Obama promete una reforma del TLC y Calderón anuncia una reforma migratoria.
Norma Román
El 1 de enero entró en vigor el último capítulo del Tratado de Libre Comercio del Atlántico Norte (Tlcan) entre EEUU y México por el que se eliminaban los aranceles de los productos agrícolas. La sociedad mexicana y la estadounidense se han posicionado en contra, lo que ha provocado que los políticos se pronuncien al respecto. El candidato demócrata Barack Obama ha prometido que si llega a presidente reformará el acuerdo para mejorar la posición de los estadounidenses. Calderón también ha considerado necesaria una revisión y ha planteado una reforma migratoria a favor de los centroamericanos.
En México la liberalización del campo generó la oposición de los campesinos y de la Iglesia Católica que afirmaban que el Tlcan llevaría a los pequeños agricultores del país a la ruina al tener que competir con el gigante estadounidense. Pero los norteamericanos tampoco están contentos con el Tlcan. Los costes de producción en territorio mexicano son mucho menores lo que está produciendo que los empresarios se lleven sus fábricas al otro lado de la frontera y que cubran los puestos de trabajo con mano de obra mexicana.
Barack Obama, precandidato a la presidencia de EEUU por el Partido Demócrata, ha prometido en uno de sus actos de campaña en el estado de Texas que remodelará el Tlcan con México. Esta modificación del acuerdo consistiría en aplicar estándares laborales a ambos lados de la frontera, lo que se traduciría en una homogeneización de las condiciones de trabajo.
Actualmente existen grandes diferencias salariales entre EEUU y México que han hecho que los productores estadounidenses decidan llevarse las fábricas al país azteca, donde pueden contratar el mismo número de trabajadores por un coste mucho menor. Esta salida de las fábricas de territorio nacional ha provocado que sectores de la sociedad se opongan al TLC. Un hecho clave es que este anuncio de Obama se haya producido en el estado sureño de Texas que comparte frontera con México.
En la carrera hacia la presidencia de EEUU, el estado de Texas es una pieza fundamental. Obama saca una clara ventaja a la otra candidata demócrata, Hillary Clinton, que necesita ganar por mucha diferencia en Texas si quiere seguir aspirando a ser la elegida. En cambio, si Obama gana las primarias en Texas se convertirá en el candidato demócrata para las próximas elecciones presidenciales de noviembre de 2008.
Por su parte, el Gobierno de México ha anunciado que otorgará nuevas formas migratorias a los trabajadores temporales centroamericanos este año. Según el Instituto Nacional de Migración mexicano (INM), estas reformas beneficiarán sobre todo a los guatemaltecos que trabajan al sureste de México. Con esta nueva política migratoria, los centroamericanos tienen abierto el paso hacia México, y de ahí, quien sabe, pueden llegar hasta EEUU.
El Gobierno mexicano lleva años intentando que Washington realice una reforma en su sistema migratorio y que regularice la situación de los millones de inmigrantes, pero nunca ha tenido éxito. Actualmente, en EEUU viven unos 12 millones de latinos indocumentados, y la mayoría de ellos son mexicanos.
En cuanto al Tlcan, el presidente Calderón también ha planteado que es necesaria una modificación. Las manifestaciones y los bloqueos de las carreteras en la frontera han sido las acciones que han presionado al Gobierno. Un férreo opositor a la liberalización agraria ha sido la Iglesia Católica mexicana.
La Conferencia Episcopal de México divulgó en todos los medios de comunicación un documento en el que pedía al Gobierno de Calderón que protegiera los productos significativos de la cultura mexicana como el frijol o el maíz. Los obispos denunciaban que con la apertura de las fronteras el campo mexicano correría muchos peligros. El primero de ellos, que se abandonaran los cultivos y se emigrara a EEUU. Otro, que los agricultores se vieran tentados a cultivar productos ilegales para el mercado del narcotráfico.
Lo que está claro es que el Tratado de Libre Comercio está en la mente de los políticos estadounidenses y mexicanos. Pero lo que todavía está por ver es que las promesas electorales se conviertan en realidad.
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