Por: Jorge Altamira
En los días que corren, el sistema financiero internacional, incluido el régimen estatal, ha dado un largo paso hacia el abismo. Las dos entidades principales de préstamos hipotecarios de Estados Unidos, Fannie Mae y Freddie Mac, han caído en la insolvencia; las hipotecas que tienen en su poder valen menos que las deudas que acumularon para financiarlas. Lo curioso es que fueron creadas -una en la década del '30, la otra en los '50-, para rescatar a Estados Unidos de la Gran Depresión mediante un enérgico plan de construcción de viviendas. Ahora el gobierno norteamericano enfrenta la necesidad de rescatarlas a ellas. Otra ‘curiosidad': hace sólo unos pocos meses atrás, las dos entidades eran mencionadas como las herramientas que podrían rescatar a los bancos amenazados de bancarrota debido al derrumbe de sus créditos hipotecarios. Nada ilustra mejor, como la insolvencia de estos bancos, los retortijones de la crisis mundial y la fenomenal confusión de los encargados de lidiar con ella.
Supervisados sin control
Fannie Mae y Freddie Mac tienen la peculiaridad de ser bancos privados, aunque creados por ley. Los dueños son sus accionistas, pero cuenta con un respaldo estatal que se supone ilimitado. En consecuencia se encuentran, por un lado, extremadamente regulados y, por el otro, cuentan con piedra libre para hacer cualquier cosa porque los banca el Estado. En esta última capacidad han acumulado una deuda de alrededor de 5 billones 500 mil millones de dólares (nada menos que la mitad de todo el mercado hipotecario norteamericano), con un capital que no supera los 70.000 millones - o sea el 1,5% de su balance. Como los créditos y garantías financiadas por aquella deuda han caído estrepitosamente, se encuentran técnicamente quebrados. No sorprende que el valor de sus acciones se haya desplomado un 90% en el último año. Las ‘mellizas' en cuestión no valen literalmente nada, lo cual entraña la amenaza de quiebra para todos los tenedores de su deuda. Dada la magnitud en juego, no haría falta nada más para decretar el cese del movimiento financiero internacional. Las hipotecas en poder de las ‘mellizas' no son, sin embargo, aquellas calificadas de ‘basura' o de ‘baja calidad', sino las más solventes del mercado. Esto da una idea del derrumbe del crédito hipotecario en Estados Unidos.
La ‘saga' de las dos F resulta aún más apasionante, porque una gran porción de la deuda se encuentra fuera de Estados Unidos, más precisamente en Japón y en China, por una suma de 1 billón 300 mil millones de dólares. Una tajada enorme del famoso superávit comercial de estos dos colosos se encuentra enterrado en las ‘mellizas'. ¿Habrá alguien que aún recuerde la versión de que las economías de Estados Unidos y China se encontraban ‘desacopladas'? Si el Tesoro norteamericano o su banco central mandaran a las dos F a un concurso de acreedores, tendríamos enseguida un terremoto financiero en toda Asia. Algunos conocedores del mercado dicen que esa deuda se encuentra en manos de 'inversores sofisticados', otros aseguran que está en poder de los bancos centrales. Ya nos vamos a enterar.
Yanquis sin ‘investment grade'
La remanida frase de que 'son muy grandes para dejarlas caer' no engaña a nadie. La deuda de las ‘mellizas' supera a la del Tesoro norteamericano, que es un billón inferior - de 4 billones 500 mil millones de dólares. Ni siquiera el estado norteamericano se podría hacer cargo del muerto. Esto entraña la posibilidad de una reducción de la calificación de la deuda pública de Estados Unidos -lo cual la haría perder su condición única de refugio universal del capital mundial. Ya mismo, la deuda de las dos hipotecarias se está negociando cerca de dos puntos por encima de la deuda del Tesoro, o sea al 6% contra el 4%, a pesar de que ambas tienen garantía del Estado. Esa brecha en la tasa de interés de F y F respecto a la del Tesoro significa que su deuda vale ya en el mercado un 10% menos que su registro en los libros: una pérdida de ! alrededor de 600.000 millones de dólares. Para ponerla en contexto digamos que es igual al total de las pérdidas registradas por el sistema bancario desde que comenzó la presente crisis, en julio de 2007.
La orientación del gobierno Bush es salvar a las mellizas inyectando fondos públicos del presupuesto, a medida de las necesidades, además de ofrecerle la ventanilla de crédito que creó el Banco Central para el conjunto de los bancos. Mientras tanto, las hipotecarias deberían gestionar un desendeudamiento, o sea reduciendo a cero la renovación de créditos y destinando el ingreso de los que están en circulación a cancelar las obligaciones con los acreedores. Esto entrañaría, sin embargo, una contracción del crédito lo suficientemente enorme como para hundir a la economía en la depresión. Pero tampoco la capacidad del gobierno y del banco central es ilimitada; por eso algunos sugieren la nacionalización, lo cual convertiría al gobierno del ‘libre mercado' en la mayor inmobiliaria de la historia mundial, pero por sobre todo convertiría en ‘bonos basura' al conjunto de la deuda pública norteamericana. Para otros, en cambio, la consigna es: ‘traigamos a Lavagna'. En este caso, Kirchner asistiría, en el ocaso de su poder, a un intento del próximo gobierno estadounidense de renegociar la deuda de las ‘mellizas' con una quita a determinar de elevadas proporciones. La crisis financiera ha golpeado el centro nervioso del sistema de crédito de la principal potencia capitalista del planeta.
La inyección ‘ilimitada' de dólares y libras para rescatar ‘todo lo que no puede caer' a los bancos ha lanzado por la borda al dólar, que ya venía en picada desde 2003. En este contexto, las sucesivas decisiones de parte del Banco Central Europeo de subir la tasa de interés han sido interpretadas como una extorsión a la Reserva Federal norteamericana para que contenga la emisión de moneda y evite el derrumbe del dólar y la hiperinflación. Pero el BCE no puede continuar apretando el torniquete porque el ciclo de endeudamiento en Europa ha llegado al final y ahora comienzan las noticias de quebrantos de carácter más general, como ha comenzado a ocurrir en España.
Cine continuado
De todos modos, siempre hay materia para consolarse, porque la crisis bancaria prosigue sin respiro. Acaba de presentar el concurso Indymac, con activos de 35 mil millones de dólares, que se comerá nada menos que el 10% de los recursos del Fondo de Garantía de los depósitos que cuentan con seguro; lo mismo está por ocurrir con una entidad mayor, Universal Mutual, y en la lista hay unos 300 bancos de porte mediano. Lo mismo le espera a bancos muchos mayores, como el Lehman Brothers, el Wachovia y el Citibank, cuyas acciones no paran de caer. Es decir que la banca central no ha logrado confinar el derrumbe de los bancos privados luego de sus operaciones de rescate, desde marzo pasado, cuando ya se le presenta el desafío mayor de las ‘mellizas'.
Algunos economistas han empezado a registrar una neta tendencia deflacionaria como consecuencia del derrumbe del crédito: por primera vez en 40 años la creación de crédito ha sido negativa en Estados Unidos. 'Mediciones claves de dólares en circulación, cuentas corrientes, y cuentas de ahorro (M1 y M2) se han ido contrayendo por varios meses. Un disminución dramática del crecimiento en los agregados M4 de Gran Bretaña (incluye depósitos y colocaciones a plazos) está haciendo sonar las campanas de alarma'. Para otros 'las condiciones de crédito son ahora las peores desde la Gran Depresión; la liquidación del crédito ha comenzado'. Que esto ocurra cuando los bancos centrales han abierto sin límites las canillas de la emisión monetaria para rescatar a los bancos en quiebra, muestra hasta qué grado el dinero! no refluye sobre el comercio y la producción, y marca con ello el comienzo de una depresión y de una generalización de la quiebra de bancos.
La deflación monetaria
Varios comentaristas señalan que el atesoramiento típico de la depresión se manifiesta en la acumulación de contratos en el mercado del petróleo, el cual funcionaría como ocurrió con el oro en la crisis del '30, cuando su cotización se disparó y obligó a la devaluación de numerosas divisas. Pero el petróleo es una materia prima de uso mucho más extendido que el oro en la producción industrial; permitir que su cotización se siga disparando provocaría un derrumbe planetario. La especulación con el petróleo y con las materias primas ni siquiera necesita del lubricante del dinero, porque se realiza ‘al descubierto', sobre la base de promesas que requieren un mínimo respaldo. Por eso no sería suficiente (como no lo está siendo) un aumento de tasas de interés para frenar la especulación, p! ero ese aumento podría mandar a la lona a todos aquellos que no pueden hacer frente a sus deudas -sean hipotecarias, de consumo o comerciales. Dos colosos están en la mira del desplome: General Motors y General Electric. España
se ha unido al pelotón de las naciones que hacen frente al derrumbe de inmobiliarias y bancos; lo mismo vale para Gran Bretaña y para Irlanda. Italia, Alemania y Francia enfrentan ya índices de recesión.
Es una verdadera torpeza criolla, propia del provincialismo de la burguesía local, seguir guitarreando la copla de que 'el mundo nos necesita' o 'tenemos demanda de soja por otra década'; ni qué decir del embelesamiento de Lozano, Macaluse, Mario Cafiero y el PCR con el desarrollo de la ‘burguesía rural'. En menos de lo que canta un gallo pasaremos de las ‘retenciones-a-los-precios-altos' a los ‘precios-sostén-para-salvar-a-las-economías-regionales'. La crisis mundial pone en cuestión todas las conquistas del capitalismo mundial en las últimas dos décadas, en primer lugar la restauración capitalista en la ex URSS y en China, y al propio capitalismo mundial.
En los días que corren, el sistema financiero internacional, incluido el régimen estatal, ha dado un largo paso hacia el abismo. Las dos entidades principales de préstamos hipotecarios de Estados Unidos, Fannie Mae y Freddie Mac, han caído en la insolvencia; las hipotecas que tienen en su poder valen menos que las deudas que acumularon para financiarlas. Lo curioso es que fueron creadas -una en la década del '30, la otra en los '50-, para rescatar a Estados Unidos de la Gran Depresión mediante un enérgico plan de construcción de viviendas. Ahora el gobierno norteamericano enfrenta la necesidad de rescatarlas a ellas. Otra ‘curiosidad': hace sólo unos pocos meses atrás, las dos entidades eran mencionadas como las herramientas que podrían rescatar a los bancos amenazados de bancarrota debido al derrumbe de sus créditos hipotecarios. Nada ilustra mejor, como la insolvencia de estos bancos, los retortijones de la crisis mundial y la fenomenal confusión de los encargados de lidiar con ella.
Supervisados sin control
Fannie Mae y Freddie Mac tienen la peculiaridad de ser bancos privados, aunque creados por ley. Los dueños son sus accionistas, pero cuenta con un respaldo estatal que se supone ilimitado. En consecuencia se encuentran, por un lado, extremadamente regulados y, por el otro, cuentan con piedra libre para hacer cualquier cosa porque los banca el Estado. En esta última capacidad han acumulado una deuda de alrededor de 5 billones 500 mil millones de dólares (nada menos que la mitad de todo el mercado hipotecario norteamericano), con un capital que no supera los 70.000 millones - o sea el 1,5% de su balance. Como los créditos y garantías financiadas por aquella deuda han caído estrepitosamente, se encuentran técnicamente quebrados. No sorprende que el valor de sus acciones se haya desplomado un 90% en el último año. Las ‘mellizas' en cuestión no valen literalmente nada, lo cual entraña la amenaza de quiebra para todos los tenedores de su deuda. Dada la magnitud en juego, no haría falta nada más para decretar el cese del movimiento financiero internacional. Las hipotecas en poder de las ‘mellizas' no son, sin embargo, aquellas calificadas de ‘basura' o de ‘baja calidad', sino las más solventes del mercado. Esto da una idea del derrumbe del crédito hipotecario en Estados Unidos.
La ‘saga' de las dos F resulta aún más apasionante, porque una gran porción de la deuda se encuentra fuera de Estados Unidos, más precisamente en Japón y en China, por una suma de 1 billón 300 mil millones de dólares. Una tajada enorme del famoso superávit comercial de estos dos colosos se encuentra enterrado en las ‘mellizas'. ¿Habrá alguien que aún recuerde la versión de que las economías de Estados Unidos y China se encontraban ‘desacopladas'? Si el Tesoro norteamericano o su banco central mandaran a las dos F a un concurso de acreedores, tendríamos enseguida un terremoto financiero en toda Asia. Algunos conocedores del mercado dicen que esa deuda se encuentra en manos de 'inversores sofisticados', otros aseguran que está en poder de los bancos centrales. Ya nos vamos a enterar.
Yanquis sin ‘investment grade'
La remanida frase de que 'son muy grandes para dejarlas caer' no engaña a nadie. La deuda de las ‘mellizas' supera a la del Tesoro norteamericano, que es un billón inferior - de 4 billones 500 mil millones de dólares. Ni siquiera el estado norteamericano se podría hacer cargo del muerto. Esto entraña la posibilidad de una reducción de la calificación de la deuda pública de Estados Unidos -lo cual la haría perder su condición única de refugio universal del capital mundial. Ya mismo, la deuda de las dos hipotecarias se está negociando cerca de dos puntos por encima de la deuda del Tesoro, o sea al 6% contra el 4%, a pesar de que ambas tienen garantía del Estado. Esa brecha en la tasa de interés de F y F respecto a la del Tesoro significa que su deuda vale ya en el mercado un 10% menos que su registro en los libros: una pérdida de ! alrededor de 600.000 millones de dólares. Para ponerla en contexto digamos que es igual al total de las pérdidas registradas por el sistema bancario desde que comenzó la presente crisis, en julio de 2007.
La orientación del gobierno Bush es salvar a las mellizas inyectando fondos públicos del presupuesto, a medida de las necesidades, además de ofrecerle la ventanilla de crédito que creó el Banco Central para el conjunto de los bancos. Mientras tanto, las hipotecarias deberían gestionar un desendeudamiento, o sea reduciendo a cero la renovación de créditos y destinando el ingreso de los que están en circulación a cancelar las obligaciones con los acreedores. Esto entrañaría, sin embargo, una contracción del crédito lo suficientemente enorme como para hundir a la economía en la depresión. Pero tampoco la capacidad del gobierno y del banco central es ilimitada; por eso algunos sugieren la nacionalización, lo cual convertiría al gobierno del ‘libre mercado' en la mayor inmobiliaria de la historia mundial, pero por sobre todo convertiría en ‘bonos basura' al conjunto de la deuda pública norteamericana. Para otros, en cambio, la consigna es: ‘traigamos a Lavagna'. En este caso, Kirchner asistiría, en el ocaso de su poder, a un intento del próximo gobierno estadounidense de renegociar la deuda de las ‘mellizas' con una quita a determinar de elevadas proporciones. La crisis financiera ha golpeado el centro nervioso del sistema de crédito de la principal potencia capitalista del planeta.
La inyección ‘ilimitada' de dólares y libras para rescatar ‘todo lo que no puede caer' a los bancos ha lanzado por la borda al dólar, que ya venía en picada desde 2003. En este contexto, las sucesivas decisiones de parte del Banco Central Europeo de subir la tasa de interés han sido interpretadas como una extorsión a la Reserva Federal norteamericana para que contenga la emisión de moneda y evite el derrumbe del dólar y la hiperinflación. Pero el BCE no puede continuar apretando el torniquete porque el ciclo de endeudamiento en Europa ha llegado al final y ahora comienzan las noticias de quebrantos de carácter más general, como ha comenzado a ocurrir en España.
Cine continuado
De todos modos, siempre hay materia para consolarse, porque la crisis bancaria prosigue sin respiro. Acaba de presentar el concurso Indymac, con activos de 35 mil millones de dólares, que se comerá nada menos que el 10% de los recursos del Fondo de Garantía de los depósitos que cuentan con seguro; lo mismo está por ocurrir con una entidad mayor, Universal Mutual, y en la lista hay unos 300 bancos de porte mediano. Lo mismo le espera a bancos muchos mayores, como el Lehman Brothers, el Wachovia y el Citibank, cuyas acciones no paran de caer. Es decir que la banca central no ha logrado confinar el derrumbe de los bancos privados luego de sus operaciones de rescate, desde marzo pasado, cuando ya se le presenta el desafío mayor de las ‘mellizas'.
Algunos economistas han empezado a registrar una neta tendencia deflacionaria como consecuencia del derrumbe del crédito: por primera vez en 40 años la creación de crédito ha sido negativa en Estados Unidos. 'Mediciones claves de dólares en circulación, cuentas corrientes, y cuentas de ahorro (M1 y M2) se han ido contrayendo por varios meses. Un disminución dramática del crecimiento en los agregados M4 de Gran Bretaña (incluye depósitos y colocaciones a plazos) está haciendo sonar las campanas de alarma'. Para otros 'las condiciones de crédito son ahora las peores desde la Gran Depresión; la liquidación del crédito ha comenzado'. Que esto ocurra cuando los bancos centrales han abierto sin límites las canillas de la emisión monetaria para rescatar a los bancos en quiebra, muestra hasta qué grado el dinero! no refluye sobre el comercio y la producción, y marca con ello el comienzo de una depresión y de una generalización de la quiebra de bancos.
La deflación monetaria
Varios comentaristas señalan que el atesoramiento típico de la depresión se manifiesta en la acumulación de contratos en el mercado del petróleo, el cual funcionaría como ocurrió con el oro en la crisis del '30, cuando su cotización se disparó y obligó a la devaluación de numerosas divisas. Pero el petróleo es una materia prima de uso mucho más extendido que el oro en la producción industrial; permitir que su cotización se siga disparando provocaría un derrumbe planetario. La especulación con el petróleo y con las materias primas ni siquiera necesita del lubricante del dinero, porque se realiza ‘al descubierto', sobre la base de promesas que requieren un mínimo respaldo. Por eso no sería suficiente (como no lo está siendo) un aumento de tasas de interés para frenar la especulación, p! ero ese aumento podría mandar a la lona a todos aquellos que no pueden hacer frente a sus deudas -sean hipotecarias, de consumo o comerciales. Dos colosos están en la mira del desplome: General Motors y General Electric. España
se ha unido al pelotón de las naciones que hacen frente al derrumbe de inmobiliarias y bancos; lo mismo vale para Gran Bretaña y para Irlanda. Italia, Alemania y Francia enfrentan ya índices de recesión.
Es una verdadera torpeza criolla, propia del provincialismo de la burguesía local, seguir guitarreando la copla de que 'el mundo nos necesita' o 'tenemos demanda de soja por otra década'; ni qué decir del embelesamiento de Lozano, Macaluse, Mario Cafiero y el PCR con el desarrollo de la ‘burguesía rural'. En menos de lo que canta un gallo pasaremos de las ‘retenciones-a-los-precios-altos' a los ‘precios-sostén-para-salvar-a-las-economías-regionales'. La crisis mundial pone en cuestión todas las conquistas del capitalismo mundial en las últimas dos décadas, en primer lugar la restauración capitalista en la ex URSS y en China, y al propio capitalismo mundial.
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