Un centralismo que agobia al país y decisiones inconsultas del grupo gobernante sobre temas vitales que incumben a otros poderes de la Unión, sufrieron un revés en la 47 Reunión Interparlamentaria.
Pasó a mejor vida, por lo menos hasta 2009, el Plan México. De acuerdo a las consideraciones del presidente del Senado de Estados Unidos, Christopher Dood: “Pero fue desafortunado, debo agregar, que la propuesta de la Iniciativa Mérida se hiciera sin consultar las legislaturas mexicana y estadunidense”. Amén de que “Ni México ni Estados Unidos están o debieran estar, ante situación de emitir cheques en blanco”.
George Walker Bush, el titular del Ejecutivo del imperio más agresivo e intervencionista de que se tenga memoria, no consultó al Congreso de Estados Unidos y eso mandó a su Iniciativa Mérida, negociada en la más absoluta discreción con Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, al archivo del Capitolio.
Para el presidente de la Cámara de Senadores, Santiago Creel Miranda, atareado como está en su vida privada de conveniencia pública, como hombre que reconoce la paternidad de la niña Constanza Creel González cuatro años después y novio de la veinteañera Paulina Velasco Salcido, el gobierno mexicano no acepta “ayuda asistencialista”. Aquí no hubo ningún problema con no hacer ninguna consulta, pues el trazo de la política exterior es materia presidencial y Xicoténcatl sólo la convalida.
Si la ley de leyes así lo establece, Calderón Hinojosa y su gobierno no se van a tomar la molestia, reacios como son a cualesquiera consultas, diálogos y negociaciones de las decisiones políticas, económicas y sociales importantes.
No olvidemos que la reforma sexenal más trascendente, la de una mayor apertura de Petróleos Mexicanos a la inversión de las trasnacionales de la energía, por medio de seis iniciativas de ley que fueron formuladas de manera tan excluyente y errática que los mismos expertos cercanos al partido de la victoria cultural, Acción Nacional, advierten sobre los graves riesgos que corren legislativa y, sobre todo, judicialmente si no son modificadas, reforzadas.
Tampoco es omitible que la consulta que hoy todos aplauden y boicotea muy bien el aparato mediático, fue dable por la movilización en las calles y la toma de las tribunas del Congreso, pero desaprobada por la mayoría de los ciudadanos aunque algunos tienen la humildad intelectual de reconocer que sin el rechazo militante el paquete legislativo ya sería ley.
“¡México no solicita, ni está de acuerdo, con la ayuda asistencialista”, les dijo Creel Miranda a sus pares –muy dispares-- estadunidenses. Y tiene razón porque nuestro país pone muchas vidas humanas y cuantiosos recursos materiales en la guerra contra el narcotráfico. Y Estados Unidos aporta el mercado más gigante y adicto de la aldea global.
La frase se pronunció cuando no les quedó de otra, cuando el Capitolio no aprobó ayuda material sin condiciones y Calderón no está dispuesto a aceptarlas, sobre todo la supervisión del respeto de los derechos humanos por el Ejército.
Irritado como ya es frecuente que esté, el titular del Ejecutivo federal se puso a leerles la cartilla a sus colaboradores, y después de regañarlos les exigió “ponerse en los zapatos de la gente y en su realidad; pensar en cuánto tiene para comer ese día y cuánto le está beneficiando o afectando lo que hacemos”.
La fórmula presidencial es muy atinada. Sería recomendable que empezara por aplicarla en Los Pinos, así mismo, para que no tome decisiones básicas, como la Iniciativa Mérida, sin procesarlas políticamente y sin consultar a los presuntos beneficiarios que, por no ponerse en sus zapatos, resultan los primeros y más perjudicados.
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