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22 noviembre 2007

Estados Unidos descubre la magnitud de los trastornos psíquicos de los veteranos de Iraq

Sylvain Cypel Le Monde Traducido para Rebelión por Rocío Anguian

Los primeros diagnósticos de los servicios médicos del ejército estadounidense “subestiman de forma substancial la importancia de los problemas psíquicos” a los que se enfrentan los soldados a su regreso de Iraq, según señalan el profesor Charles Millliken y los doctores Jennifer Auchterlonie y Charles Hoge, en un artículo publicado el miércoles 14 de noviembre en el Journal of The American Medical Association.

El artículo presenta la “primera investigación” basada en un” seguimiento longitudinal” de la salud mental de estos ex combatientes de la guerra de Iraq. El estudio se llevó a cabo entre junio de 2005 y diciembre de 2006 en 88 235 soldados, el 64% en activo y el 36% reservistas y compara los diagnósticos de los médicos militares inmediatamente después de su regreso de Iraq y seis meses más tarde (de media).

La proporción de veteranos a la que se le prescribe atención psiquiátrica es del 4,4%. En general, seis meses después del regreso, el 20,3% de los militares en activo y el 42,4% de los reservistas y de los miembros de la guardia nacional “necesitan un tratamiento psíquico” asociado a su experiencia iraquí.

Esta diferencia en el grado de trastornos entre los militares de carrera y los de reserva se da en todos los casos estudiados. La categoría de los “conflictos interpersonales” entre el soldado y sus próximos aumenta del 3,5% al 14% en los militares en activo y del 4,2% al 21,1% entre los reservistas. El estrés postraumático pasa en los dos grupos del 11,8% al 16,7% y del 12,7% al 24,5%, respectivamente. En el periodo de seis meses, hay dos veces y media más de soldados y 3,5 veces más de reservistas afectados de depresión; el 62,2% de estos últimos presentan “al menos un síntoma depresivo”.

Por último, el estudio señala que el alcoholismo produce estragos muchos más graves de los que indican los primeros informes médicos. Recomienda ocuparse de los problemas de salud mental de los veteranos antes de que “arraiguen de forma crónica” y se preocupa por la escasez de medios asignados a este tema.

De los 24 millones de veteranos de Estados Unidos, 500 000 se encuentran hoy sin domicilio fijo. Sólo 400 ex combatientes de Iraq están inscritos en una agencia de ayuda y 1500 están en un estado considerado muy degradado, pero muchos son reacios a ser registrados. Un nuevo fenómeno es la notoria proporción de mujeres entre estos “sin techo” (el 11%, mientras que sólo representan el 4% del total de veteranos). Alrededor del 40% de ellas afirma que ha sido víctima de agresión sexual durante su servicio en Iraq.

Las asociaciones de socorro pronostican un próximo tsunami. La “degeneración” de un veterano -problemas psiquiátricos, pérdida de empleo, divorcio...- lleva años, señalaba Phil Landis, director de un hogar para antiguos combatientes en San Diego (California); no obstante, en los soldados que vuelven de Iraq “el deterioro es más rápido que en el caso de los veteranos de Vietnam”. Muchas asociaciones y representantes políticos piensan que habría que revisar todas las medidas de ayuda a estos soldados. Un estudio reciente indica que, si las asumieran los poderes públicos y las compañías de seguros, el coste sanitario real de Iraq sobrepasaría a largo plazo al de la propia guerra. Tricare, el seguro médico de los reservistas desmovilizados, está “mal equipado y desbordado”, señala el profesor Milliken, y este servicio sólo se ofrece a los veteranos durante los seis meses siguientes a su desmovilización.

La cadena CBS ha difundido una investigación de la que se deduce que 6250 ex militares se quitaron la vida en 2005. Esta tasa de suicido es 2,3 veces mayor que la media estadounidense. Y en la franja de los 20-24 años, contando los enviados a Iraq y a Afganistán, es 3,6 veces más grande.

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