T. Martínez y J. F. Moncada
El motor financiero del mundo, Estados Unidos, entró ya en virtual recesión y arrastra con él a la mayoría de los países de la comunidad internacional. Para analistas, expertos y académicos, Washington tardó demasiado en tratar de corregir las causas de su desaceleración económica, y lo acusan de “exportar” sus problemas al resto del orbe, pues tanto Asia como Europa y América Latina están hoy al borde de resentir los efectos de la crisis, mientras México toma medicinas equivocadas que incluyen políticas restrictivas y en exceso recaudatorias.
De hecho, algunos países afirman que esta es la primera vez que el Grupo de los Ocho (g-8, que integran Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Canadá, Japón y la recién integrada Rusia) exporta una crisis a los países emergentes, pero también por vez primera la estabilidad mundial está dada por los mercados emergentes.
Y es que luego de la creciente desaceleración en la economía estadunidense, considerada ya por muchos como una clara recesión, los efectos comienzan a reflejarse en las finanzas de los países desarrollados, sobre todo en los integrantes del g-8 y, como muchas mercancías y servicios, estos problemas están siendo “exportados” a las naciones con economías emergentes, entre las que destaca México, cuyo comportamiento económico está prácticamente anclado al desempeño estadunidense.
Para Rusia, por ejemplo, la recesión económica en Estados Unidos supone la reducción del flujo de capitales y créditos con el subsiguiente recorte de la actividad empresarial y la ralentización de la economía en su conjunto, mientras en el sector no financiero tendrán problemas de solvencia las empresas que, previamente a la crisis estadunidense, firmaron contratos y tomaron créditos para refinanciación.
No en balde, el 38 Foro Económico Mundial de Davos culminó en medio del pesimismo y la inquietud provocada por la recesión estadunidense y su impacto en la economía mundial: la mayoría de los países, en especial China y Rusia, pusieron énfasis en que la recesión impactará a la economía internacional.
México, por supuesto, no está exento del riesgo —por el contrario, coinciden analistas, es el más vulnerable— y requiere por ello con urgencia de cambios en materia de política económica, monetaria, fiscal y crediticia, así como en sus proyectos para desarrollo en tecnología, educación e infraestructura.
Así lo advierten el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz; el ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, John Snow; el presidente para Asia del banco norteamericano de inversiones Morgan Stanley, Stephen Roach; el presidente del Mexico Business Forum, Roberto Salinas León; el investigador puertorriqueño Raúl Feliz, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE); el investigador Gerardo Esquivel, de El Colegio de México, así como columnistas de diarios como Wall Street Journal, New York Times, Washington Post, Financial Times, entre otros.
Vulnerabilidad
Frente al panorama poco alentador pronosticado por los analistas y corredurías internacionales, muchos gobiernos establecen medidas anticíclicas encaminadas a fortalecer sus sistemas financieros, con el único fin de mantener su crecimiento y con ello el bienestar social. Entre estas medidas destacan, por ejemplo, la disminución de las tasas de interés e incentivos fiscales, con lo cual la inversión se vuelve más atractiva y se imprime mayor dinamismo a la economía.
A diferencia de lo que, según especialistas, se está haciendo en México: aquí se implementa una política fiscal recaudatoria y una política monetaria restrictiva, que poco ayudan a contrarrestar los efectos de la crisis.
Así, lejos de seguir una actitud previsora que incluya medidas específicas y contundentes para aminorar los efectos de la desaceleración nacional e internacional, en una primera instancia el gobierno mexicano desestimó su vulnerabilidad ante una recesión estadunidense y aplicó una estrategia mediática en la que afirmó que nuestra economía era lo suficientemente fuerte para resistir cualquier impacto, explica Patricia Rodríguez, del Instituto de Investigaciones Económicas (IEE) de la UNAM.
Tan solo un par de semanas después el gobierno se vio obligado a aceptar su dependencia hacia la economía estadunidense y ajustó a la baja sus predicciones de crecimiento.
Así, se anunció que los proyectos de inversión y vivienda serán suficientes para dar dinamismo a la economía mexicana e impulsar su crecimiento, pero Raúl Feliz, investigador del CIDE, explica que estas medidas no fueron diseñadas como una política anticíclica, sino como parte de un programa estructural, por lo que resultan insuficientes para contrarrestar en el corto plazo los efectos de una recesión.
México no sólo no cuenta con medidas anticíclicas para disminuir sus vulnerabilidades, sino que además ratifica medidas fiscales más que inoportunas. Es el caso de los nuevos impuestos a la gasolina y el Empresarial de Tasa Única (IETU), que si bien fueron aprobados a fines de 2007 con el fin de incrementar los ingresos fiscales, su entrada en vigor en plena recesión estadunidense tiene efectos contrarios a los de las medidas anticíclicas.
Así lo advierte también Patricia Rodríguez, quien considera necesario corregir el hecho de que, lejos de fomentar el consumo interno y fortalecer al sector empresarial nacional, el gobierno y el Congreso han establecido una política fiscal que contempla nuevos impuestos, como el aplicado a la gasolina y el IETU, los cuales impactan severamente tanto al consumo como al empleo, pues elevan los costos de producción y deprimen la creación de nuevas fuentes de trabajo.
Incluso, la académica del IIE señala que lejos de aceptar el impacto de estos nuevos impuestos, el gobierno trata de ocultarlos, en tanto el Banco de México intenta “cubrir” el incremento en los precios.
La especialista concluye que “es necesario implantar una política anticíclica que prevea la disminución de las tasas de interés —lo cual implicaría mayor inflación—, bajar las tasas al consumo y fortalecer sectores industriales”.
Los perjuicios de la implementación de la política fiscal, que incluye nuevos impuestos a la gasolina y el IETU, fueron señalados días después de su aprobación en el Congreso: Roberto Salinas León, presidente del Mexico Business Forum, advirtió que la reforma fiscal no sólo es insuficiente para solucionar el bajo nivel recaudatorio del gobierno mexicano, sino que incluso en el futuro se requerirá de una nueva reforma para corregir los errores u omisiones de ésta. Más aún, señaló que la implantación de estos nuevos impuestos servirá de poco debido a que continúan vivos los regímenes de exención, así como los incentivos para evitar, eludir y evadir el pago de impuestos.
Más yerros, señalan expertos
Por su parte, Mary Anastasia O’Grady, columnista de Wall Street Journal, considera que una reforma fiscal como la aprobada para México “ahuyenta al capital y no promueve el crecimiento”: en tanto que el IETU se suma al impuesto sobre la renta y “complica aún más el proceso de la declaración, no hay un recorte en la tasa tributaria, lo que sería clave para ampliar la base y atraer inversión para el crecimiento”.
Así, señala que con la aprobación de esta reforma “se afectó a la mano de obra calificada, pues termina siendo doblemente gravada, mientras las empresas tendrán un incentivo para remplazar a las personas por máquinas y retirar su apoyo o hacer ajustes económicos, con lo que seguramente el aumento en los impuestos ni siquiera generará los ingresos prometidos”.
Salinas León coincide con Gerardo Esquivel y Raúl Feliz, al afirmar que en México se requiere una reforma fiscal que amplíe la base gravable. Sin embargo, también estima que la experiencia mexicana indica que lejos de fortalecer las arcas, el gobierno ha demostrado que gasta los recursos públicos de manera inadecuada; es decir, en rubros como el gasto corriente, que no impulsan el crecimiento de la economía.
Respecto de las tasas de interés, Raúl Feliz asevera que, por mandato constitucional, el Banco de México está concentrado en el control de la inflación, por lo que ha implantado una política monetaria restrictiva.
Por su parte, Rodolfo Navarrete descarta que el gobierno mexicano acepte flexibilizar su política monetaria; por el contrario, afirma que será aún más restrictiva, lo cual desalentará aún más la inversión.
Esquivel explica que, a diferencia de la Fed, que históricamente ha demostrado poder mantener la estabilidad monetaria estadunidense y por mandato está obligada a velar por el crecimiento económico y el control de la inflación, el Banco de México sólo está obligado a controlar la inflación y no a fomentar el crecimiento. Además, califica como un error que el Banco Central no previera la desaceleración estadunidense y dejara crecer la inflación un punto arriba de su meta, pues esto no le permite disminuir las tasas de interés y flexibilizar el control de la inflación.
Como parte de una política anticíclica e incluso estructural, Feliz dice que el gobierno mexicano debería bajar las tasas de interés de 7.5% actual, a cuando menos 6.5%, lo que si bien no lograría impactos impresionantes sí contribuiría a disminuir los efectos recesivos. Además recomienda al gobierno mexicano “disminuir las tasas de impuestos para lograr ampliar la base recaudatoria, en vez de incrementarlas, así como ser más agresivo en las políticas de inversión y fomentar la competitividad del sector privado”.
Navarrete destaca que mientras en Estados Unidos las empresas acceden a créditos baratos, en México éstos son caros y restrictivos, lo cual disminuye la competitividad y hace que los mexicanos resientan aún más los efectos de la recesión estadunidense.
De acuerdo con Jonathan Heath, director de estudios económicos de HSBC en México, “lo más vergonzoso de los argumentos del gobierno para justificar un mejor desempeño este año ante la recesión de Estados Unidos, es la política fiscal”.
A través de la recaudación del IETU, dice Heath, “se va a financiar el programa nacional de inversión en infraestructura, que nos dará un impulso económico. En otras palabras, le vamos a quitar al sector privado para que el gobierno gaste más. En tanto, en Estados Unidos se le quitan recursos al sector público y se le regresan al privado (que es más eficiente) y así, estimulan la economía”.
Enojo mundial
Ante los desalentadores resultados en la economía estadunidenses, muchos países están ya en el borde de la recesión, afirma el profesor norteamericano Daniel Roubin, quien cita expresamente al Reino Unido, Irlanda y España, además de Grecia, Italia y Francia: “Europa no tiene ninguna dispensa especial de la crisis”.
Y es que el efecto jazz, como lo califica la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, tiene tales consecuencias en todas las economías del mundo que el mismo ex secretario de Estado, Henry Kissinger, considera que “la actual crisis está demostrando qué lejos ha ido el proceso de la globalización económica, en comparación con la globalización política”.
En efecto, más de un año de crisis en el sector inmobiliario estadunidense, provocado en gran medida por la mala predicción de las grandes instituciones financieras que decidieron especular con este mercado, generó una crisis hipotecaria que se tradujo en grandes pérdidas para los corporativos bancarios, los cuales se vieron obligados a recortar miles de empleos, explica Gerardo Esquivel, doctor en Economía y profesor en el Colegio de México.
Esto, aunado a la imposibilidad de pago de las deudas inmobiliarias y el incremento en el desempleo, repercutió en la capacidad de endeudamiento y por tanto en el consumo, explica.
Así, mientras los estadunidenses vieron serias repercusiones en rubros fundamentales como producción, inversión, empleo y consumo, los mercados bursátiles del mundo registraron los índices más bajos de los últimos años.
El nerviosismo provocado por la clara desaceleración económica estadunidense y por ende en la comunidad financiera internacional, generó tal sacudida bursátil y preocupación en los gobiernos de diversos países que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) informó de una disminución en el crecimiento de la economía de las naciones más industrializadas (que conforman el g-8) y advirtió que los países de la OCDE se dirigen también hacia la desaceleración.
La disminución del crecimiento estadunidense y su creciente impacto en la economía internacional fue tal que, además, el tema acaparó gran parte del Foro Mundial de Davos, donde Estados Unidos y el g-8 fueron acusados de “exportar” la crisis económica al resto del mundo, mientras que las economías emergentes son hoy garantía de estabilidad mundial.
De hecho, agrega el ex presidente del Banco Central de Nicaragua, Luis Enrique Figueroa, los daños están a la vista: “Recientemente destituyeron al presidente de Citigroup, debido a pérdidas multimillonarias y altos riesgos hipotecarios de casi 11 mil millones de dólares. Igual sucedió al presidente del Merril Lynch. Morgan Stanley anunció pérdidas asociadas a hipotecas por casi seis mil millones de dólares. Wachovia Corp. y Barclays en el Reino Unido anunciaron pérdidas hasta de 21 mil millones de dólares. El banco Francés BNP París congeló todos los depósitos de su división hipotecaria al verse en riesgo su patrimonio.
“Goldman Sachs, Bear Stearns, Deutsche Bank, suscribieron un acuerdo de cientos de millones de dólares en préstamos para fusiones corporativas y luego lo congelaron. El American Home Mortgage, décimo banco hipotecario en Estados Unidos, se declaró en suspensión de pagos. New Century y otras instituciones hicieron lo mismo”.
Este es “un momento difícil y peligroso para la economía mundial”, advierte el propio primer ministro británico, Gordon Brown, en una entrevista con el diario The Observer.
Y los bancos internacionales, añade Figueroa, “frente a un escenario tan riesgoso han reducido los créditos. Ante esta problemática, el Banco Central Europeo,
Una recesión en Estados Unidos “se traduciría en una caída en el crecimiento de la zona euro, lo que nos obliga a la adopción de medidas urgentes para enfrentar el impacto”, afirma por su parte el economista Christian Draeger, del Instituto de Investigación Económica alemán.
Por ello, el gobierno alemán “preparó un programa de urgencia en caso de que se produzca una recesión en un momento en que la situación económica es impredecible, cuando todavía no se sabe con precisión la magnitud de la crisis hipotecaria en Estados Unidos y el impacto a la economía mundial”, según el semanario Der Spiegel.
Pero todo es prácticamente inútil: la interconexión de los canales financieros y de crédito en el mundo facilita que se propague por la comunidad internacional esta recesión estadunidense… y nadie parece capaz de impedir que siga extendiéndose.
México y el mundo
Menos aún en países que, como el nuestro, lejos de esas actitudes previsoras no sólo no cuentan con una política económica anticíclica que proteja a la economía nacional de la recesión estadunidense, sino que además aplican medidas económicas restrictivas que impiden imprimir mayor dinamismo a la economía, con lo que los efectos pueden ser mucho mayores, insisten los analistas nacionales e internacionales consultados.
En el propio Foro Económico Mundial de Davos los expertos coincidieron en advertir que México sí corre un serio riesgo ante la virtual recesión en la economía estadunidense.
Debido a que incrementó su intercambio comercial con el vecino país del norte, México se halla en “una situación vulnerable”, según Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001.
Además, Stiglitz considera que la economía mexicana “no es más resistente” ahora que en el pasado para enfrentar los problemas financieros de Estados Unidos y subraya que otro factor de riesgo es que existen muchos bancos estadunidenses con presencia en México.
En este contexto, el especialista estima que México requiere de cambios urgentes en sus políticas para el desarrollo, basando inversiones en sectores como educación, tecnología de innovación e infraestructura.
“Entramos en un periodo muy doloroso (…) Esto puede acabar en lágrimas”, dice a su vez Stephen Roach, presidente de la banca de inversiones Morgan Stanley en Asia, quien estima que si bien Estados Unidos es la principal economía del mundo, sus vínculos con los mercados mundiales son indisputables, y las repercusiones podrían sentirse en varios países.
Y a la pregunta sobre si México podría salvarse de la recesión, Roach responde: “En México están en problemas. Las exportaciones mexicanas a Estados Unidos representan 25% de su producto interno bruto (PIB). Lo mismo ocurre con Canadá. ¿Cómo puede entrar Estados Unidos en la recesión y México seguir sin problemas?”.
Al respecto, el ex secretario norteamericano del Tesoro, John Snow, opina que para hacer frente a los efectos de una recesión de Estados Unidos, México necesita promover medidas urgentes y, por el momento, “no lo está haciendo”.
Efecto dominó
Y es que al disminuir la demanda de la población estadunidense, todos sus socios comerciales se ven seriamente afectados, pero especialmente México, quien ve reducido su comercio internacional debido a que 85% de sus exportaciones son dirigidas hacia esa nación.
Y además del impacto en los ingresos del sector fronterizo, se registran serias bajas en los ingresos de muchas familias que dependen de las remesas, de las cuales 90% provienen de trabajadores radicados en Estados Unidos.
Como una figura formada por fichas de dominó, van desencadenándose problemas en diversos sectores de la economía, “lo que origina que México esté ya en clara recesión”, afirma Gerardo Esquivel, de El Colegio de México.
En este sentido, analistas de
Al respecto, Esquivel y Rodolfo Navarrete, director de análisis de Vector Casa de Bolsa, señalan que esto es particularmente importante en México, pues aunque los niveles de desaceleración del crecimiento se reproducen en la economía mexicana, no ocurre lo mismo en las etapas de recuperación y crecimiento pleno de Estados Unidos, debido a que México no cuenta con la fortaleza necesaria para resistir el golpeteo de la crisis y menos aún con políticas anticíclicas que le permitan contrarrestar dichas caídas económicas.
Así, mientras muchos de los países reconocen que como resultado de la globalización son vulnerables a la desaceleración del motor de la economía mundial y adoptan políticas anticíclicas para reducir el impacto, México sólo reduce sus expectativas de crecimiento; mientras otros favorecen una política monetaria relajada, aquí se opta por una más restrictiva; mientras la mayoría de las naciones se inclinan por una política fiscal más relajada, aquí se endurece en exceso… todo lo cual, en el corto plazo, representará mayor carga para la economía nacional.
Los analistas son, por ello, lapidarios: México está equivocando la medicina con la que enfrenta la recesión mundial provocada por Estados Unidos.
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