Por Julio Pomar
Se hizo la consulta popular sobre la suerte del petróleo de México. Su éxito democrático y popular fue innegable, pese a vocecillas ladradoras discordantes. El contundente resultado fue el esperado: 84.7% de los ciudadanos se manifestaron contra la participación privada en las tareas que actualmente tiene fijadas la empresa estatal petrolera, Pemex, y 82.9% manifestó que no está de acuerdo con las iniciativas enviadas al Congreso (Senado) por Felipe Calderón.
Fueron derrotadas, entonces, las 6 iniciativas privatizantes de Calderón. Y lo fueron abrumadoramente. Los legisladores que actúen en el futuro para ver las reformas planteadas por el jefe de la administración pública federal, el panista Calderón, deberán innegablemente tomar en cuenta el resultado de esta consulta, que como se señaló ampliamente, no es “vinculante”, no es de observancia obligatoria.
Ganó el NO con esos amplísimos márgenes. Ello, pese a la cerrazón de las televisoras y las radios a difundir la realización de esta consulta popular que fue sin duda un elemento inhibidor de una participación ciudadana más amplia. Operaron los medios con silencio y cuando hablaron de la consulta lo hicieron para desacreditarla, por sus, dijeron, preguntas “amañadas”, centradas sólo en la pretensión privatizadora. Pero es evidente que estas preguntas fueron a lo central de la situación. ¿queremos privatizar Pemex o no queremos privatizarlo? Y la respuesta fue bien entendida.
En el Distrito Federal se estimó en 870 mil el monto inicial de los participantes en la consulta, según las autoridades del gobierno local. Faltan las cifras de nueve entidades más, que seguramente estarán a disposición en los siguientes días. La empresa encuestadora Mitofsky, que dirige el actuario Roy Campos, dio por su parte los resultados líneas atrás indicados, tras realizar una encuesta de salida, o a boca de urna, en 74 casillas del Distrito Federal, en la que pidió el sentido de su voto a 1,600 ciudadanos, en un universo de primer corte de 181 casillas ya contabilizadas hacia la hora de cierre de las casillas (las 18:00).
Que hayan acudido cientos de miles de ciudadanos en todo el país, si no es que millones, es un dato muy importante de este ejercicio democrático, en un país donde todo antes se ventilaba en las oscuridades del conciliábulo entre cúpulas y élites. La compulsa democrática que fue este ejercicio popular no tiene parangón en la historia mexicana. Muestra, entre otras cosas, la necesidad de elevar a rango constitucional el referéndum, el plebiscito y la consulta popular como mecanismos de consulta democrática.
Las cifras que dio del gobierno del DF, sobre 181 mesas contabilizadas y 28 mil 038 personas, fueron las siguientes: A la primera pregunta, “Actualmente la explotación, transporte, distribución, almacenamiento y distribución de los hidrocarburos son actividades exclusivas del gobierno, ¿está de acuerdo o no está de acuerdo que en esas actividades puedan ahora participar empresas privadas?”. La respuesta fue, por el SI, un 15.3%, y por el NO el 84.7%.
A la segunda pregunta, “En general, ¿está de acuerdo o no está de acuerdo con que se aprueben las iniciativas relativas a la reforma energética que se debaten actualmente en el Congreso de la Unión?”, un 17.1% votó por el SI, y un un 82.9% por el NO.
Lo cual configura una muestra absolutamente válida, estadísticamente hablando, del resultado de la consulta. Pero ésta en su conjunto, a su vez, vendrá a ser una muestra estadística también válida, de lo que en general la sociedad mexicana opina sobre el intento calderonista de enajenar el petróleo a manos privadas, extranjeras o nacionales.
Así que los privatizadores deberán afinar la puntería en otra ocasión, si es que se les da. Ellos confían en el arreglo entre cúpulas legislativas, como lo hicieron en la elección presidencial del 2006, en que esperan echar adelante las reformas privatizantes. Faltará ver qué impacto habrá causado en los legisladores la consulta de hoy domingo 27 de julio de 2008, día del naufragio de la primera intentona calderonista.
Se hizo la consulta popular sobre la suerte del petróleo de México. Su éxito democrático y popular fue innegable, pese a vocecillas ladradoras discordantes. El contundente resultado fue el esperado: 84.7% de los ciudadanos se manifestaron contra la participación privada en las tareas que actualmente tiene fijadas la empresa estatal petrolera, Pemex, y 82.9% manifestó que no está de acuerdo con las iniciativas enviadas al Congreso (Senado) por Felipe Calderón.
Fueron derrotadas, entonces, las 6 iniciativas privatizantes de Calderón. Y lo fueron abrumadoramente. Los legisladores que actúen en el futuro para ver las reformas planteadas por el jefe de la administración pública federal, el panista Calderón, deberán innegablemente tomar en cuenta el resultado de esta consulta, que como se señaló ampliamente, no es “vinculante”, no es de observancia obligatoria.
Ganó el NO con esos amplísimos márgenes. Ello, pese a la cerrazón de las televisoras y las radios a difundir la realización de esta consulta popular que fue sin duda un elemento inhibidor de una participación ciudadana más amplia. Operaron los medios con silencio y cuando hablaron de la consulta lo hicieron para desacreditarla, por sus, dijeron, preguntas “amañadas”, centradas sólo en la pretensión privatizadora. Pero es evidente que estas preguntas fueron a lo central de la situación. ¿queremos privatizar Pemex o no queremos privatizarlo? Y la respuesta fue bien entendida.
En el Distrito Federal se estimó en 870 mil el monto inicial de los participantes en la consulta, según las autoridades del gobierno local. Faltan las cifras de nueve entidades más, que seguramente estarán a disposición en los siguientes días. La empresa encuestadora Mitofsky, que dirige el actuario Roy Campos, dio por su parte los resultados líneas atrás indicados, tras realizar una encuesta de salida, o a boca de urna, en 74 casillas del Distrito Federal, en la que pidió el sentido de su voto a 1,600 ciudadanos, en un universo de primer corte de 181 casillas ya contabilizadas hacia la hora de cierre de las casillas (las 18:00).
Que hayan acudido cientos de miles de ciudadanos en todo el país, si no es que millones, es un dato muy importante de este ejercicio democrático, en un país donde todo antes se ventilaba en las oscuridades del conciliábulo entre cúpulas y élites. La compulsa democrática que fue este ejercicio popular no tiene parangón en la historia mexicana. Muestra, entre otras cosas, la necesidad de elevar a rango constitucional el referéndum, el plebiscito y la consulta popular como mecanismos de consulta democrática.
Las cifras que dio del gobierno del DF, sobre 181 mesas contabilizadas y 28 mil 038 personas, fueron las siguientes: A la primera pregunta, “Actualmente la explotación, transporte, distribución, almacenamiento y distribución de los hidrocarburos son actividades exclusivas del gobierno, ¿está de acuerdo o no está de acuerdo que en esas actividades puedan ahora participar empresas privadas?”. La respuesta fue, por el SI, un 15.3%, y por el NO el 84.7%.
A la segunda pregunta, “En general, ¿está de acuerdo o no está de acuerdo con que se aprueben las iniciativas relativas a la reforma energética que se debaten actualmente en el Congreso de la Unión?”, un 17.1% votó por el SI, y un un 82.9% por el NO.
Lo cual configura una muestra absolutamente válida, estadísticamente hablando, del resultado de la consulta. Pero ésta en su conjunto, a su vez, vendrá a ser una muestra estadística también válida, de lo que en general la sociedad mexicana opina sobre el intento calderonista de enajenar el petróleo a manos privadas, extranjeras o nacionales.
Así que los privatizadores deberán afinar la puntería en otra ocasión, si es que se les da. Ellos confían en el arreglo entre cúpulas legislativas, como lo hicieron en la elección presidencial del 2006, en que esperan echar adelante las reformas privatizantes. Faltará ver qué impacto habrá causado en los legisladores la consulta de hoy domingo 27 de julio de 2008, día del naufragio de la primera intentona calderonista.
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