negro”, la explotación y transformación, debe contemplar estos dos mandatos que han de concretarse en estrategias de cambio energético y de preparación de la sociedad para mutaciones significativas en las pautas productivas y de consumo, añadió.

En el auditorio Raoul Fournier Villada de la Facultad de Medicina de la UNAM, sostuvo que el hidrocarburo no puede dejar de ser un instrumento de la hacienda pública. La autonomía de gestión, el nuevo régimen fiscal, etcétera, no deben entenderse como el uso exclusivo de la renta por parte de Pemex.

Para que ello tenga sentido, es indispensable que ese principio sea viable. No obstante, hoy no ocurre así, pues ese recurso “contamina y corrompe las finanzas generales, la renta se esfuma en el gasto corriente y la reproducción de la economía y la política de México se vuelven cada día más vulnerables”.

Por su parte, Claudio Estrada Gasca, director del Centro de Investigación en Energía (CIE), refirió que la energía es una de las problemáticas que definirán el destino de México y del mundo en el siglo que comienza. “Lo que hagamos o dejemos de hacer a partir de ahora, determinará nuestra capacidad para satisfacer en el futuro, los requerimientos energéticos del país”.

Los hidrocarburos corresponden al 80 por ciento de toda la energía primaria producida y consumida. En México, la dependencia es mayor: el año pasado, el 92 por ciento de esa producción correspondió a combustibles fósiles.

A medida que crece la población, las economías requieren cantidades mayores de este recurso. La demanda mundial del petróleo pasará de 84 millones de barriles diarios en 2005, a 116 millones de barriles en 2030, un reto colosal en términos de inversiones y en un contexto de declinación de las reservas.

Por ello, consideró urgente una utilización más racional y la sustitución de los combustibles fósiles por otros tipos de energía. México requiere un cambio de paradigma energético y preguntarse con cuáles fuentes se puede enfrentar el agotamiento de hidrocarburos: las renovables (como la solar, eólica, biomasa, geotérmica u oceánica), así como la nuclear.

Un ejemplo claro de la abundancia es la solar. La que se recibe cada 10 días sobre el planeta, equivale a todas las reservas conocidas de petróleo, carbón y gas, y en México, se tiene un potencial enorme al respecto.

En su oportunidad, Jorge Eduardo Navarrete López, integrante del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, destacó que es necesaria una estrategia energética, “de la que ahora se carece”, enmarcada en una nueva política de desarrollo económico y equidad social, que responda al proyecto diferente que la nación reclama.

El diseño respectivo, debe permitir alcanzar los objetivos generales de recuperación del crecimiento económico acelerado, abatimiento de los márgenes de pobreza y eliminación de la tolerancia de la desigualdad que caracteriza a la sociedad; sin embargo, los documentos nacionales y sectoriales de planeación, al menos en lo que se refiere a la energía, no los proporcionan.

Asimismo, abundó, es indispensable corregir el sesgo exportador impuesto a la extracción petrolera. Ante un panorama nacional de recursos limitados y de explotación cada vez más compleja y costosa, se requiere reorientar a la satisfacción de las necesidades nacionales porciones crecientes de la producción total, lo que permitiría también elevar de manera significativa la capacidad de transformación industrial interna del petróleo y del gas.

A su vez, Luis Escobar, profesor de la Facultad de Derecho, sostuvo: “No tenemos una política energética integral que abarque la gama de generación de energía como podría ser la solar, eólica, geotérmica, biocombustibles u otra. Tampoco, una política pública de Estado en la materia, que tenga visión de horizonte y supere los límites estrechos de periodos sexenales”.

A su vez, consideró que las reformas propuestas son anticonstitucionales y que la aprobación no resuelve los problemas del futuro de México, ni garantizan a las nuevas generaciones un mejor país con menos desigualdades sociales.

En ellas, sólo se encuentra la persistencia de una política y un modelo de desarrollo económicos que ha utilizado los hidrocarburos para la captación de divisas, que en el pasado reciente ni siquiera fueron canalizadas a gasto público de inversión de infraestructura o programas de progreso social.

Lo que se plantea es una revisión total e integral de lo que conviene al país con visión de horizonte, donde lo que oriente las decisiones sean las nuevas generaciones de mexicanos; también, es necesario privilegiar la refinación del crudo para satisfacer la demanda interna y exportar, en todo caso, gasolinas y refinados, concluyó.

En esta mesa fungió como moderadora la directora del Instituto de Investigaciones Filológicas, Mercedes de la Garza Camino, y como relator, el titular del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, Adalberto Santana Hernández.

Boletín UNAM-DGCS-396

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