Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
“Poder sin sociedad tiende a engendrar sociedad sin poder”
La democracia representativa en México, que el pueblo como mandante hace descansar en sus mandatarios, ya no responde a sus fines. En tanto la voluntad popular expresada en las urnas, ha sido secuestrada por una clase política insensible, acomodaticia y corrupta;
Un importante segmento de la población pretende reivindicar, por la vía pacífica, el derecho ciudadano a la participación democrática en la toma de aquellas decisiones que competen a todos los mexicanos. Exigiendo de los mandatarios el respeto irrestricto a la voluntad de los mandantes;
La polarización social y política que divide a los mexicanos, a dos años de distancia de las elecciones presidenciales del 2006, lejos de atemperarse se profundiza. Lo que sólo puede atribuirse a la manifiesta incapacidad del sub sistema de partidos políticos, para conciliar los diversos intereses encontrados en el seno de una sociedad plural, enferma de desigualdad, pobreza, corrupción e impunidad;
Frente a la inquietud social y política que ha generado la propuesta gubernamental de reformas y adecuaciones en la industria petrolera, está en curso un proceso creciente de pérdida de credibilidad de las instituciones republicanas, en detrimento de la gobernabilidad;
La irrupción en la vida social de México, de una nueva cultura política de participación ciudadana, refleja la tendencia internacional orientada a un nuevo ascenso de masas, que reivindica el nacionalismo revolucionario como vía para avanzar en la defensa de la soberanía sobre recursos estratégicos escasos, como los energéticos, el agua y los alimentos.
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