Por Alfonso Elizondo (Academico Regiomontano)
El historiador francés Jacques Le Goff considera que las más importantes globalizaciones de la historia han sido: la fenicia, Cartago, Roma, la Europa cristiana, el Islam, Moscovia, China y la India. Todas ellas se iniciaron como construcciones políticas y algunas adoptaron la forma de imperios, como Roma, China y la India.
El caso más interesante fue el de Roma, ya que los romanos tenían el proyecto de extender su dominio sobre el espacio del mundo habitado, por lo que el imperio romano se presentaba como el gobierno de la ecúmene, que en griego significaba el mundo habitado en aquella época.
La globalización tiende a construir redes y apoyarse en ellas e implica que hay un desarrollo y conquista de espacios y sociedades. Aunque existen grandes hiatos históricos entre los periodos de globalización y de fragmentación, subsiste un fino hilo conductor a través de la historia que hace pensar que este proceso continuará en el futuro de la sociedad humana.
En la globalización capitalista, el progreso de las técnicas y de los instrumentos de comunicación modelaron el espacio político-geográfico y controlaron la relación entre sus centros cambiantes y la periferia. Estos centros en Occidente han sido Amberes, Amsterdam, Londres y Nueva York. Desde una perspectiva más amplia, el centro de la globalidad antigua fue la Roma mediterránea, Europa lo fue desde la Edad Media hasta el siglo 15 y Estados Unidos es el centro actual.
La globalidad aporta pacificación, aunque ésta sea obtenida a través de la guerra, genera un sentimiento de universalidad en las capas superiores de la sociedad, crea una dimensión más amplia de la cultura y trae consigo la formación de un espacio jurídico y de prácticas de derecho mucho más abiertas.
En su parte obscura, la globalización incita a la sublevación de quienes no obtienen beneficios, sino explotación, colonización o expulsión de sus pueblos. Otro grave problema es el sanitario. Este balance es catastrófico en América, a donde los colonizadores trajeron sus enfermedades, microbios y bacilos que perturbaron profundamente y destruyeron el equilibrio biológico de los pueblos globalizados.
Desde una perspectiva histórica aparecen dos grandes males derivados de la globalización: la violación de las culturas anteriores a través de una destrucción física y la cooptación o aniquilación de sus religiones. La globalización actual ha traído una especie de universalización de las religiones monoteístas que desembocan en la intolerancia e incluso en la persecución. ("El choque de civilizaciones", Huntington, 1993).
Finalmente, se advierte en la globalización actual que el aspecto económico es primordial, y se exacerban las diferencias entre pobres y ricos. La pauperización es inevitable en las globalizaciones y, en definitiva, éstas han violado las culturas y la historia. Los pueblos sin historia son un marca terrible que han dejado las globalizaciones.
En esta última etapa de la globalización capitalista se han añadido el "massmedia" y el "hypermedia" a la comunicación social dando una fuerza adicional al dominio del poder global. Eso hace pensar a los países globalizadores que son invulnerables y a los globalizados que nada tienen que hacer frente a esa fuerza alienante de los medios electrónicos. Hasta que se den cuenta, como Obama durante su campaña política, que esa enorme fuerza también puede usarse a favor de los más débiles.
A México la globalización no le ha podido borrar aún su historia, sólo se la ha distorsionado: los "cristeros" pasaron de gavilleros a héroes a la altura del arte y dos de las naciones que invadieron y explotaron a México son ahora los socios principales del actual gobierno.
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El historiador francés Jacques Le Goff considera que las más importantes globalizaciones de la historia han sido: la fenicia, Cartago, Roma, la Europa cristiana, el Islam, Moscovia, China y la India. Todas ellas se iniciaron como construcciones políticas y algunas adoptaron la forma de imperios, como Roma, China y la India.
El caso más interesante fue el de Roma, ya que los romanos tenían el proyecto de extender su dominio sobre el espacio del mundo habitado, por lo que el imperio romano se presentaba como el gobierno de la ecúmene, que en griego significaba el mundo habitado en aquella época.
La globalización tiende a construir redes y apoyarse en ellas e implica que hay un desarrollo y conquista de espacios y sociedades. Aunque existen grandes hiatos históricos entre los periodos de globalización y de fragmentación, subsiste un fino hilo conductor a través de la historia que hace pensar que este proceso continuará en el futuro de la sociedad humana.
En la globalización capitalista, el progreso de las técnicas y de los instrumentos de comunicación modelaron el espacio político-geográfico y controlaron la relación entre sus centros cambiantes y la periferia. Estos centros en Occidente han sido Amberes, Amsterdam, Londres y Nueva York. Desde una perspectiva más amplia, el centro de la globalidad antigua fue la Roma mediterránea, Europa lo fue desde la Edad Media hasta el siglo 15 y Estados Unidos es el centro actual.
La globalidad aporta pacificación, aunque ésta sea obtenida a través de la guerra, genera un sentimiento de universalidad en las capas superiores de la sociedad, crea una dimensión más amplia de la cultura y trae consigo la formación de un espacio jurídico y de prácticas de derecho mucho más abiertas.
En su parte obscura, la globalización incita a la sublevación de quienes no obtienen beneficios, sino explotación, colonización o expulsión de sus pueblos. Otro grave problema es el sanitario. Este balance es catastrófico en América, a donde los colonizadores trajeron sus enfermedades, microbios y bacilos que perturbaron profundamente y destruyeron el equilibrio biológico de los pueblos globalizados.
Desde una perspectiva histórica aparecen dos grandes males derivados de la globalización: la violación de las culturas anteriores a través de una destrucción física y la cooptación o aniquilación de sus religiones. La globalización actual ha traído una especie de universalización de las religiones monoteístas que desembocan en la intolerancia e incluso en la persecución. ("El choque de civilizaciones", Huntington, 1993).
Finalmente, se advierte en la globalización actual que el aspecto económico es primordial, y se exacerban las diferencias entre pobres y ricos. La pauperización es inevitable en las globalizaciones y, en definitiva, éstas han violado las culturas y la historia. Los pueblos sin historia son un marca terrible que han dejado las globalizaciones.
En esta última etapa de la globalización capitalista se han añadido el "massmedia" y el "hypermedia" a la comunicación social dando una fuerza adicional al dominio del poder global. Eso hace pensar a los países globalizadores que son invulnerables y a los globalizados que nada tienen que hacer frente a esa fuerza alienante de los medios electrónicos. Hasta que se den cuenta, como Obama durante su campaña política, que esa enorme fuerza también puede usarse a favor de los más débiles.
A México la globalización no le ha podido borrar aún su historia, sólo se la ha distorsionado: los "cristeros" pasaron de gavilleros a héroes a la altura del arte y dos de las naciones que invadieron y explotaron a México son ahora los socios principales del actual gobierno.
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