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06 junio 2008

CON CALDERÓN LA PÉRDIDA EN EL PODER ADQUISITIVO DEL SALARIO MINIMO ES YA DEL 27%:

ES URGENTE UN INCREMENTO SALARIAL DE EMERGENCIA Y LA DEROGACION DEL IMPUESTO DEL 2% Y LA REGULACION EN EL MERCADO

Mario Di Costanzo,
Secretario de la Hacienda Pública,
Gobierno Legítimo

De acuerdo con datos obtenidos por la Secretaria de la Hacienda Pública del Gobierno Legitimo se observa que la evolución de los precios de 42 productos que componen la canasta básica revela que durante los 18 meses de administración de Felipe Calderón, el poder adquisitivo del salario mínimo ha registrado una pérdida acumulada que asciende al 27% y que se acentuará durante los próximos meses afectando con ello el nivel de vida de toda la población.

Para corroborar lo anterior sólo basta señalar, que de acuerdo con información publicada por la Procuraduría Federal del Consumidor se observa que, en diciembre de 2006, el costo de “una canasta básica” de 42 productos se ubicó en 818.44 pesos, lo que significa que una persona que percibiera el salario mínimo tenía que destinar 134.81 horas de trabajo, es decir 16.8 días de trabajo (en jornadas de 8 horas), para adquirir estos productos, mientras que para el mes de mayo del presente año, la misma persona tiene que destinar 183 horas de trabajo, es decir 23 días de trabajo (en jornadas de 8 horas) para adquirir la misma canasta de 42 productos básicos para su sustento.

Así por ejemplo productos como el frijol, la lenteja, el huevo, el arroz, la carne, el pollo han registrado incrementos superiores al 50% , por lo que por ejemplo mientras que una persona que percibiera el salario mínimo en enero de 2006, tenía que destinar 2.54 horas de trabajo para adquirir un kilo de frijol, para el mes de mayo del presente año, tiene que destinar 2.74 horas de trabajo para adquirir el mismo producto, o para adquirir un kilogramo de carne molida a la que ahora tiene que dedicar 10.81 horas de trabajo, mientras que hace 18 meses tenía que destinar 10.14 horas de trabajo.

Cabe señalar que el repunte en el crecimiento de los precios y en especial en el caso de los alimentos, afectan mucho más a las personas de bajos ingresos, ya que de acuerdo a la última encuesta de ingreso-gasto, llevada a cabo por el INEGI, los mexicanos destinan en promedio el 30% de su ingreso para adquirir alimentos, el 18% de este para transporte, el 15% para educación entre otros.

Esta situación deteriorara aún más la precaria distribución del ingreso en el país, y polarizara aún más a la sociedad, ya que por ejemplo como señalamos anteriormente, mientras que un obrero requiere actualmente de 23 días de trabajo para adquirir una canasta básica, Felipe Calderón o Agustín Carstens, dados los salarios que perciben requieren de tan sólo 1.9 horas de trabajo para adquirir esta canasta básica de 42 productos.

Hay que recordar la entrada en vigor del impuesto del 2% a las transacciones en efectivo, reducirá aún más el poder adquisitivo de las personas, por lo que debe ser derogado.

A esta situación se añade el intermediarismo y la especulación sobre todo en el sector de granos básicos, frutas y legumbres y hortalizas que se explica por la existencia de grandes y poderosas empresas, que debido a la capacidad económica que tienen actúan como monopolios o bien se ponen de acuerdo entre varias ejerciendo un control oligopolio del mercado en el que operan.

Esta situación que desde hace mucho tiempo ha existido en nuestro país, se ha manifestado más duramente, por el “efecto aparente” del incremento de los alimentos a nivel mundial.

De esta manera, si revisamos los precios al mayoreo de diversos productos que se pueden adquirir en la central de abasto y los comparamos con los que se pueden encontrar en la diferentes tiendas de autoservicio como; Wall Mart, Chedraui, Comercial Mexicana o Soriana, nos damos cuenta que en la mayoría de los casos, existen diferencias que pueden ser hasta del 500%.

Así por ejemplo, se observa que mientras que el maíz blanco, el frijol, la zanahoria y el pollo entero, se cotizaron la semana pasada en la central de Abasto del DF, en 3.40, 7.60, 2.86 y 7.60 pesos por kilogramo respectivamente, en las principales tiendas de autoservicio del DF y de la zona metropolitana, sus precios por kilogramo se ubicaron en 16.69, 18.00, 9.99 y 26.0 pesos por kilogramo; lo que significa un diferencia 390.8%, 136.84%, 249.30%, 242.1%, respectivamente. (véase cuadro 2).

Por ello, es preciso que el Senado de la República apruebe la iniciativa de Ley de Precios Competitivos que a finales del mes de noviembre de 2006, Andrés Manuel López Obrador, envió a los senadores del Frente Amplio Progresista.

Conviene recordar, que dicha ley persigue retornar a las políticas de “fijación o control de precios” sino más busca el combate a las prácticas monopólicas u oligopólicas en cuánto a su manifestación que es la existencia de “precios exagerados” en la economía.

Para ello, la Ley de Precios Competitivos que fue enviada al Senado de la República en el mes de noviembre de 2006, busca el establecimiento de una Comisión de Precios” que estaría analizando en base a diversos indicadores como índices de precios, costos, etc, el nivel que deben tener los precios al público, y cuándo esta Comisión determinara que existen elementos suficientes para determinar que el precio de un `bien o servicio es “exagerado” se tomarían las medidas conducentes.

Finalmente conviene mencionar que la Comisión de Precios, no estaría suplantando o duplicando las funciones de la Comisión Federal de Competencia, ya que mientras la primera combatiría la existencia de prácticas monopólicas u oligopólicas por sus efectos; la CFC continuaría combatiendo las prácticas monopólicas u oligopólicas por sus causas; es decir por la concentración del mercado o la dominancia.


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