ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
A FINALES DE diciembre próximo pasado, una profesora universitaria se acercó a sucursales de Bancomer y de Santander a consultar sus saldos de las respectivas cuentas de Ahorro para el Retiro que dos instituciones de educación superior mantienen a su favor en tales bancos. Ceros. En ambas cuentas no había nada qué reportar.
Conocedora de sus derechos, acudió a la Condusef –ahora dirigida por el "economista" Luis Pazos— y al paso de un mes, ya para finales de enero, se percató de que el "conciliador" designado por la instancia de la administración pública para dirimir el conflicto presentado entre los bancos y la usuaria de sus servicios, no sólo es un lego en la materia sino, lo peor, una suerte de empleado "honorario" –quizá no tanto— de las instituciones financieras.
La docente comenzó entonces a ascender su propio monte Calvario, mismo en el que podrían estar ahora cientos de miles de quienes cotizan al SAR, sin siquiera saberlo: ¡sus ahorros han desaparecido!
Y quedó al descubierto una historia de corte kafkiano donde los bancos afirman que "el efectivo" de tales cuentas no es manejado por ellos, que únicamente hacen el trámite de recibir los depósitos y pasar los recursos, mediante ICEFAS (?), mismas que retienen el dinero y lo depositan ¡en otro banco!, cuatro días después de recibirlo, de acuerdo con las reglas de operación de estos instrumentos financieros. Además, que dichas ICEFAS son controladas por otra empresa privada, Procesar SA de CV.
A pregunta reiterada de la quejosa, sobre el destino final de los recursos de los trabajadores ISSSTE-SAR, los representantes de los bancos aseguraron que "es el Banco de México el que lleva la cuenta nacional del SAR al ISSSTE", y que por tal los recursos de los trabajadores los guarda Guillermo Ortiz.
Más aún: que los bancos no son responsables de la información que se genera con motivo de los enteros al SAR, que la responsable es Procesar, empresa concesionaria para el manejo de las bases de datos.
Fue luego de la reiterada insistencia de la reclamante que los bancos tuvieron que admitir que sí reciben los recursos monetarios frescos, aunque arguyeron que tales bancos no tienen porqué informar de los mismos, sino las dependencias donde laboran los supuestos beneficiarios del SAR, de acuerdo a la circular CONSAR 61-3.
Dos juntas de "avenencia" hubieron de transcurrir para que ¡milagro, milagro!, los recursos de la profesora universitaria "aparecieran" finalmente registrados en Bancomer. "Lo importante es que su dinero ya están en Bancomer", le dijo el representante de Santander, donde ella lo tenía depositado. "Su dinero no estaba perdido –arguyó el de Bancomer--, sólo que no sabíamos donde localizarlo porque Procesar no nos había informado." "Los usuarios no entienden que hay tiempos para procesar la información y cómo es que fluyen los datos de una institución a otra", justificó el "conciliador" de Condusef…
Dineros perdidos o temporalmente extraviados…
Huele mal, muy mal, el manejo de los recursos de los trabajadores.
¿Dónde quedará la bolita, cuando un trabajador llegue a la jubilación con sus recursos "extraviados" o, de plano, robados?
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