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26 octubre 2007

Fox: Enemigo de Sí mismo

Por Eduardo Ibarra Aguirre

El presidente Fox , como más le gusta que lo denominen, terminó por convertirse en el peor enemigo de Vicente Fox Quesada .

Ni los más acérrimos y lúcidos críticos del foxismo obtienen los resultados que conquista el guanajuatense nacido en el Distrito Federal, gracias en buena medida a la incontinencia verbal que lo singulariza y el protagonismo exhibicionista que lo condujo a permitirle a Martha María Sahagún Jiménez a que abriera las puertas de la casa del rancho de San Cristóbal a los fotógrafos de la revista Quién .

Allí se pudo constatar la transformación de un rancho escriturado en 300 mil pesos a una hacienda de lujo de 29 millones de pesos. Y lo peor es que el reportaje de la revista de Televisa mostró --con “el corazón en la mano”-- el “admirable” nuevo modo de vida de la otrora pareja presidencia l, la que ahora puja en forma desesperada y torpe en la construcción del foxiato.

Una torpeza de esa magnitud puso nuevamente en la agenda de los medios de comunicación social y del debate político el extraordinario éxito material de Fox y Sahagún, así como de todas sus ramificaciones familiares en apenas seis años. Además de que contribuyó a que no ganara la presidencia de la Internacional Demócrata del Centro, sino solamente una vicepresidencia, junto a la de Pierferdinando Casini .

Sin embargo, en la escandalosa gira por Estados Unidos, en donde mostró lo peor de sus rasgos personales, Fox se presentó de la siguiente manera: “Martha y yo hemos decidido que tenemos que seguir persiguiendo nuestros sueños y trabajando por la gente. Soy presidente de los partidos de ideología de centro del mundo”.

Al parecer no es en materia de bienes y raíces donde se localizan las mayores y mejores riquezas súbitas de los nuevos millonarios mexicanos, tema que para dos analistas de Primer Plano, de Canal Once, como Francisco José Paoli Bolio sólo es “una cortina de humo para que los mexicanos no se ocupen de los temas importantes”. O de plano, María Amparo Casar Pérez los pretendió justificar con el manido “además, no se les ha demostrado nada”. (15-X-07).

Fox lo justificó mejor que aquéllos dos: “Les puedo asegurar que no tengo nada que no esté en mi declaración patrimonial. Lo que tengo es fruto de mi trabajo y de un patrimonio histórico, mi abuelo compró ese rancho en 1910. Además fui presidente de Coca-cola, ahí gané bastante dinero”.

Si la transparencia y el enriquecimiento ilícito de los gobernantes no es uno de los déficit centrales de la democracia mexicana, entonces el doctor y la excoordinadora de asesores de Santiago Creel Miranda en la Secretaría de Gobernación, se quedaron instalados en Foxilandia .

Los ciudadanos, por fortuna, piensan muy diferente: 66 de cada 100 estiman que Fox “pudo haber incurrido en enriquecimiento ilícito durante su gobierno”. Y 62 por ciento de los consultados por Reforma
considera que el exmandatario “debería ser investigado y, de ser necesario, llegar a las últimas consecuencias”. La ciudadanía tiene una opinión desfavorable lo mismo de Fox que de su esposa Martha.

Muy lejos quedó el 70 por ciento de aprobación ciudadana al entonces presidente, hace apenas 11 meses, cuando con todo el erario a su disposición construía una imagen y un apoyo temporales.

Finalmente El alto vacío Porfirio Muñoz Ledo dixit-- mostró a millones de televidentes de Estados Unidos y de México su pequeñez ciudadana, intelectual y hasta humana.

No pareciera tener mucha ciencia administrar más y mejor el uso de la lengua, de la palabra, sobre todo cuando se tiene una tan larga y no se corresponde con la cortedad de las ideas.

Los que aún se consideran amigos de Fox Quesada y hasta lo defienden en privado --muy mal por cierto: ”Lo que Vicente robó es una vacilada al lado de lo que se llevaron los presidentes priístas--, le harían un gran favor si lo persuadieran de que por el rumbo que transita él se convirtió ya en el peor enemigo de sí mismo.

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