Celso Cristóbal Hernández Rojas.*
En épocas de crisis económica, como la que vivimos ahora, resulta arriesgado aventurar pronósticos o incluso adelantar expectativas, resulta muy comprometedor contradecir el poder o descalificarse uno mismo por pintar de negro todo el panorama; el riesgo de verse rebasados por la realidad o desmentido por los hechos hace más fuerte el compromiso de ser objetivo y mesurado en las opiniones que expresa, pues a final de cuentas es en las crisis donde se operan las más grandes transformaciones, sociales, políticas o económicas.
La economía norteamericana, vive un momento de declinación muy importante, en todos los ordenes, no sólo en la economía, desde la década de los 90's hasta el inicio del nuevo milenio, la economía mundial vivió una época de expansión, de innovación en un ritmo y profundidad que parecía inagotable; salvo que ahora nos enteramos de que el financiamiento del consumo de los hogares, y en algunos casos de empresas, se fundó en créditos hipotecarios, los que hoy han demostrado la debilidad de esta economía.
A la par de la expansión de la economía Norteamericana , otras economías, como China e India, surgieron como competidoras, con un crecimiento y una dinámica excepcionales. La fortaleza de estas economías se funda en el aprovechamiento de sus ventajas comparativas, que les ha ido permitiendo apoderarse de los mercados, incluso dentro de Norteamérica, en un esquema que no permite la competencia.
Ni el argumento de la Economía de Guerra en contra de Irak ha podido reactivar la Economía Norteamericana , que ahora se debate en redefinir internamente sus opciones; bajo deficit's crecientes, escándalos, corrupción; que se aúnan a la debilidad del gobierno y a la desmedida voracidad de los empresarios, lo que no permite una rearticulación de la economía para iniciar otro período de expansión.
Las medidas de reactivación, aprobadas por el Congreso de EUA, son ciertamente inusuales, es el caso de la devolución de impuestos para detonar el consumo; otras medidas de corte neoKeynesiano y anticíclicas. Al parecer, y coincidiendo con muchos analistas, ello no es suficiente para sustraer a la economía de su declinación, ya que no alcanzarán a contrarrestar la depresión económica y sólo pospondrán el periodo de crisis, el cual podría tomar nuevas dimensiones en otro momento.
En nuestro caso, para México, los encargados del área económica, la Secretaria de Hacienda y Banco de México, han salido de manera conjunta a anunciar que el pronostico de crecimiento del PIB para 2008 ha cambiado del 3.7%, al 2.8%; y mencionan que es debido al estancamiento de la Economía Norteamericana. Adicionalmente , los expertos del FMI han declarado que existe fortaleza de la Economía Mexicana , que se evitará una crisis económica a pesar de que esta pueda darse en Norteamérica; y los demás agregados del presidente espurio, Felipe Calderón, incluyendo sus Secretarios, expresan que a la economía Mexicana no le va a pasar nada.
Particularmente señalan que el país se encuentra protegido porque desde la discusión del presupuesto se aprobó un programa de desarrollo de infraestructura por 200 mil millones de pesos, y en el caso, por ejemplo, del campo y la apertura comercial del TLC, no hay tampoco problema pues se destinaron otros 200 mil millones de pesos, y entonces uno se pregunta por que en otros lados les preocupa tanto este tema y a nosotros, que somos vecinos de los gringos, no nos debe de preocupar nada.
Lo que debemos considerar es: si las afirmaciones de los funcionarios del área económica tienen sustento , aunque de antemano hay que señalar que tienen poca credibilidad, fundamentalmente por los pobres resultados que han tenido en todo el período en que han estado al frente del área económica.
No hay motivos para ser optimistas, y más bien, se debiera echar a andar un programa serio de creación de empleos, de inversiones nuevas con alto uso de mano de obra y dirigido al mercado interno, al parecer hay más de un funcionario en nuestro país que no acaba de entender que el modelo de desarrollo de crecimiento hacia fuera, presenta graves problemas en épocas de crisis cuando el mercado internacional esta por un lado cerrado a los productos mexicanos y por otro al depender de tantos productos en el exterior, lo que puede traernos es importar inflación.
Dice el presidente espurio Calderón, que se van a crear 700 mil nuevos empleos cuando las metas en ese aspecto están muy lejos de conseguirse, ¿como puede darse esta creación de empleos sí no hay inversiones?, sí, como es el caso de la industria maquiladora en el Norte del país, ésta depende por entero de la exportación de productos ensamblados a los mercados norteamericanos, parecería un disparate que al cerrar la frontera a los productos mexicanos no vaya a haber pérdida de empleos o cierre de empresas, y que aún con ello se piense en metas que, por lo que se ve, no son reales. Pero dándole el beneficio de la duda, la preocupación que existe desde el año pasado es que al hacer el Congreso Norteamericano a un lado las iniciativas de reforma migratoria y posponer su aprobación hasta el próximo gobierno, de forma unilateral, se piense en sacar emigrantes mexicanos de los Estados Unidos, estamos hablando no sólo de que ya no pasen mexicanos a Estados Unidos, sino de una eventual expulsión de los que ya están allá.
Es tan grave la situación que parece ciencia ficción, sin embargo no lo es, no en balde, aún en esta gira intrascendente de Calderón por Norteamérica, tiene que darse el tiempo para entrevistarse con los líderes de la comunidad México-Norteamericana. Viendo las cosas con frialdad lo menos que se puede razonar es que no hay sustento para estar optimistas o despreocupados por lo que esta pasando en el país vecino, más bien, se debiera estar debatiendo en las medidas preventivas, ¿como resguardarse frente a la profundización de la crisis económica?; perder el tiempo, como ahora, puede resultar perjudicial en extremo.
Por eso la objetividad y un principio de verdad son lo que más puede orientar a un diagnostico correcto de la situación. Los trabajadores saben perfectamente que los costos de la crisis del capital, en general, terminan siempre afectando sus condiciones de vida, habrá que ver como se resuelve este proceso y como es que se transforma dicha situación, no olvidemos que la desesperación y la falta de metas son lo que han orillado a las peores revueltas y que lo que ahora parece como una crisis financiera , que aún puede administrarse, puede, por una actuación negligente, convertirse en una grave crisis social; y que en el caso de nuestro país tiene muchos motivos tangibles para producirse, sobre todo considerando el ya muy largo periodo neoliberal en que la economía permanece estancada.
* Miembro del Taller de Economía Social y Políticas Públicas de la Facultad de Economía de la UNAM.
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