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31 mayo 2008

Telecracia



Alfonso Elizondo
31 Mayo 2008

Hace unos días, el Presidente Calderón envió un mensaje televisivo en cadena nacional, en el que mencionaba algunas medidas de su Gobierno para paliar los efectos de la crisis mundial alimentaria.

Las "Acciones de Apoyo a la Economía Familiar" transitaron entre verdades a medias y mentiras cínicas. Para empezar, la eliminación total de los impuestos a la importación de trigo, arroz, maíz blanco, maíz amarillo y sorgo no la realizó Calderón, sino que se efectuó de forma automática desde principios de este año, al cumplirse en su totalidad el calendario del sector agrícola del TLC con los Estados Unidos y Canadá, de donde proviene toda la importación de granos.

De hecho, este primer punto del mensaje pudo haber sido cierto si Calderón hubiese señalado que a pesar de la liberación aleatoria de los aranceles de estos granos, no se pudieron evitar los enormes aumentos causados por los acaparadores nacionales y transnacionales.

Otra verdad a medias del mensaje televisivo fue el relativo a la liberación de impuestos de importación a la leche en polvo, ya que más del 50 por ciento proviene de los Estados Unidos y sólo será beneficiado el 40 por ciento que se importa de otros dos países que no están en el TLC.

También están distorsionadas las medidas de apoyo a los productores agrícolas; ya que sólo se aplicarán en 6 millones de hectáreas de tierras de cultivo con sistemas de riego, acceso a maquinaria, fertilizantes y tecnología moderna.

Mientras que los 16 millones de tierras de temporal de los pequeños productores agrícolas no recibirán ningún apoyo. Tampoco mencionó Calderón en su mensaje que las grandes empresas comercializadoras de granos -como Maseca- recibirán a partir de julio un subsidio adicional de 100 pesos por tonelada para poder mantener un precio de 5 pesos el kilo de harina de maíz.

Con este proyecto a destiempo de apoyo a la economía de las familias pobres, el Gobierno de Calderón reitera su práctica de tratar de gobernar a través de las imágenes televisivas.

Esta telecracia ha sido el común denominador de los gobiernos de Fox y Calderón, quienes a falta de capacidad y entereza para enfrentar los problemas de la nación han utilizado a los medios electrónicos como instrumentos de gobierno. ¿O han sido los poderes fácticos quiénes han gobernado a través de los medios electrónicos y los presidentes-actores?

Este mismo fenómeno aconteció cuando Calderón convirtió al Ejército en fuerza policiaca desde el inicio de su gestión, sin que los otros poderes de la República, ni el poder mediático, ni los organismos civiles pusieran en tela de juicio una decisión del Ejecutivo que contradice a las leyes constitucionales de México.

Con la telecracia se han apoyado todas las acciones que ha realizado el Gobierno de Calderón de espaldas a la sociedad, como la contrarreforma del ISSSTE, la microrreforma fiscal, el pago desmesurado a los servicios electorales de la profesora Gordillo, la frustrada reforma educativa, la distorsión de la reforma electoral que controló la partidocracia, la frenada privatización de Pemex, el apoyo encubierto a gobernadores, funcionarios y líderes políticos que han violado la ley; el disimulo ante actos hostiles del gobierno estadounidense, como la construcción del muro migratorio y las deportaciones. Todo esto se ha tratado de ocultar tras la parafernalia inaudita del medio televisivo.

Hace 40 años, el falso discurso nacionalista de los gobiernos del PRI posteriores a Lázaro Cárdenas desembarcó en la masacre de Tlaltelolco, sin que el País experimentara un cambio real en su sistema político, la economía se frenó y la sociedad dejó de producir arte, ideas y tecnología.

¿Qué sucederá cuando termine la telecracia actual?

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