· Expertos de la UNAM y del Instituto Tecnológico de California, desarrollan un modelo de deslizamiento de la placa tectónica de Cocos por debajo de la de Norteamérica
· La investigadora del IGf, Xyoli Pérez Campos, encabeza el proyecto Experimento de Subducción Mesoamericana
· Algunos de los resultados se han dado a conocer en prestigiadas revistas como Geophysical Research Letters y Seismological Research Letters
Científicos de los institutos de Geofísica (IGf) de la UNAM y Tecnológico de California (CalTech), Estados Unidos, desarrollan un modelo dinámico de hundimiento o subducción de la placa tectónica de Cocos por debajo de la de Norteamérica, entre cuyos primeros resultados figura la identificación de la geometría de ese fenómeno en las costas de Guerrero, que se correlaciona con la actividad volcánica y sísmica del centro del país.
La investigadora del IGf, Xyoli Pérez Campos, quien encabeza el proyecto Experimento de Subducción Mesoamericana (MASE, por sus siglas en inglés), expuso que hasta ahora se desconocía lo que pasaba con la placa de Cocos, si seguía por debajo, si se rompía o cuáles eran sus características.
Se corroboró que entra con un ángulo pequeño, de alrededor de 15 grados, pero llega un momento en que se hace prácticamente horizontal. Este hecho sucede en pocas partes del mundo como Perú, Chile y Japón, reveló.
"Lo peculiar es que en la zona de México se registre a baja profundidad, unos 50 kilómetros, cerca de la corteza continental. Eso supondría ciertas condiciones mecánicas y grandes esfuerzos y, por lo tanto, se podrían esperar sismos más grandes", argumentó.
Sin embargo, eso no ocurre. Se observan otra serie de fenómenos: entre la corteza continental y la placa que se incrusta, existe una zona de "lubricación" que permite un deslizamiento más fácil y disminuye el potencial sísmico. Después de esta región, esta baldosa se clava rápidamente en el manto. Gracias al proyecto, se descubrió que se trunca a una profundidad aproximada de 500 kilómetros, advirtió.
Algunos de los resultados del MASE, donde también colaboran integrantes del Centro de Geociencias, con sede en Juriquilla, Querétaro, se han dado a conocer en prestigiadas revistas como Geophysical Research Letters y Seismological Research Letters.
La mayoría de los temblores que afectan al centro de México vienen de la costa. Este modelo explica bien por qué no hay evidencia de grandes movimientos telúricos bajo la Faja Volcánica Transmexicana; “no quiere decir que no vayan a ocurrir", aclaró la egresada de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, y con maestrías en Geofísica y Estadística, y doctorado por la Universidad de Stanford, EU.
Los resultados explican por qué los sismos denominados eventos intraplaca de profundidades intermedias –como el ocurrido en Puebla, en 1999–, no son comunes en el centro del país, al tiempo que aclaran el vulcanismo presente en esta zona, detalló.
El objetivo, recordó Pérez Campos, surgido a partir de la formación del Tectonics Observatory de CalTech, es estudiar los diferentes regímenes tectónicos del mundo. Un lugar ideal para abordar la subducción es México. Así comenzó la interacción entre el Departamento de Sismología del IGF y esa entidad estadounidense.
“El proyecto arrancó en 2004. La idea original fue instalar 50 estaciones temporales con sismómetros para obtener registros de manera continua por dos años. Se vio que era conveniente tener más instrumentos y se unió la Universidad de California, en Los Ángeles (UCLA), que aprovechó para desarrollar tecnología de transmisión de datos en tiempo real”; aportó otros 50 sismómetros, con lo que se alcanzaron las 100 estaciones, puntualizó.
Las primeras tres se colocaron a finales de ese año y registraron el gran sismo de Sumatra; esas y las restantes trabajaron hasta junio de 2007. Las cien juntas operaron un año y se ubicaron cada cinco kilómetros desde Acapulco, Guerrero, hasta Tempoal, Veracruz, pasando por Morelos, DF, Estado de México e Hidalgo, refirió.
Luego de recoger el último instrumento, inició el análisis de los datos y la generación del modelo de subducción de las placas, que se mueven a razón de seis centímetros por año, refirió.
El proyecto inició en esa región, aseveró, porque ya se había observado en otros estudios de sismología y gravimetría que la subducción no era regular, con un ángulo constante, como sí ocurre a los lados, en Oaxaca y Michoacán, y las implicaciones que tiene en la sismicidad y el vulcanismo.
Además, porque ahí se ubica la brecha sísmica de Guerrero, donde desde hace mucho tiempo no se registran grandes temblores. Los científicos quieren saber si en ese sitio las placas están "estancadas" y les cuesta trabajo moverse, o bien, si hay lubricación en el contacto entre ambas y el posible sismo no se presente como se espera, o esté retrasado. Las respuestas aún están por venir, adelantó.
En la actualidad, se realiza la segunda fase del experimento, iniciada en julio de 2007. "Lleva casi un año en operación y se tiene una segunda 'línea', de 46 estaciones sismológicas a lo largo del Istmo de Tehuantepec, para determinar las diferencias entre ambas subducciones, una casi horizontal y la otra con un ángulo pronunciado", explicó.
El Istmo se encuentra alejado de la trinchera, donde se unen las placas de Cocos y la Norteamericana, y cerca de un "punto triple", donde además de las dos anteriores se encuentran con la del Caribe; eso “tendrá otras implicaciones sísmicas y vulcanológicas que se quieren conocer”.
La información se recoge en cada estación cada cinco semanas. Así ocurrirá hasta junio de 2009, cuando termine el experimento y comience el procesamiento de los datos, obtenidos a partir de sismómetros de banda ancha, que consignan 100 muestras por segundo, precisó la científica.
Para analizarlos se usan diversas técnicas como la función receptor, similar a un ultrasonido; tomografía sísmica, que permite ver las estructuras hasta una profundidad de 700 kilómetros, y tomografía de ondas superficiales para las someras, a 50 ó 60 kilómetros por debajo de la superficie, además del espesor y características de la corteza continental.
· La investigadora del IGf, Xyoli Pérez Campos, encabeza el proyecto Experimento de Subducción Mesoamericana
· Algunos de los resultados se han dado a conocer en prestigiadas revistas como Geophysical Research Letters y Seismological Research Letters
Científicos de los institutos de Geofísica (IGf) de la UNAM y Tecnológico de California (CalTech), Estados Unidos, desarrollan un modelo dinámico de hundimiento o subducción de la placa tectónica de Cocos por debajo de la de Norteamérica, entre cuyos primeros resultados figura la identificación de la geometría de ese fenómeno en las costas de Guerrero, que se correlaciona con la actividad volcánica y sísmica del centro del país.
La investigadora del IGf, Xyoli Pérez Campos, quien encabeza el proyecto Experimento de Subducción Mesoamericana (MASE, por sus siglas en inglés), expuso que hasta ahora se desconocía lo que pasaba con la placa de Cocos, si seguía por debajo, si se rompía o cuáles eran sus características.
Se corroboró que entra con un ángulo pequeño, de alrededor de 15 grados, pero llega un momento en que se hace prácticamente horizontal. Este hecho sucede en pocas partes del mundo como Perú, Chile y Japón, reveló.
"Lo peculiar es que en la zona de México se registre a baja profundidad, unos 50 kilómetros, cerca de la corteza continental. Eso supondría ciertas condiciones mecánicas y grandes esfuerzos y, por lo tanto, se podrían esperar sismos más grandes", argumentó.
Sin embargo, eso no ocurre. Se observan otra serie de fenómenos: entre la corteza continental y la placa que se incrusta, existe una zona de "lubricación" que permite un deslizamiento más fácil y disminuye el potencial sísmico. Después de esta región, esta baldosa se clava rápidamente en el manto. Gracias al proyecto, se descubrió que se trunca a una profundidad aproximada de 500 kilómetros, advirtió.
Algunos de los resultados del MASE, donde también colaboran integrantes del Centro de Geociencias, con sede en Juriquilla, Querétaro, se han dado a conocer en prestigiadas revistas como Geophysical Research Letters y Seismological Research Letters.
La mayoría de los temblores que afectan al centro de México vienen de la costa. Este modelo explica bien por qué no hay evidencia de grandes movimientos telúricos bajo la Faja Volcánica Transmexicana; “no quiere decir que no vayan a ocurrir", aclaró la egresada de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, y con maestrías en Geofísica y Estadística, y doctorado por la Universidad de Stanford, EU.
Los resultados explican por qué los sismos denominados eventos intraplaca de profundidades intermedias –como el ocurrido en Puebla, en 1999–, no son comunes en el centro del país, al tiempo que aclaran el vulcanismo presente en esta zona, detalló.
El objetivo, recordó Pérez Campos, surgido a partir de la formación del Tectonics Observatory de CalTech, es estudiar los diferentes regímenes tectónicos del mundo. Un lugar ideal para abordar la subducción es México. Así comenzó la interacción entre el Departamento de Sismología del IGF y esa entidad estadounidense.
“El proyecto arrancó en 2004. La idea original fue instalar 50 estaciones temporales con sismómetros para obtener registros de manera continua por dos años. Se vio que era conveniente tener más instrumentos y se unió la Universidad de California, en Los Ángeles (UCLA), que aprovechó para desarrollar tecnología de transmisión de datos en tiempo real”; aportó otros 50 sismómetros, con lo que se alcanzaron las 100 estaciones, puntualizó.
Las primeras tres se colocaron a finales de ese año y registraron el gran sismo de Sumatra; esas y las restantes trabajaron hasta junio de 2007. Las cien juntas operaron un año y se ubicaron cada cinco kilómetros desde Acapulco, Guerrero, hasta Tempoal, Veracruz, pasando por Morelos, DF, Estado de México e Hidalgo, refirió.
Luego de recoger el último instrumento, inició el análisis de los datos y la generación del modelo de subducción de las placas, que se mueven a razón de seis centímetros por año, refirió.
El proyecto inició en esa región, aseveró, porque ya se había observado en otros estudios de sismología y gravimetría que la subducción no era regular, con un ángulo constante, como sí ocurre a los lados, en Oaxaca y Michoacán, y las implicaciones que tiene en la sismicidad y el vulcanismo.
Además, porque ahí se ubica la brecha sísmica de Guerrero, donde desde hace mucho tiempo no se registran grandes temblores. Los científicos quieren saber si en ese sitio las placas están "estancadas" y les cuesta trabajo moverse, o bien, si hay lubricación en el contacto entre ambas y el posible sismo no se presente como se espera, o esté retrasado. Las respuestas aún están por venir, adelantó.
En la actualidad, se realiza la segunda fase del experimento, iniciada en julio de 2007. "Lleva casi un año en operación y se tiene una segunda 'línea', de 46 estaciones sismológicas a lo largo del Istmo de Tehuantepec, para determinar las diferencias entre ambas subducciones, una casi horizontal y la otra con un ángulo pronunciado", explicó.
El Istmo se encuentra alejado de la trinchera, donde se unen las placas de Cocos y la Norteamericana, y cerca de un "punto triple", donde además de las dos anteriores se encuentran con la del Caribe; eso “tendrá otras implicaciones sísmicas y vulcanológicas que se quieren conocer”.
La información se recoge en cada estación cada cinco semanas. Así ocurrirá hasta junio de 2009, cuando termine el experimento y comience el procesamiento de los datos, obtenidos a partir de sismómetros de banda ancha, que consignan 100 muestras por segundo, precisó la científica.
Para analizarlos se usan diversas técnicas como la función receptor, similar a un ultrasonido; tomografía sísmica, que permite ver las estructuras hasta una profundidad de 700 kilómetros, y tomografía de ondas superficiales para las someras, a 50 ó 60 kilómetros por debajo de la superficie, además del espesor y características de la corteza continental.
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