Buscar este blog

31 agosto 2007

¡Sólo tengo 17 años!

El día en que morí, fue un día escolar ordinario, cómo hubiera deseado haber tomado el camión esa mañana, pero me sentía muy suficiente para irme en automóvil. Recuerdo muy bien como conseguí el auto de mamá: ¡Un favor muy especial, arguí, todos los muchachos manejan!

Cuando sonó la campana a las 14:30, guardé mis libros en el pupitre estaría libre todo el día; corrí emocionado al establecimiento al pensar que iba a manejar un auto, estaba feliz porque sería mi propio jefe, libre al fin… No importa como sucedió el accidente, estaba distraído y manejaba demasiado rápido arriesgándome como un loco, pero divirtiéndome y saboreando mi libertad.

Lo último que recuerdo es haber rebasado a una anciana que conducía muy despacio, escuche un ensordecedor estallido u sentí un sacudimiento espantoso… Vidrios y aceros colaron por doquier, parecía que mi cuerpo entero se volteaba al revés, escuché gritar desaforadamente. De repente todo estaba muy quieto, un agente de policía estaba cerca de mí, luego divisé un doctor, mi cuerpo estaba hecho pedazos y saturado de sangre, trozos de vidrio me salían por todas partes… ¡Qué raro que no sienta nada!

¡Oiga, no me tape la cabeza con esa sábana, no puedo estar muerto, sólo tengo 17 años!, además tengo una cita esta noche; se supone que yo debo crecer y tener una vida maravillosa, no he comenzado a vivir todavía, no puedo estar muerto. Después fue colocado en una gaveta, mi familia tuvo que identificarme. ¿Por qué tuvieron que verme así?, ¿por qué ver a mamá que se enfrentaba al prueba más terrible de su vida?.. Papá pareció de repente un anciano, y le dijo al encargado: “Sí… sí señor, éste es mi hijo”.

El funeral fue una experiencia macabra, vi a todos mis familiares y amigos rodeando el ataúd, desfilaban uno a uno y me contemplaron con los ojos tristes que jamás había visto… algunos de mis amigos estaban llorando, algunas muchachas, mis amigas, tocaron i mano y sollozaban al retirarse. Por favor, alguien, despiérteme, sáqueme de aquí, no soporto ver a papá y mamá tan inconsolables, mis abuelitos están tan conmocionados que apenas pueden caminar, mis hermanos están como sonámbulos, se mueven como robots. Todos están tan ofuscados, nadie puede creer esto y yo tampoco lo creo.

¡Por favor no me entierren! ¡No estoy muerto! Tengo mucho por vivir, quiero reír y correr otra vez, quiero cantar y bailar. Por favor, no me entierren.

Dios mío, te prometo que si me das otra oportunidad, seré el conductor más cuidadoso del mundo, todo lo que te pido es una oportunidad más. Por favor Dios, por favor Dios mío, déjame vivir… ¡Sólo tengo 17 años!

No hay comentarios.: