Patricia Romana Bárcena
Debemos evitar los brotes de violencia entre nuestras filas, que por cierto han sido las filas más alegres, creativas y amigables desde que emprendimos esta lucha. Primero nos solidarizamos con Andrés Manuel López Obrador ante el desafuero injusto que tramaron los adversarios de la democracia, y después para defender los votos que lo hicieron Presidente Legítimo de México el 2 de julio de 2006. Es cierto que en ambos casos el poder del dinero se impuso a la legalidad y a la justicia, pero nosotros logramos lo que no se había conseguido en México desde hace muchos años: consolidar un movimiento civil pacífico que denuncia y demanda los abusos, la corrupción, la impunidad, el tráfico de influencias, la continuidad de un modelo económico que impide el crecimiento y el desarrollo así como la posibilidad de que la mayoría de los mexicanos disfrute de un estado de bienestar.
A pesar de que el gobierno usurpador camina en sentido contrario al consenso de los mexicanos, el Ejército y los medios de comunicación le ofrecen seguridad y apoyo. Pero nosotros aprendimos a descifrar la verdad, a entender que sus múltiples explicaciones y promesas son falsas; descubrimos en su ineptitud la falta de proyectos, en sus decisiones el pago de facturas y en las bondades de sus alianzas la hipocresía. Nosotros avanzamos en el despertar de una ciudadanía que aprende en foros, movilizaciones y medios alternativos lo que no aprendió en la escuela; una ciudadanía que a pesar de los pesares conserva la esperanza de un cambio verdadero. El discurso de nuestro líder inicia y termina siempre con una invitación a la participación pacífica. Ese es el ejemplo y el único camino. No lo olvidemos.
Es humano que nos enoje la actitud de comentaristas y analistas que propagan como pólvora mentiras, y descalificaciones a nuestro movimiento y a nuestro líder. Es entendible también que la violencia verbal de la derecha nos exaspere, pero ¿cuál ha sido la reacción de Andrés Manuel ante esas actitudes? Responder con argumentos verídicos. Comprobar que políticamente no han podido derrumbarlo. El hecho de que no sean investigadas y sancionadas las irregularidades que él denuncia, con pruebas documentadas, no significa que no sean ciertas. La verdad tarde o temprano sale a la luz, y esa debe ser una razón suficiente para conservar la serenidad. Habrá, como en todo movimiento o congregación, quienes piensen distinto a nosotros y eso no debe enojarnos de ninguna manera porque están en su derecho de disentir o renunciar. La fidelidad que debe importarnos es la fidelidad con nosotros mismos. Lo maravilloso es la gran coincidencia. Las excepciones no desalientan. Nuestra lucha será larga y difícil precisamente porque la causa que perseguimos es justa, y todo lo que implique justicia atenta contra la ambición de los que buscan poder y dinero como único objetivo en la vida, sin importar los medios – haiga sido como haiga sido – para conseguirlo. Nadie que trabaje honestamente y sin abusar de otros puede obtener la riqueza que hemos visto en políticos y hombres de negocios en éste país. Si acaso los artistas a quienes entregamos nuestro dinero voluntariamente por disfrutar de su actuación, su obra o su música rompen la regla.
La apuesta de la derecha es conservar los privilegios de unos cuantos a costa del pueblo empobrecido, y ahora de nuestros recursos naturales y energéticos. La lucha contra el poder del dinero no es sencilla, pero tampoco imposible.
Tenemos que conservar la unidad y la calma para no perder el objetivo, que por el momento es la defensa de nuestro petróleo.
Todos al Zócalo este 18 de marzo, a las 5:00 p.m. sin excusa ni pretexto.
Debemos evitar los brotes de violencia entre nuestras filas, que por cierto han sido las filas más alegres, creativas y amigables desde que emprendimos esta lucha. Primero nos solidarizamos con Andrés Manuel López Obrador ante el desafuero injusto que tramaron los adversarios de la democracia, y después para defender los votos que lo hicieron Presidente Legítimo de México el 2 de julio de 2006. Es cierto que en ambos casos el poder del dinero se impuso a la legalidad y a la justicia, pero nosotros logramos lo que no se había conseguido en México desde hace muchos años: consolidar un movimiento civil pacífico que denuncia y demanda los abusos, la corrupción, la impunidad, el tráfico de influencias, la continuidad de un modelo económico que impide el crecimiento y el desarrollo así como la posibilidad de que la mayoría de los mexicanos disfrute de un estado de bienestar.
A pesar de que el gobierno usurpador camina en sentido contrario al consenso de los mexicanos, el Ejército y los medios de comunicación le ofrecen seguridad y apoyo. Pero nosotros aprendimos a descifrar la verdad, a entender que sus múltiples explicaciones y promesas son falsas; descubrimos en su ineptitud la falta de proyectos, en sus decisiones el pago de facturas y en las bondades de sus alianzas la hipocresía. Nosotros avanzamos en el despertar de una ciudadanía que aprende en foros, movilizaciones y medios alternativos lo que no aprendió en la escuela; una ciudadanía que a pesar de los pesares conserva la esperanza de un cambio verdadero. El discurso de nuestro líder inicia y termina siempre con una invitación a la participación pacífica. Ese es el ejemplo y el único camino. No lo olvidemos.
Es humano que nos enoje la actitud de comentaristas y analistas que propagan como pólvora mentiras, y descalificaciones a nuestro movimiento y a nuestro líder. Es entendible también que la violencia verbal de la derecha nos exaspere, pero ¿cuál ha sido la reacción de Andrés Manuel ante esas actitudes? Responder con argumentos verídicos. Comprobar que políticamente no han podido derrumbarlo. El hecho de que no sean investigadas y sancionadas las irregularidades que él denuncia, con pruebas documentadas, no significa que no sean ciertas. La verdad tarde o temprano sale a la luz, y esa debe ser una razón suficiente para conservar la serenidad. Habrá, como en todo movimiento o congregación, quienes piensen distinto a nosotros y eso no debe enojarnos de ninguna manera porque están en su derecho de disentir o renunciar. La fidelidad que debe importarnos es la fidelidad con nosotros mismos. Lo maravilloso es la gran coincidencia. Las excepciones no desalientan. Nuestra lucha será larga y difícil precisamente porque la causa que perseguimos es justa, y todo lo que implique justicia atenta contra la ambición de los que buscan poder y dinero como único objetivo en la vida, sin importar los medios – haiga sido como haiga sido – para conseguirlo. Nadie que trabaje honestamente y sin abusar de otros puede obtener la riqueza que hemos visto en políticos y hombres de negocios en éste país. Si acaso los artistas a quienes entregamos nuestro dinero voluntariamente por disfrutar de su actuación, su obra o su música rompen la regla.
La apuesta de la derecha es conservar los privilegios de unos cuantos a costa del pueblo empobrecido, y ahora de nuestros recursos naturales y energéticos. La lucha contra el poder del dinero no es sencilla, pero tampoco imposible.
Tenemos que conservar la unidad y la calma para no perder el objetivo, que por el momento es la defensa de nuestro petróleo.
Todos al Zócalo este 18 de marzo, a las 5:00 p.m. sin excusa ni pretexto.
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