Por: Laura M. López Murillo
En algún lugar del barroco, donde se obstruyeron los engranes del progreso, las inercias se adornaron y los prejuicios se disimularon; por eso, el barroco se manifiesta cuando la simplicidad de la razón se elude con una profusión de argumentos y la sobriedad de las ideas se confunde en una exuberancia de motivos…
El 22 de julio culminan los foros celebrados en el Senado de la República en torno a la iniciativa de reforma de Petróleos Mexicanos (Pemex), pero después de la efervescencia del debate, la situación es tan rebuscada como el barroco.
En una veintena de foros se expusieron cientos de opiniones y datos duros; se ponderaron diversas aristas para encontrar la cuadratura del círculo hasta que se alcanzó uno de los límites del hartazgo nacional.
Como se esperaba, el interés público en los foros declinó paulatinamente; como se tenía previsto, al final del debate se presentaran propuestas alternas a la iniciativa del ejecutivo, porque se pretende apresurar la aprobación de una reforma que satisfaga los intereses de la partidocracia.
Pero a pesar de la grandilocuencia argumentativa, las florituras del discurso oficial no lograron ocultar que Pemex es una empresa rentable, que es la tercera petrolera del mundo, que su problemática radica en el destino de la riqueza generada porque ya es innegable que Pemex ha sido, y sigue siendo la mayor fuente de riqueza para la élite política.
Casi al final de las exposiciones, cuando la atención pública se disipaba hacia otros rumbos, se dilucidó el aspecto más turbio de la reforma: el Auditor Superior de la Federación, Arturo González de Aragón, expuso que dominan la opacidad, la complejidad y la confusión en las empresas en las que Pemex tiene participación accionaria y pidió revisar a fondo el régimen laboral de la paraestatal y su relación con el sindicato, debido a inconsistencias en los padrones de pensiones y jubilaciones.
Pemex, es la joya de la economía mexicana, con un valor en el mercado de 460 mil 652 millones de dólares, cuyos activos que superan a tres de las principales petroleras del Medio Oriente. Sin embargo, prevalecen la corrupción y la opacidad en un marco legal hacendario que exprime a la paraestatal para resolver los grandes problemas tributarios y la deficiencia regulatoria que aquejan al país, como el hecho de que la devolución de impuestos se encuentre altamente concentrada.
Es innegable que durante veinte foros celebrados, la opinión de los expertos, académicos, investigadores y profesores no coincidió con la iniciativa del gobierno federal, y se advirtió que al privatizar algunas actividades de Pemex se debilitará al sector público y entregará una creciente renta petrolera a una minoría integrada por intereses privados y extranjeros.
Pero el barroco mexicano, ese compendio de perplejidades, tratará de imponerse a la razón: las bancadas del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y del Revolucionario Institucional (PRI) ya se disponen presentar cuanto antes una propuesta alterna a la iniciativa del ejecutivo que concilie sus intereses y disperse la percepción social. Por un influjo churrigueresco la afluencia de informes y perspectivas se condensará en el recoveco de una negociación partidista… porque la simplicidad de la razón se eludió con una profusión de argumentos y la sobriedad de las ideas se confundió en una exuberancia de motivos…
En algún lugar del barroco, donde se obstruyeron los engranes del progreso, las inercias se adornaron y los prejuicios se disimularon; por eso, el barroco se manifiesta cuando la simplicidad de la razón se elude con una profusión de argumentos y la sobriedad de las ideas se confunde en una exuberancia de motivos…
El 22 de julio culminan los foros celebrados en el Senado de la República en torno a la iniciativa de reforma de Petróleos Mexicanos (Pemex), pero después de la efervescencia del debate, la situación es tan rebuscada como el barroco.
En una veintena de foros se expusieron cientos de opiniones y datos duros; se ponderaron diversas aristas para encontrar la cuadratura del círculo hasta que se alcanzó uno de los límites del hartazgo nacional.
Como se esperaba, el interés público en los foros declinó paulatinamente; como se tenía previsto, al final del debate se presentaran propuestas alternas a la iniciativa del ejecutivo, porque se pretende apresurar la aprobación de una reforma que satisfaga los intereses de la partidocracia.
Pero a pesar de la grandilocuencia argumentativa, las florituras del discurso oficial no lograron ocultar que Pemex es una empresa rentable, que es la tercera petrolera del mundo, que su problemática radica en el destino de la riqueza generada porque ya es innegable que Pemex ha sido, y sigue siendo la mayor fuente de riqueza para la élite política.
Casi al final de las exposiciones, cuando la atención pública se disipaba hacia otros rumbos, se dilucidó el aspecto más turbio de la reforma: el Auditor Superior de la Federación, Arturo González de Aragón, expuso que dominan la opacidad, la complejidad y la confusión en las empresas en las que Pemex tiene participación accionaria y pidió revisar a fondo el régimen laboral de la paraestatal y su relación con el sindicato, debido a inconsistencias en los padrones de pensiones y jubilaciones.
Pemex, es la joya de la economía mexicana, con un valor en el mercado de 460 mil 652 millones de dólares, cuyos activos que superan a tres de las principales petroleras del Medio Oriente. Sin embargo, prevalecen la corrupción y la opacidad en un marco legal hacendario que exprime a la paraestatal para resolver los grandes problemas tributarios y la deficiencia regulatoria que aquejan al país, como el hecho de que la devolución de impuestos se encuentre altamente concentrada.
Es innegable que durante veinte foros celebrados, la opinión de los expertos, académicos, investigadores y profesores no coincidió con la iniciativa del gobierno federal, y se advirtió que al privatizar algunas actividades de Pemex se debilitará al sector público y entregará una creciente renta petrolera a una minoría integrada por intereses privados y extranjeros.
Pero el barroco mexicano, ese compendio de perplejidades, tratará de imponerse a la razón: las bancadas del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y del Revolucionario Institucional (PRI) ya se disponen presentar cuanto antes una propuesta alterna a la iniciativa del ejecutivo que concilie sus intereses y disperse la percepción social. Por un influjo churrigueresco la afluencia de informes y perspectivas se condensará en el recoveco de una negociación partidista… porque la simplicidad de la razón se eludió con una profusión de argumentos y la sobriedad de las ideas se confundió en una exuberancia de motivos…
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