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24 febrero 2008

Posible fusión de los tres partidos del FAP rumbo a 2012


Alejandro Encinas, candidato a la presidencia del PRD

Norberto Vázquez / Vértigo

En sus oficinas de la Fundación para el Fortalecimiento de los Gobiernos Locales AC, el candidato a la dirigencia nacional conversa con Vértigo sin soslayar ningún cuestionamiento ni tema.

A un mes para que se vea enfrentado en las urnas a las tribus que conforman los denominados Chuchos en busca de la dirigencia nacional perredista, Alejandro Encinas propone realizar un esfuerzo por "mantener al partido" sin rupturas e impulsa "una campaña de debate de ideas, con un proyecto claro, pero políticamente viable", al mismo tiempo que afirma que los partidos que ahora integran el Frente Amplio Progresista deben "analizar con seriedad" la posibilidad de una fusión orgánica "de aquí a 2012".
El ex jefe del Gobierno del Distrito Federal reconoce que los recientes triunfos de la izquierda en América Latina bien pueden servir de ejemplo a seguir para la izquierda en México, la cual ha demostrado ya no sólo su capacidad de gobernar sino también para conducir un proyecto nacional, pero se declara convencido de que nuestro país requiere un modelo político estrictamente acotado por nuestras propias experiencias históricas.
Hoy, afirma, quedó cerrado “el ciclo tribal dentro del Partido de la Revolución Democrática (PRD)” y es hora de “fortalecer más al partido y menos a las corrientes”: es tiempo, a su juicio, de retomar la vida institucional partidaria, el respeto irrestricto a las reglas internas y el derecho de la militancia a elegir a sus dirigentes.

Sin tabúes
Alejandro Encinas Rodríguez es un lopezobradorista de hueso colorado, economista de profesión, político por vocación y entusiasta por naturaleza. Ha sido diputado federal, jefe de Gobierno del Distrito Federal y candidato a gobernador del Estado de México. Hoy es un serio prospecto para tomar las riendas del PRD y dirigir a esa organización política en la encrucijada más relevante que ha vivido en sus casi 19 años de existencia: se fundó en mayo de 1989.
Y es que a pesar de sus casi dos décadas de existencia, el PRD sigue siendo, a todas luces, un partido inmaduro: la coexistencia de varias tribus en su interior, aunada a los denominados neoperredistas surgidos del pri, se traduce en una convivencia que ha enrarecido la esencia partidaria.
De hecho, es innegable la fortaleza de los Chuchos, con quienes Alejandro Encinas medirá sus fuerzas en marzo próximo, durante la elección para presidente del Consejo Ejecutivo Nacional.
Pero para todos los escollos que enfrenta el sol azteca Encinas Rodríguez tiene una propuesta, como respuestas tiene para todos los temas que surgen durante la entrevista en sus oficinas en la Fundación para el Fortalecimiento de los Gobiernos Locales ac.
—Hace más de un año que dejó el Gobierno del Distrito Federal. ¿A qué se ha dedicado en lo político y lo profesional?
—Todo ese año lo hemos dedicado mucho a reflexionar, a hacer una valoración de lo que ha sido nuestra experiencia tanto en la vida política como en la de gobierno. Escribo en este momento un libro al respecto, que espero esté terminado muy pronto, aunque esta campaña me ha quitado mucho tiempo… El tema central es la experiencia de diez años de gobierno de la izquierda en la ciudad de México.
Junto con ello he venido desarrollando diversas actividades profesionales y académicas. Una es la formación de esta Fundación para el Fortalecimiento de los Gobiernos Locales, donde estamos no sólo dando apoyos a las administraciones municipales en materia de capacitación a funcionarios, sino también al desarrollo de distintos proyectos, como financiamiento de infraestructura, por ejemplo.
Además, doy clases en la Universidad Nacional Autónoma de México en la Facultad de Economía; laboro en el área del Doctorado en el Desarrollo Urbano y Regional en la materia de Desarrollo Sustentable; colaboro para un periódico de circulación nacional e imparto conferencias tanto en México como en el extranjero. Este año que terminó tuve la oportunidad de estar en Uruguay, Argentina, Colombia, Cuba y Estados Unidos con muchas invitaciones a foros y debates, para hablar no sólo de la experiencia de gobierno, sino también del perfil y el futuro de la izquierda, especialmente en América Latina.
—En febrero de 2006, usted dijo a Vértigo que veía al gobierno capitalino “a la izquierda, como el corazón”. ¿Sigue viéndolo así?
—Sí. Indudablemente, el DF no sólo es el bastión de la izquierda en el país, en términos políticos y electorales, sino que representa el espacio donde hemos podido acreditar no únicamente nuestra capacidad de gobernar, sino también la de conducir un proyecto que puede alcanzar una dimensión nacional.
Creo que ya estos diez años de gobierno en la ciudad de México han acreditado a una izquierda de gobierno con iniciativa política.
Este primer año de la gestión de Marcelo Ebrard, por ejemplo, no solamente ha dado continuidad a muchas de las políticas que iniciaron con las administraciones de Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, y las que nosotros dejamos: ha adoptado además un perfil propio, que se apega por completo a un perfil de izquierda.
—A principios de enero, Ebrard y Roberto Campa firmaron un convenio de cooperación entre el gobierno federal y el GDF, en materia de seguridad pública. ¿Lo considera un virtual reconocimiento para el gobierno de Felipe Calderón?
—No creo que este acercamiento implique un reconocimiento o darle legitimidad a un gobierno que no la obtuvo en las urnas. Creo que es el cumplimiento de una responsabilidad, del mandato popular que implica haber ganado la elección en el DF.
Y creo que conviene, como lo pensé yo mismo cuando suscribí otros acuerdos en la materia con el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Acuerdos que deben mantenerse porque hay que privilegiar el interés de la ciudadanía y la responsabilidad constitucional que implica estar al frente del gobierno de la ciudad.
—En cuanto a su candidatura a la dirigencia nacional perredista, expertos definen que hay que tener espíritu de aventura para dirigir las riendas del actual PRD, sobre todo porque lo consideran un partido de tribus y que se ha nutrido de gente que proviene de otras organizaciones. ¿Qué le anima a querer enfrentar ese desafío en marzo próximo?
—Dos ideas principalmente: una, que hay que reconocer que el PRD es un partido que surgió hace casi 19 años, como resultado de la lucha de muchas generaciones de la izquierda mexicana; que es el partido más importante y más influyente que la izquierda ha construido en su historia; y que bien vale la pena no solamente mantener este proyecto político, sino dimensionarlo con la posibilidad de consolidarlo como la primera fuerza nacional.
En segundo lugar, impulsar desde el PRD, y capitalizar, el enorme potencial político que representa la dimensión nacional que hemos alcanzado: las gubernaturas de seis estados, más de 400 municipios… 25 millones y medio de mexicanos gobernados por el sol azteca.
Porque a pesar de toda esta campaña que nos ha querido presentar como un partido conflictivo y dividido, el prd ha sabido salir adelante.
Creo que esas dos son mis motivaciones fundamentales. Porque estoy convencido de que este partido tiene retos y compromisos hacia el futuro que puede superar incluso en un escenario adverso, para garantizar su derecho a ser mayoría y conducir al país en una nueva etapa política hacia un verdadero desarrollo.
—No faltan quienes le catalogan como una persona muy cercana a Andrés Manuel López Obrador, mientras que su principal contrincante en las elecciones para la dirigencia nacional perredista, Jesús Ortega, es considerado un personaje muy poderoso dentro del partido y no del todo convencido del liderazgo del tabasqueño. ¿Vaticina un escenario de rompimiento en razón del resultado de las elecciones internas de marzo?
—Creo que hay un escenario de discusión y de debate intenso dentro del partido… pero estoy convencido de que debemos hacer un esfuerzo no solamente para ir a una contienda democrática y transparente, sino libre de simulación.
Debemos debatir abiertamente nuestras diferencias, pero sin poner en riesgo la unidad ni propiciar la división del partido.
Este partido es patrimonio del pueblo de México, de los movimientos de izquierda, de los movimientos sociales… Tenemos que cuidarlo.
Sería un gravísimo error que apostáramos a su ruptura o división. Tenemos una gran responsabilidad en este proceso. Y espero que, independientemente del nivel que alcancemos en el debate, que va a ser álgido, tengamos la madurez suficiente para tener claro que la prioridad es cuidar la casa que queremos dirigir y mantenerla en buenas condiciones, para que esté a la altura de las responsabilidades políticas y sociales que demanda la gente que confía en nuestro proyecto político.

Rumores… rumores…
Tranquilo, con voz serena y sin que sus gestos develen inquietud alguna frente a la pregunta, Alejandro Encinas insiste en que todos los contendientes por la dirigencia nacional perredista están conscientes de que habrá sólo un ganador y que ello no será motivo para romper la unidad partidaria.
—Es decir que, sea cual fuere el resultado del proceso de marzo próximo, ¿está descartada la formación de un nuevo partido político o una desbandada de dirigentes?
—Es un rumor que quién sabe quién lo haya iniciado. Pero como dije: este partido es el resultado de la lucha de muchas generaciones de la izquierda. Hay que cuidarlo, hay que conservarlo y hay que fortalecerlo.
Por supuesto que en los escenarios políticos que prevemos está absolutamente descartada —y lo subrayo: absolutamente— tanto la formación de un nuevo partido como la división del PRD.
Al contrario: todos debemos sumar esfuerzos para el fortalecimiento de nuestro partido.
—En este sentido, ¿qué camino prevé que tomará el Frente Amplio Progresista con Porfirio Muñoz Ledo en la coordinación; cuál será su relación con el FAP?
—De absoluto fortalecimiento. Creo que en el caso del FAP, ahora que se ha nombrado al nuevo coordinador, tenemos tres tareas por delante: una, preservar la base de acuerdo político que ha mantenido la integración del frente; dos, revisar nuestra participación no solamente en los procesos electorales pasados, sino de cara al proceso de 2009 y a la luz de las reformas en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, el Cofipe; y tres, analizar con seriedad la posibilidad de una fusión orgánica entre los tres partidos integrantes del Frente Amplio Progresista. Creo que de aquí a 2012 éstos deben ser tres temas centrales del FAP.
Y el PRD debe ser, sin duda, el soporte fundamental para garantizar la existencia del Frente Amplio Progresista.
—En términos geopolíticos, considerando más que nada el contexto de América Latina, ¿dónde quiere ubicar al PRD?
—Cada país, cada proyecto de izquierda que se ha acreditado en América Latina, es resultado de procesos históricos, sociales y políticos propios. Eso en sí mismo los hace difícilmente comparables.
Sin embargo, veo las experiencias que a la luz de la gestión de gobierno se han venido desarrollando en Latinoamérica y creo que la más similar a la mexicana sería la de Uruguay. Si nosotros analizamos la creación del Frente Amplio de Uruguay, ese proceso de por primera vez haber ganado la intendencia de Montevideo y posteriormente el gobierno nacional, así como el perfil y políticas que ha instaurado, es con el que posiblemente podríamos identificarnos más.
Por supuesto, hay otras experiencias muy rescatables, tanto en Brasil como en Argentina, Chile y otros países.
Pero estoy convencido de que el modelo que debemos de seguir es uno estrictamente local, nacional, acotado y definido por nuestras propias experiencias históricas.
—¿El hecho de que el ex candidato presidencial López Obrador se rodeara de ex priistas afectó la esencia de su partido, de la izquierda “real”?
—No lo considero así. Porque, en primer lugar, yo ubico a muchos de estos compañeros en el ámbito del Frente Amplio Progresista, no necesariamente en las filas del PRD.
En una actitud de apertura y frentista real, el FAP debe ser sensible a la participación de gente muy disímbola que coincida en lo fundamental con nuestras causas; por eso, precisamente, el nombre de Frente Amplio Progresista, en donde no solamente tienen cabida las expresiones de las izquierdas mexicanas, sino también de otros sectores que luchan por la vía democrática para el mejoramiento de la situación de la calidad de vida de millones de mexicanos.

Malo, pero no el peor
En este sentido, Encinas Rodríguez subraya que los mexicanos todos deben estar a la altura de las exigencias históricas de la nación y luchar por un bienestar común que no discrimine a nadie, siendo el único camino posible para el México democrático que todos deseamos, el de las urnas.
—Se acabó un año electoral e inicia otro. ¿Cómo explica las pérdidas electorales, el descalabro que sufrió su partido en 2007?
—No, no. Hay que hacer un análisis más detenido de los procesos electorales del año pasado, antes que hablar de un descalabro perredista.
En primer lugar, el partido que más votos perdió fue el PAN, no el PRD; los panistas perdieron incluso gubernaturas.
En segundo lugar, de los resultados que arrojaron los procesos electorales que se presentaron, muchos obedecieron a la dinámica local y a los resultados históricos de los partidos; el caso más claro es el de Yucatán.
En otros tuvimos una pérdida de votación, hay que decirlo con toda claridad. Pero pienso que no se deriva de una pérdida de nuestra simpatía o de nuestra corriente electoral, sino de dos fenómenos particulares:
Por un lado, una injerencia de los gobiernos estatales sin ningún control y con toda impunidad, donde manejando recursos de origen poco claros se revivieron las viejas prácticas caciquiles de los gobernadores y hubo posicionamiento de gobernadores del PRI, como en Veracruz, en Puebla y en Oaxaca.
Y por otra parte, hay que reconocerlo, una pérdida real de nuestra votación que tuvo que ver particularmente con problemas internos dentro del partido, donde se perdió una visión de mayoría y no solamente se privilegió el regreso de un partido minoritario de oposición, sino que se permitió además la injerencia de los gobiernos estatales en la vida interna del PRD.
Creo que hay que ser muy cautelosos en el análisis de estos procesos electorales, que han tenido distintos resultados pero a final de cuentas muestran que nosotros enfrentamos una situación adversa con buenos resultados.
Michoacán puede representar el repunte de nuestro proyecto político electoral. Y en ello espero que nos mantengamos, fundamentalmente, en 2008.
—El gran problema que ha tenido su partido es que al momento de las candidaturas empiezan las divisiones de tribus. ¿Tiene un proyecto al respecto para el partido?
—Sí. Creo que ya quedó cerrado el “ciclo tribal” dentro del PRD, que debe fortalecerse más al partido y menos a las corrientes.
Las corrientes deben ser espacios de discusión política y no grupos de presión o de interés.
Necesitamos generar una dirección con la fuerza suficiente no sólo para alcanzar la autonomía del partido frente a los poderes públicos y poderes fácticos, sino también para asumir sus propias decisiones.
Y hay que regresar a la vida institucional: que todos respetemos las reglas que nos hemos dado para crear al PRD y restituir a la militancia su derecho a decidir quiénes son sus dirigentes y quiénes sus candidatos.
En esto tiene que haber un manejo transparente de los recursos para realizar procesos electorales internos con transparencia y dejar atrás tanto desgaste que ha provocado nuestro debate interno, para dedicarnos a hacer política y poner énfasis en el debate de los problemas nacionales y no en los asuntos de la vida doméstica del PRD.
—Hablando de transparencia, cómo ve los cambios al Cofipe… ¿Son sanos para el país?
—Creo que en la reforma electoral sin duda hay algunos avances, pero en algunas cuestiones quedaron pendientes y en otras hubo incluso regresión.
Hay asuntos pendientes en cuanto a la regulación de las facultades discrecionales que tiene el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por ejemplo, en donde se mantiene la imposibilidad de la nulidad de una elección presidencial. O en mecanismos de fiscalización y seguimiento de las labores del IFE.
Y creo que hubo una regresión en cuanto a conculcar el derecho a la conformación de coaliciones entre los partidos. Este es un tema que habíamos discutido en 1989, cuando Carlos Salinas de Gortari dio marcha atrás a las candidaturas comunes que llevaron a ese nivel de competencia de aquel entonces al ingeniero (Cuauhtémoc) Cárdenas y decidió establecer un régimen de coaliciones muy restrictivo. Ahora prácticamente las anulan; y limitan no solamente la posibilidad de acuerdos entre los partidos, sino la formación y consolidación de nuevas organizaciones políticas en el país.
Por eso creo que si bien hay avances en la reforma electoral, en algunos casos hay por desgracia regresión y hasta pérdida de la capacidad para democratizar las formas de participación en la vida electoral el país, de los partidos y de los ciudadanos.

En juego
Así es como Alejandro Encinas Rodríguez se desempeña en la recta final de una carrera que culminará en marzo, en busca de la dirigencia nacional del partido del sol azteca.
Una búsqueda en la cual, sin duda, se juega mucho: su futuro político y, sobre todo, el de su mentor de andanzas, el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador: la contienda frente a los denominados Chuchos será feroz, pues se trata de un grupo que también considera que es el momento de que el PRD quede en sus manos después de años de intentarlo.
Y es que el PRD es, en realidad, muchos partidos… y Encinas dice tener la vara mágica para aglutinarlos. Ya veremos.

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