Globalización, la de la economía, tendencia perniciosa, de las potencias económicas rapaces, de concentración de las distintas economías nacionales en un único modelo de mercado capitalista mundial, bajo el control de los intereses de las macroempresas trasnacionales; en colaboración con los corruptos gobiernos como fuerza de apoyo en el proceso de sujetación económica. Resultado directo de las políticas económicas neoliberales impulsadas por el Consenso de Washington, sede de los organismos financieros y económicos más poderosos: el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y el Fondo Monetario Internacional, que han establecido sus premisas políticas como doctrina obligada para los países subdesarrollados, tercermundistas.
Tal es el caso de México, que durante sus últimos 26 años (1982-2008) se ha venido aplicando una política neoliberal, cuyo punto de apoyo se basa principalmente en un modelo privatizador. Mismo modelo que da continuidad, en las llamadas “Reformas Estructurales”, la actual administración calderonista. El objetivo principal de las reformas estructurales consiste en la entrega de la infraestructura económica, los recursos naturales y energéticos al mercado global, y hacer que éste disponga de la mano de obra mexicana barata, convirtiéndolo en un país maquilador, hecho que ya se esta configurando, puesto que la economía nacional depende especialmente de sus exportaciones de manufacturas a Estados Unidos, con más del 73 % de sus envíos.
De tal manera que el incremento de la gasolina y el diesel, la aprobación de un presupuesto que otorga enormes subsidios a las grandes empresas, la modificación del régimen de jubilaciones y pensiones, la disminución de los subsidios a la educación, la salud y la ciencia, la negativa a la renegociación del TLCAN, el incremento de las ganancias del sector bancario en un 30%, la deuda interna que asciende a un billón 920 mil millones de pesos, el intento de descapitalizar PEMEX para su total privatización, etc., no son mas que los compromisos que tiene Calderón con los intereses de Washington y su plan estratégico de la globalización del mercado; que en nada benefician a la población mexicana. En este sentido 45 millones de mexicanos se encuentran en situación de pobreza, es decir, cerca del 50% de la población total, mientras que la concentración de la riqueza se haya repartida entre los diez multimillonarios del país.
Es así que la injerencia extranjera, soslayada por la colaboración del gobierno federal, no ha ocasionado más que una profunda desestabilización social, un escenario de injusticias: creciente pobreza, desempleo, inseguridad y violencia; de confrontaciones sociales: protestas de la oposición política, movilizaciones y demandas de los diversos sectores sociales; acompañados de las acciones del régimen reaccionario de eliminar a los “enemigos del Estado”, que incluyen violaciones a los derechos humanos y a las garantías individuales, secuestros, crímenes contra periodistas, encarcelamientos, operativos policíacos y despliegues de tropas militares, etc. Todo ello con la finalidad de asegurar que los intereses de los grandes corporativos de EE. UU. no se vean comprometidos, y crear las condiciones necesarias para la culminación de la estrategia neoliberal: la aprobación de la Reforma Energética (privatización de PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad), y la puesta en marcha de la Reforma Laboral , dos de las cuatro reformas estructurales, que en materia de economía, son las que le han sido encargadas a Calderón.
Para concluir, no es de sorprenderse que la guerra de Asia Central y de Medio Oriente, cuidadosamente camuflada como una “guerra contra el terrorismo”, emprendida por los EE. UU. en colaboración con Gran Bretaña, tenga las mismas connotaciones estratégicas de dominación económica y militar aquí en México, así como también en otros países latinoamericanos, emprendida por vía diplomática desde los acuerdos pactados del TLCAN, EL Plan Puebla-Panamá, y la pretendida implantación del ASPAN y el ALCA. Ya que ambas regiones forman parte del ambicioso plan geoestratégico militar estadounidense en la conquista y saqueo de las riquezas naturales de los suministros de oleoductos y gaseoductos; ya que los países musulmanes poseen el 70% de las reservas mundiales de petróleo; México posee solo 1.4% y EE. UU. el 2% de las reservas petroleras. Así como también, parte del plan imperial es asegurar el control de la producción de drogas en territorio afgano y colombiano, que aportan la mayor producción mundial de heroína y cocaína respectivamente, razón por la cual, de un lado hay una invasión militar, y del otro un llamado Plan Colombia; México por el contrario situado en el quinto lugar de producción de drogas, por debajo de Bolivia y Perú, pero no menos importante, es un punto estratégico de traspaso de drogas a los EE. UU. y Canadá que proviene de los países andinos, alrededor del 60% de la producción de la cocaína.
Es de entender entonces, que la tendencia del mercado global incluye al mercado criminal, y que las iniciativas del gobierno federal no son suyas, sino impuestas por los terroristas de la globalización. Por un lado, la llamada “lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada”, que ha ocasionado una militarización que conlleva innumerables crímenes contra civiles, así como la pendiente aprobación del Plan Mérida, remedo del Plan Colombia, no conllevan otro objetivo más que el de limpiar el territorio nacional y asegurar la entrada a los criminales extranjeros del trafico de drogas: las agencias de inteligencia estadounidense que protegen la producción y consumo de drogas.
Por el otro lado, la privatización de Petróleos Mexicanos, prácticamente semi-privatizado, imposibilitara en definitiva el desarrollo económico y social del país, ya de por si frenado por la entrada de los gobiernos neoliberales, pues al respecto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) afirmó que México será el país más bajo de la región con menor rendimiento económico, cuya economía se expandirá apenas 2.7 % frente al 3.3 % que alcanzó en 2007. Es evidente que el valor de la producción petrolera mexicana, cuyas exportaciones se cotizan en 112.06 dólares por barril, y se prevé un incremento de hasta 200 dls, al mismo tiempo que registraron en el primer cuatrimestre un monto de 15 mil 404 millones de dls. superior en 52% al del año anterior, benefician directamente a las grandes trasnacionales del petróleo, con quienes se tiene el compromiso de hacer legal y constitucional la entrega de la Paraestatal.
Todo ello esta arrastrando al país hacia una consecuencia de enormes dimensiones: la eliminación del Estado de Derecho y la pérdida total de la soberanía nacional, sustituidos por la deshumanizante visión de la ley del mercado global.
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