* México importa 14 mil millones de dólares anuales * Lo que gana el país por el incremento del precio del petróleo lo pierde vía alimentaria * Incremento importante de los niveles de desnutrición * Para no variar: “México no se preparó para cubrir esos déficit de manera adecuada”
Aunque hay opiniones encontradas sobre las causas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha reconocido una crisis alimentaría mundial. Paralelamente, México vive una crisis de precios de los alimentos que se han disparado de manera alarmante lo cual se debe en gran medida a que tras renunciar a su soberanía alimentaría, nuestro país ha quedado a merced de los precios internacionales.
De acuerdo con el investigador Felipe Torres Torres la crisis global obedece en gran medida a la guerra de los subsidios, donde Estados Unidos presiona para que las otras potencias agrícolas los eliminen. Esto, sumado a otros aspectos, ha desatado un encarecimiento mundial de los alimentos, resultado principalmente de la lucha por el control de la importación de alimentos.
Diagnóstica: “Se supone que México está en una situación de riesgo moderado no porque haya suficientes alimentos, sino porque hay capacidad de compra. Hay un repunte de los precios porque corresponde a un ciclo de alza de precios de los principales granos en primer lugar, y en segundo lugar porque ha habido desvío de granos también para la producción de etanol, sobre todo de biocombustibles; no necesariamente por el incremento del precio del petróleo, sino porque desde hace mucho tiempo algunos de los países importantes en consumo de petróleo han estado buscando alternativas energéticas”.
Explica: “Es una lucha entre las principales potencias agrícolas, pues eliminando los subsidios a las exportaciones, Estados Unidos tiene mucho más ventaja que los países europeos, de alguna manera eso ha estado impactando también en los precios de los alimentos porque se tiene que importar de manera más cara. Esa decisión de reducir los subsidios tiene que ver con la misma recesión de Estados Unidos donde está tratando de tener un mayor control de la economía interna y eso influye”.
Acota: “Ellos están buscando eliminar los suyos también, pero siempre hay una manera de hacer trucos o trampas para canalizarlos de otra manera. Ahí inventaron la Caja Verde para poner impuestos a la importación de alimentos sin que parezcan impuestos”.
A eso suma el cambio climático, aunque reconoce que todavía no es “letal”, y el avance de poder adquisitivo de los habitantes de la República Popular China que cada vez consumen más carne y eso hace que suban insumos como el sorgo y la soya, nos comenta Felipe Torres, especialista del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El problema no tiene que ver con malas cosechas: “En algunos casos hay hasta sobreproducción, el problema es de acceso, ni siquiera de distribución porque eso ya está superado, más bien es el acceso por la vía de la distribución del ingreso”.
Dice a Forum que la situación mundial se suma a otros aspectos de la política económica interna como han sido el incremento de los precios de la gasolina que tiene impacto en el control de la producción de alimentos, lo cual ha provocado que también se incremente el costo interno del pan y de la tortilla.
Aunque la ONU no sitúa a México entre los 40 países más afectados, Felipe Torres Torres explica: “Nosotros estamos en una situación supuestamente de riesgo moderado frente a esta crisis, pero en la práctica tenemos el mismo problema que el resto de los países debido a que importamos alimentos. Se supone que estamos importando casi la tercera parte de los requerimientos de consumo de maíz, de más del 50 por ciento de las importaciones de trigo, de casi 70 por ciento de las importaciones de arroz, casi 100 por ciento de las importaciones de sorgo y de soya, y eso es de alguna manera estratégico para la alimentación de las aves y el ganado. Entonces origina casi el mismo efecto en los granos”.
Abunda: “Estamos importando un promedio de 14 mil millones de dólares anuales en alimentos, lo que estamos ganando por el incremento del precio del petróleo lo estamos perdiendo por la vía de la compra de alimentos. Eso impide que los recursos petroleros se puedan destinar para el crecimiento económico, ahora sí estamos intercambiando petróleo por alimentos”, advierte
México tiene con que comprar alimentos gracias al petróleo, pero ¿los mexicanos también?
- Eso es otra cosa. Actualmente se requiere para una canasta básica mínima recomendable 6 mil 500 pesos para cubrir su costo. El problema es que cerca del 40 por ciento de la población económicamente activa gana entre uno y dos salarios mínimos, según el INEGI. Entonces es muy complicado que una familia alcance a cubrir el costo de una canasta básica. Ya lo que tenemos es un problema de subconsumo, la gente medio come y por eso hay un incremento importante de los niveles de desnutrición en el país.
Informa Torres que independientemente de la guerra de los subsidios, estas crisis de precios altos son recurrentes y duran aproximadamente 12 años: “México no se preparó para cubrir esos déficit de manera adecuada”.
Según el integrante del IIE de la máxima casa de estudios, la apertura de las fronteras no ayudará mucho: “Abrir las fronteras no tiene mayor implicación más que tener disponible la oferta, pero la tienes que pagar. En México se le apostó a esa vía de dejar de producir y comprar fuera cuando estuvieron baratos los alimentos”, en los años 80 y 90 del siglo pasado.
Refuta que la solución sea volver al latifundio: “No es un problema de tamaño de la tierra. Holanda tiene propiedades hasta de media hectárea. Es un problema de competitividad, apoyos y mejoramiento tecnológico”.
Propone: “Hay que cambiar las reglas de la política, fomentar el empleo agrícola, invertir en el campo, recuperar la capacitación técnica para los cultivos agrícolas, mejorar los precios internos, reactivar el mercado interno, recuperar los créditos agroindustriales”.
Felipe Torres Torres concluye que “hay que trabajar más, hay que implementar, darle prioridad al campo con respecto a otros sectores de la economía. Aquí se ha abandonado. Potencialidad hay, se puede hasta triplicar la producción de maíz, pero se ha privilegiado otras áreas de la producción agrícola como a los cultivos de exportación, comerciales, y se ha abandonado la producción de básicos. Hay toda una serie de medidas erráticas que no compensan la magnitud del problema”.
En el mismo sentido el investigador de la Facultad de Economía de la UNAM, Carlos Cabrera Adame, dijo en conferencia que en 1990 se sembraban 14.3 millones de hectáreas en el territorio nacional y el año pasado apenas se utilizó el 13 por ciento de esa extensión. En 1995, México importaba nueve millones de toneladas de alimentos, el año pasado se compraron 19 millones. En pesos, las compras crecieron de 2 mil 755 millones de dólares entre 1980 y 1982, a 14 mil 309 millones de 2004 a 2006.
“Hoy día las reservas mundiales de los principales granos se encuentran en los niveles más bajos desde los 80, lo que explicó que la propia Organización de las Naciones Unidas convocara, a través de sus agencias, a foros para analizar la situación y buscar mecanismos que ayuden a mitigarla”, comenta.
Igualmente, critica que el crédito privado al sector se redujo de 40 mil 170 millones de pesos en 1995 a 20 mil 142 millones en 2006. En materia de crédito público en 1995 se otorgó financiamiento por 15 mil 338 millones de pesos, en 2006 fue de 830 millones; apenas el 5.4 por ciento de los que se concedían 11 años atrás.
Advierte: “Todos los estudios y las consultorías internacionales señalan que los precios de los productos agrícolas continuarán subiendo. Además, hay un compromiso de Estados Unidos para que en 10 años produzca con biocombustibles el 30 por ciento de la gasolina que consume. Ello provocará un aumento en la demanda de maíz y escasez de alimentos en los próximos años. De hecho ya hay fuertes problemas en Asia y Africa”.
El Banco de México calcula una inflación de 5.5 por ciento en lo que va del sexenio; sin embargo, cualquiera que vaya al supermercado o la tienda de la esquina difícilmente encontrará un producto básico que haya subido ese 5.5 por ciento o menos.
Lo cierto es que muchos pegan el grito en el cielo porque importamos el 30 por ciento de las gasolinas, lo cual es preocupante, pero más allá de todo la necesidad primaria está constituida por el agua y los alimentos. Y muy pocos pugnan por políticas de largo aliento para una más que estratégica soberanía alimentaria.
Aunque hay opiniones encontradas sobre las causas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha reconocido una crisis alimentaría mundial. Paralelamente, México vive una crisis de precios de los alimentos que se han disparado de manera alarmante lo cual se debe en gran medida a que tras renunciar a su soberanía alimentaría, nuestro país ha quedado a merced de los precios internacionales.
De acuerdo con el investigador Felipe Torres Torres la crisis global obedece en gran medida a la guerra de los subsidios, donde Estados Unidos presiona para que las otras potencias agrícolas los eliminen. Esto, sumado a otros aspectos, ha desatado un encarecimiento mundial de los alimentos, resultado principalmente de la lucha por el control de la importación de alimentos.
Diagnóstica: “Se supone que México está en una situación de riesgo moderado no porque haya suficientes alimentos, sino porque hay capacidad de compra. Hay un repunte de los precios porque corresponde a un ciclo de alza de precios de los principales granos en primer lugar, y en segundo lugar porque ha habido desvío de granos también para la producción de etanol, sobre todo de biocombustibles; no necesariamente por el incremento del precio del petróleo, sino porque desde hace mucho tiempo algunos de los países importantes en consumo de petróleo han estado buscando alternativas energéticas”.
Explica: “Es una lucha entre las principales potencias agrícolas, pues eliminando los subsidios a las exportaciones, Estados Unidos tiene mucho más ventaja que los países europeos, de alguna manera eso ha estado impactando también en los precios de los alimentos porque se tiene que importar de manera más cara. Esa decisión de reducir los subsidios tiene que ver con la misma recesión de Estados Unidos donde está tratando de tener un mayor control de la economía interna y eso influye”.
Acota: “Ellos están buscando eliminar los suyos también, pero siempre hay una manera de hacer trucos o trampas para canalizarlos de otra manera. Ahí inventaron la Caja Verde para poner impuestos a la importación de alimentos sin que parezcan impuestos”.
A eso suma el cambio climático, aunque reconoce que todavía no es “letal”, y el avance de poder adquisitivo de los habitantes de la República Popular China que cada vez consumen más carne y eso hace que suban insumos como el sorgo y la soya, nos comenta Felipe Torres, especialista del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El problema no tiene que ver con malas cosechas: “En algunos casos hay hasta sobreproducción, el problema es de acceso, ni siquiera de distribución porque eso ya está superado, más bien es el acceso por la vía de la distribución del ingreso”.
Dice a Forum que la situación mundial se suma a otros aspectos de la política económica interna como han sido el incremento de los precios de la gasolina que tiene impacto en el control de la producción de alimentos, lo cual ha provocado que también se incremente el costo interno del pan y de la tortilla.
Aunque la ONU no sitúa a México entre los 40 países más afectados, Felipe Torres Torres explica: “Nosotros estamos en una situación supuestamente de riesgo moderado frente a esta crisis, pero en la práctica tenemos el mismo problema que el resto de los países debido a que importamos alimentos. Se supone que estamos importando casi la tercera parte de los requerimientos de consumo de maíz, de más del 50 por ciento de las importaciones de trigo, de casi 70 por ciento de las importaciones de arroz, casi 100 por ciento de las importaciones de sorgo y de soya, y eso es de alguna manera estratégico para la alimentación de las aves y el ganado. Entonces origina casi el mismo efecto en los granos”.
Abunda: “Estamos importando un promedio de 14 mil millones de dólares anuales en alimentos, lo que estamos ganando por el incremento del precio del petróleo lo estamos perdiendo por la vía de la compra de alimentos. Eso impide que los recursos petroleros se puedan destinar para el crecimiento económico, ahora sí estamos intercambiando petróleo por alimentos”, advierte
México tiene con que comprar alimentos gracias al petróleo, pero ¿los mexicanos también?
- Eso es otra cosa. Actualmente se requiere para una canasta básica mínima recomendable 6 mil 500 pesos para cubrir su costo. El problema es que cerca del 40 por ciento de la población económicamente activa gana entre uno y dos salarios mínimos, según el INEGI. Entonces es muy complicado que una familia alcance a cubrir el costo de una canasta básica. Ya lo que tenemos es un problema de subconsumo, la gente medio come y por eso hay un incremento importante de los niveles de desnutrición en el país.
Informa Torres que independientemente de la guerra de los subsidios, estas crisis de precios altos son recurrentes y duran aproximadamente 12 años: “México no se preparó para cubrir esos déficit de manera adecuada”.
Según el integrante del IIE de la máxima casa de estudios, la apertura de las fronteras no ayudará mucho: “Abrir las fronteras no tiene mayor implicación más que tener disponible la oferta, pero la tienes que pagar. En México se le apostó a esa vía de dejar de producir y comprar fuera cuando estuvieron baratos los alimentos”, en los años 80 y 90 del siglo pasado.
Refuta que la solución sea volver al latifundio: “No es un problema de tamaño de la tierra. Holanda tiene propiedades hasta de media hectárea. Es un problema de competitividad, apoyos y mejoramiento tecnológico”.
Propone: “Hay que cambiar las reglas de la política, fomentar el empleo agrícola, invertir en el campo, recuperar la capacitación técnica para los cultivos agrícolas, mejorar los precios internos, reactivar el mercado interno, recuperar los créditos agroindustriales”.
Felipe Torres Torres concluye que “hay que trabajar más, hay que implementar, darle prioridad al campo con respecto a otros sectores de la economía. Aquí se ha abandonado. Potencialidad hay, se puede hasta triplicar la producción de maíz, pero se ha privilegiado otras áreas de la producción agrícola como a los cultivos de exportación, comerciales, y se ha abandonado la producción de básicos. Hay toda una serie de medidas erráticas que no compensan la magnitud del problema”.
En el mismo sentido el investigador de la Facultad de Economía de la UNAM, Carlos Cabrera Adame, dijo en conferencia que en 1990 se sembraban 14.3 millones de hectáreas en el territorio nacional y el año pasado apenas se utilizó el 13 por ciento de esa extensión. En 1995, México importaba nueve millones de toneladas de alimentos, el año pasado se compraron 19 millones. En pesos, las compras crecieron de 2 mil 755 millones de dólares entre 1980 y 1982, a 14 mil 309 millones de 2004 a 2006.
“Hoy día las reservas mundiales de los principales granos se encuentran en los niveles más bajos desde los 80, lo que explicó que la propia Organización de las Naciones Unidas convocara, a través de sus agencias, a foros para analizar la situación y buscar mecanismos que ayuden a mitigarla”, comenta.
Igualmente, critica que el crédito privado al sector se redujo de 40 mil 170 millones de pesos en 1995 a 20 mil 142 millones en 2006. En materia de crédito público en 1995 se otorgó financiamiento por 15 mil 338 millones de pesos, en 2006 fue de 830 millones; apenas el 5.4 por ciento de los que se concedían 11 años atrás.
Advierte: “Todos los estudios y las consultorías internacionales señalan que los precios de los productos agrícolas continuarán subiendo. Además, hay un compromiso de Estados Unidos para que en 10 años produzca con biocombustibles el 30 por ciento de la gasolina que consume. Ello provocará un aumento en la demanda de maíz y escasez de alimentos en los próximos años. De hecho ya hay fuertes problemas en Asia y Africa”.
El Banco de México calcula una inflación de 5.5 por ciento en lo que va del sexenio; sin embargo, cualquiera que vaya al supermercado o la tienda de la esquina difícilmente encontrará un producto básico que haya subido ese 5.5 por ciento o menos.
Lo cierto es que muchos pegan el grito en el cielo porque importamos el 30 por ciento de las gasolinas, lo cual es preocupante, pero más allá de todo la necesidad primaria está constituida por el agua y los alimentos. Y muy pocos pugnan por políticas de largo aliento para una más que estratégica soberanía alimentaria.
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