Jacobo Zabludovsky
Bucareli
Los próximos 15 días traen acontecimientos políticos decisivos para el sexenio. Tres asuntos clave destacan en el calendario de la polémica pública, tres fechas que marcan plazos para bien o para mal.
15 de julio. La Secretaría de Finanzas del Gobierno del Distrito Federal lanzará la convocatoria internacional para la licitación del tranvía Pino Suárez-Buenavista. Por urgencias de viaje escribo este artículo el viernes y espero que hoy, cuando usted lo lee, Marcelo Ebrard haya impedido que eso ocurra. No es tema trivial este del tranvía —que en realidad abarca más de lo convocado, pues llega hasta Jesús María—, habida cuenta de los daños que causará al Centro Histórico más importante de América y posiblemente a su promotor, el jefe de Gobierno del DF, quien sigue siendo un precandidato a la Presidencia de la República a pesar de la tragedia de la discoteca. Lo único que no necesita es un nuevo problema y lo tendrá, grave, si insiste en el adefesio tranviario.
Cuando hablo de daños incluyo, en primer lugar, a los habitantes de la zona. A quienes ahí viven y trabajan, a los dueños de la peluquería, la fonda, el consultorio, la academia, la librería, la cantina, a los curas de las pequeñas parroquias, ancianos del asilo, panaderos y tortilleras, papelerías, meseros que viven de las propinas. El centro no es un cementerio, sino un lugar habitado por personas que pasan de la pobreza a la miseria, víctimas de obras de esta dimensión. Con Andrés Manuel López Obrador se logró el rescate del centro que padecía el deterioro de siglos, abandonado a su suerte, inseguro y sucio, transformándolo en lo que hoy nos llena de orgullo. Sufrieron los vecinos, pero había una razón evidente. El tranvía no es razón. El tendido de las vías equivale a la explosión de una bomba. Además de su recorrido de 10 kilómetros los rieles atraviesan 120 calles donde durante dos años se interrumpirá la circulación, como en el eje Lázaro Cárdenas que será partido en el cruce con Independencia-16 de Septiembre, de ida, y en Tacuba-Puente de Alvarado de regreso. El tranvía daría vuelta en 15 esquinas de 90 grados con una curva que clausuraría, durante los trabajos, el paso por esos cruceros. Los vecinos no merecen ese desprecio. Un desastre.
22 de julio. Este día terminan los foros de análisis de la reforma energética y los senadores comienzan a dictaminar, labor sin fecha de conclusión. El debate fue producto de la toma de la tribuna legislativa, porque el deseo del presidente Felipe Calderón era obtener la aprobación en los escasos días restantes de ese abril en que presentó la propuesta de asociarse a empresas privadas, intención que, mediante escándalo, se cambió por la de fortalecer a Pemex. Las posturas radicalizadas permiten suponer que los partidos en el poder (PAN y PRI, no necesariamente en ese orden), llegarán a un acuerdo de moderar ciertas formas para conservar en el fondo la intención original de todo este asunto.
No agrego a las fechas la del 24 de julio, día en que López Obrador invitó al ciudadano Calderón a discutir con él en público, a tres caídas sin límite de tiempo, porque tengo la ligera sospecha de que Felipe Calderón, así, sin título, tiene muy llena su agenda.
27 de julio. Día de la consulta nacional, en tres etapas, sobre la reforma petrolera. El Partido de la Revolución Democrática, López Obrador que es una fuerza dentro y aparte del partido, Marcelo Ebrard, el personaje de izquierda llevado por el voto popular, este sí incuestionable, al puesto político más importante del país después de la Presidencia, los ciudadanos sin partido convencidos de que el petróleo es base de la soberanía (o lo que de ella queda) y de la economía de México, los descontentos, los desesperados, los miserables que son millones, tal vez manifiesten con su voto no sólo su opinión en torno al tema concreto, sino lo conviertan en una especie de plebiscito sobre la situación general de nuestro país. De ahí puede derivar una protesta cuyos alcances, forma y consecuencia sería aventurado predecir. Lo único desaconsejable es que los poderes Ejecutivo y Legislativo ignoren la dimensión de lo que ocurrirá este día.
Benito Juárez habló alguna vez de la medianía como modo de vida recomendable a quienes ejercen una función pública. La recomendación ha sido acatada por los funcionarios de hoy. Con una pequeña diferencia debida, tal vez, a una mala lectura del discurso del Benemérito o a una interpretación tan de buena fe como torcida. Don Benito aludía a medio tono en la ostentación, los lujos, los excesos, los abusos, la soberbia, la voracidad y la prepotencia. No a la medianía del talento, que es la única que han cumplido nuestros conocidos. Estas tres fechas son buenas oportunidades de superarse. Hagan el esfuerzo.
Bucareli
Los próximos 15 días traen acontecimientos políticos decisivos para el sexenio. Tres asuntos clave destacan en el calendario de la polémica pública, tres fechas que marcan plazos para bien o para mal.
15 de julio. La Secretaría de Finanzas del Gobierno del Distrito Federal lanzará la convocatoria internacional para la licitación del tranvía Pino Suárez-Buenavista. Por urgencias de viaje escribo este artículo el viernes y espero que hoy, cuando usted lo lee, Marcelo Ebrard haya impedido que eso ocurra. No es tema trivial este del tranvía —que en realidad abarca más de lo convocado, pues llega hasta Jesús María—, habida cuenta de los daños que causará al Centro Histórico más importante de América y posiblemente a su promotor, el jefe de Gobierno del DF, quien sigue siendo un precandidato a la Presidencia de la República a pesar de la tragedia de la discoteca. Lo único que no necesita es un nuevo problema y lo tendrá, grave, si insiste en el adefesio tranviario.
Cuando hablo de daños incluyo, en primer lugar, a los habitantes de la zona. A quienes ahí viven y trabajan, a los dueños de la peluquería, la fonda, el consultorio, la academia, la librería, la cantina, a los curas de las pequeñas parroquias, ancianos del asilo, panaderos y tortilleras, papelerías, meseros que viven de las propinas. El centro no es un cementerio, sino un lugar habitado por personas que pasan de la pobreza a la miseria, víctimas de obras de esta dimensión. Con Andrés Manuel López Obrador se logró el rescate del centro que padecía el deterioro de siglos, abandonado a su suerte, inseguro y sucio, transformándolo en lo que hoy nos llena de orgullo. Sufrieron los vecinos, pero había una razón evidente. El tranvía no es razón. El tendido de las vías equivale a la explosión de una bomba. Además de su recorrido de 10 kilómetros los rieles atraviesan 120 calles donde durante dos años se interrumpirá la circulación, como en el eje Lázaro Cárdenas que será partido en el cruce con Independencia-16 de Septiembre, de ida, y en Tacuba-Puente de Alvarado de regreso. El tranvía daría vuelta en 15 esquinas de 90 grados con una curva que clausuraría, durante los trabajos, el paso por esos cruceros. Los vecinos no merecen ese desprecio. Un desastre.
22 de julio. Este día terminan los foros de análisis de la reforma energética y los senadores comienzan a dictaminar, labor sin fecha de conclusión. El debate fue producto de la toma de la tribuna legislativa, porque el deseo del presidente Felipe Calderón era obtener la aprobación en los escasos días restantes de ese abril en que presentó la propuesta de asociarse a empresas privadas, intención que, mediante escándalo, se cambió por la de fortalecer a Pemex. Las posturas radicalizadas permiten suponer que los partidos en el poder (PAN y PRI, no necesariamente en ese orden), llegarán a un acuerdo de moderar ciertas formas para conservar en el fondo la intención original de todo este asunto.
No agrego a las fechas la del 24 de julio, día en que López Obrador invitó al ciudadano Calderón a discutir con él en público, a tres caídas sin límite de tiempo, porque tengo la ligera sospecha de que Felipe Calderón, así, sin título, tiene muy llena su agenda.
27 de julio. Día de la consulta nacional, en tres etapas, sobre la reforma petrolera. El Partido de la Revolución Democrática, López Obrador que es una fuerza dentro y aparte del partido, Marcelo Ebrard, el personaje de izquierda llevado por el voto popular, este sí incuestionable, al puesto político más importante del país después de la Presidencia, los ciudadanos sin partido convencidos de que el petróleo es base de la soberanía (o lo que de ella queda) y de la economía de México, los descontentos, los desesperados, los miserables que son millones, tal vez manifiesten con su voto no sólo su opinión en torno al tema concreto, sino lo conviertan en una especie de plebiscito sobre la situación general de nuestro país. De ahí puede derivar una protesta cuyos alcances, forma y consecuencia sería aventurado predecir. Lo único desaconsejable es que los poderes Ejecutivo y Legislativo ignoren la dimensión de lo que ocurrirá este día.
Benito Juárez habló alguna vez de la medianía como modo de vida recomendable a quienes ejercen una función pública. La recomendación ha sido acatada por los funcionarios de hoy. Con una pequeña diferencia debida, tal vez, a una mala lectura del discurso del Benemérito o a una interpretación tan de buena fe como torcida. Don Benito aludía a medio tono en la ostentación, los lujos, los excesos, los abusos, la soberbia, la voracidad y la prepotencia. No a la medianía del talento, que es la única que han cumplido nuestros conocidos. Estas tres fechas son buenas oportunidades de superarse. Hagan el esfuerzo.
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