Alfredo Velarde
Cuando el inminente 31 de enero de los corrientes, se testimonie la inmensa movilización que al calor de la consigna “Sin Maíz no hay País” , expresándose y cimbrando el centro neurálgico de la política nacional desde el Zócalo capitalino, se habrá perfilado la certeza del profundo caos autoritario que los mexicanos vivimos, en medio de inconmensurables incertidumbres y ominosos augurios.
Obviamente, la causa prima del actual “despapaye” es, sin duda, el neoliberalismo con su aperturismo indiscriminado. Pero, ¿quién puede decir con sinceridad que sus causas no son, también, generadas por todo capitalismo? Colateralmente, constataremos no sólo la vergonzosa devaluación de las presuntas “alternativas” de la (dizque) “izquierda moderada nacional” (en realidad, de ser alguna improbable expresión de izquierda, sólo lo es pero del capital ), dejando de soslayo que el reto cardinal es el de la renovación de la izquierda cierta , pero fragmentada y constreñida, a todo lo largo y ancho de la escena oscura de la globalización excluyente que nos habita, incluyendo a ése bazar en remate de oportunidades que todavía se llama México . Tiempo jeroglífico , sin duda, que urge a su desciframiento, pero también al replanteo del marco teórico sin el cual una nueva praxis alternativa y renovadora, verdaderamente revolucionaria, no será posible.
En resumen, movilización campesina y resistencia obrera mexicana, parálisis económica en medio del entorno recesivo norteamericano e impulso al parecer definitivo para culminar el desmantelamiento de las poquísimas paraestatales que quedan, como PEMEX, y, por si fuera necesario echarle gasolina al fuego, estado de excepción por la guerra que el crimen desorganizado desde el gobierno, emprende contra el crimen organizado del hampa que justifica la militarización en el país , sólo para reprimir a las insurgencias cuando ya se ha criminalizado prácticamente al conjunto de la protesta social que continuará inundando a los penales de alta seguridad de militantes opositores, mientras los delincuentes de alta peligrosidad habitan Los Pinos muy orondos.
Lo único sensato que pudo haberse proferido en ése centro de diversiones alpinas para los ricos que es Davos , Suiza, es la certeza de que -por si alguien lo dudara- lo peor de la crisis global, apenas está por llegar , por mucho que ese muñeco de ventrílocuo, llamado Felipe Calderón , ignorante supino de la economía real, sostenga en grotesco desplante retórico que México está preparado para soportar el vendaval que se viene , cuando cae de suyo, por obviedad, que la nación ha sido rehén, a lo largo del pernicioso encuadre neoliberal en la escena del mundo, de las empresas que con elocuencia expusieron en Davos sus “hondas preocupaciones” por los más desvalidos, mientras amasan enormes fortunas, precisamente a sus costillas, al domesticado ritmo rockero del irlandés U2 y su blandengue cantante Bono , comparsa ridículo de Bill Gates and Company , con Soros y Gore como fauna de acompañamiento. ¡El mundo al revés! Y paralelamente, el Foro Social Mundial (FSM), capítulo mexicano, se despacha con la cuchara grande inaugurando un foro que había sido diseñado para crear espacios de coordinación plural de las resistencias altermundistas y constrasistémicas , nada más, pero nada menos, que por el ex-salinista y camachista Marcelo Ebrard , acompañado de Martí Batres (¿tal vez en bicicleta?), como garantía para mellar, definitivamente, cualquier sospecha de subversión en la “Ciudad de la Esperanza ” reblandecida por el desfondado y keynesiano encuadre de alternativas que no lo son y terminan siendo más de lo mismo. Es de lamentarlo por Doña Rosario y su trayectoria apenas ayer impoluta y de la que se cuelgan los oportunismos suspirantes tempranos a la carrera sucesoria del 2012, sin advertir que, a la crisis económica global del mundo en curso, le sucederá la crisis política mexicana del 2010 .
De ahí que la izquierda subterránea, que no está en los Foros sino en la lucha de las calles y los campos comprende que sólo una revolución profunda será cambio , y cuyo apellido no podrá sino ser el de un socialismo revolucionario, democrático y radical profundamente resignificado ; que reconoce, de una buena vez y por todas, que las antiguas “alternativas políticas” , trátese del control del mercado o del Estado (monetaristas v.s. keynesianos), no son ya, ninguno, válidas para resolver las condiciones de vida de la gente y la impune explotación que padece. Ni siquiera la improbable vuelta a un ingenuo slogan que postula el retorno a un “Estado de Bienestar” o a una economía keynesiana, como presunta e inviable “solución más democrática” para los desastres provocados por el neoliberalismo. Hoy, en México y el mundo, se precisa de una solución democrática radical, muy lejos de la confrontación intraburguesa y en la que la “izquierda mexicana” legal, ha optado, miope, por el keynesianismo que ha sido parte del problema y no solución alguna. Democracia radical, insistimos, contra el mercado y el Estado por igual, y que, como opción latente apenas se insinúa en el imaginario que está todavía por explorarse a través de la autonomía, la autogestión y la autoorganización social. La alternativa anticapitalista, o es socialista resignificada, que permita la renovación de la izquierda, o no será, y entonces una era nueva de barbarie se enseñoreará sobre nosotros, de un modo más criminal y pernicioso que el mismo neoliberalismo que ya hipotecó la suerte para las próximas 5 generaciones de los mexicanos. De manera que ¡a movernos, porque después, será demasiado tarde!
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