Por Julio Pomar
El capítulo más importante de la actual historia de la izquierda mexicana es la lucha por el petróleo. La puja por el PRD es sólo un capítulo subalterno, ya que si los apátridas, amátridas y derechistas, junto con algunos izquierdistas reblandecidos, lograsen la privatización petrolera, el PRD tendería a disolverse, y ya no sólo tendería a dividirse como lo está hoy.
El centro de la lucha de la actual izquierda está en la reafirmación en manos mexicanas del petróleo; cualquier otra cosa palidece en importancia ante este crucial asunto, que lo es no sólo para la izquierda sino para la nación entera, incluida la extraviada y mercachiflesca derecha, y no se diga para el centro político chantajista, al cual pertenecen algunas élites del priísmo y en mucha menor medida del propio panismo. O sea, para que el PRD se mantenga como plena fuerza beligerante en la querella política y social de México, deberá salvar el terrible escollo que significaría la privatización petrolera. El pueblo mexicano no se lo perdonaría.
La existencia de una izquierda reblandecida dentro del PRD -los “moderados”- respecto de este crucial asunto habla a las claras cuánto ha crecido en algunos el ánimo derrotista respecto de la soberanía y la libertad de México. A esta izquierda la ha avasallado la idea de que hay muy poco que hacer ante el capitalismo salvaje, y que más conviene adaptarse a este aplastamiento y ya no luchar contra él pues se llevan las de perder. Los “Chuchos” y los Cuauhtémoc Cárdenas son esa izquierda reblandecida dentro del PRD, los “moderados” colaboracionistas de la derecha.
Si estos llegasen a triunfar en la actual compulsa por el mando de ese partido, sufriría no sólo el PRD de un atroz desdibujamiento político, sino que el país habría de resentirlo en la lucha por la soberanía petrolera, como certeramente lo han captado los comentaristas que aúllan nauseabundamente contra el “Peje” y contra su lucha por el petróleo, quienes por eso acentúan en sus mensajes el papel de “héroes” o de “víctimas” que supuestamente tienen los “Chuchos”, en una muy explicable estrategia de medios de la derecha: pegarle al “Peje” hasta desacreditarlo como “mesías villano”, o ahora, nada menos que como “peligro para el PRD”, es abogar por la privatización petrolera, el asunto que les interesa y el cual empujan con más saña que suerte, y donde la suerte del PRD les importa menos que un minúsculo cacahuate. Ahora nos ha salido en los periódicos y en los medios electrónicos una caterva de “defensores” y “defensoras” del PRD que a la vez que lo “defienden” lo agreden -y con ello insultan la inteligencia de los lectores o auditores-, que a la vez que se ponen la cachucha de Nueva Izquierda, se dedican a golpear con rabia al PRD... sin haber militado jamás en el PRD, sino siempre en las filas de sus enemigos.
Eso, que el petróleo es asunto crucial del actual momento político, también lo captan desde el “Peje” hasta sus seguidores, y en el campo enemigo, por cierto, lo tienen muy claro los círculos del poder imperial y las trasnacionales petroleras. El asunto central es la lucha por el petróleo. Hay que decirlo así, con esa contundencia, para que se pueda establecer un verdadero análisis de la coyuntura actual de México. El petróleo es la Patria. Perdido éste, se pierde la Patria quien sabe hasta cuándo, que la podamos recuperar.
Afortunadamente todo parece indicar que López Obrador y sus seguidores están sabiendo encontrar el camino de la resistencia civil pacífica contra la intentona privatizadora del petróleo. Las “brigadas blancas” de diez mil mujeres se presentaron en el Zócalo el martes 25 de marzo, lo llenaron con su entusiasmo y decisión de lucha contra la privatización petrolera e hicieron ver que, efectivamente, el conflicto en el PRD es secundario, como “cabeceó” el diario La Jornada al día siguiente. Para los plumíferos que aullaron contra el “uso” del sector femenil en esta lucha por parte de AMLO, la respuesta de la eficacia de la movilización fue revelar que en el PRI ya no están tan firmes, como en un principio, en apoyar la privatización petrolera que intenta Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa (a) el espurio, o (b) el breve, o (c) el inepto.
Manlio Fabio Beltrones, coordinador en el Senado de los priístas, ya se empezó a desmarcar del calderonismo privatizante y dijo (miércoles 26) que es legítima la creación de las Brigadas Blancas anti privatización, aunque para él no son el método adecuado para protestar. Lo cual supone, una de dos, o que te dispones a “vender caro tu amor, aventurera”, o que Beltrones sabe que en el mismo PRI hay una marea en contra de tanta ignominia pro-derechista y pro-calderonista, y eso no le gusta nada de nada en sus aspiraciones a ser, en el 2012, el candidato a la Presidencia por el tricolor. De manera similar ha reaccionado Emilio Gamboa Patrón, el pastor de los diputados del PRI, un solapado derechista ambicioso de poder... desde las siglas de un empanizado PRI. Cuestión de posiciones, parece ser ésta, y no de convicciones. Pero algo es algo.
Las Brigadas Blancas y el movimiento de resistencia civil pacífica obradorista están empezando a hacer sentir sus efectos, pese a las descalificaciones de “locura” que le endilgan a AMLO las guacamayas y chachalacas a sueldo u oficiosas de la derecha. No se han dado cuenta, ni siquiera hoy, que a López Obrador se le pueden atribuir muchas deficiencias políticas, pero nunca la del déficit de patriotismo, de los cojones bien puestos y de la astucia para remontar las adversidades.
Pero es real que en el PRI no todo va bien en el apoyo al calderonismo, pese a la característica chantajesca de las actuales élites priístas, que justifican bajo la denominación de “partido bisagra” entre derecha e izquierda. Allí vemos a un Eladio Ramírez López, algo así como el gurú de las mermadas organizaciones agrarias priístas, protestando contra la privatización petrolera y contra el TLCAN, y a una Beatriz Paredes Rangel, presidenta del PRI, curándose en salud contra cualquier achaque de privatizadora del petróleo.
Mientras tanto, no se ve al delfín Camilo Mouriño, el negociante hispano convertido en jefe del gabinete calderonista, dar la cara en público y cuando aparece en fugaces fotos en la prensa o imágenes en la TV, con un rostro de verdaderas amarguras, lindante con la tragedia, que contrasta radicalmente con la imagen de triunfante y sonriente conquistador español, émulo de Pedro de Alvarado, el asesino de los indígenas de Cholula, Puebla, en el siglo XVI, el de la Conquista, cuando recién asumió en enero pasado la titularidad de la Secretaría de Gobernación, (a) la Secretaría de las Privatizaciones.
Acaso se da cuenta el delfín de Calderón y Aznar que se enfrenta a una reacción patriótica neta y profunda, la de la defensa de nuestro petróleo, pues sin vocinglerías patrioteras, el Petróleo es la Patria, no una simple mercancía o un commodity más para que lucren los poderosos del planeta.
El capítulo más importante de la actual historia de la izquierda mexicana es la lucha por el petróleo. La puja por el PRD es sólo un capítulo subalterno, ya que si los apátridas, amátridas y derechistas, junto con algunos izquierdistas reblandecidos, lograsen la privatización petrolera, el PRD tendería a disolverse, y ya no sólo tendería a dividirse como lo está hoy.
El centro de la lucha de la actual izquierda está en la reafirmación en manos mexicanas del petróleo; cualquier otra cosa palidece en importancia ante este crucial asunto, que lo es no sólo para la izquierda sino para la nación entera, incluida la extraviada y mercachiflesca derecha, y no se diga para el centro político chantajista, al cual pertenecen algunas élites del priísmo y en mucha menor medida del propio panismo. O sea, para que el PRD se mantenga como plena fuerza beligerante en la querella política y social de México, deberá salvar el terrible escollo que significaría la privatización petrolera. El pueblo mexicano no se lo perdonaría.
La existencia de una izquierda reblandecida dentro del PRD -los “moderados”- respecto de este crucial asunto habla a las claras cuánto ha crecido en algunos el ánimo derrotista respecto de la soberanía y la libertad de México. A esta izquierda la ha avasallado la idea de que hay muy poco que hacer ante el capitalismo salvaje, y que más conviene adaptarse a este aplastamiento y ya no luchar contra él pues se llevan las de perder. Los “Chuchos” y los Cuauhtémoc Cárdenas son esa izquierda reblandecida dentro del PRD, los “moderados” colaboracionistas de la derecha.
Si estos llegasen a triunfar en la actual compulsa por el mando de ese partido, sufriría no sólo el PRD de un atroz desdibujamiento político, sino que el país habría de resentirlo en la lucha por la soberanía petrolera, como certeramente lo han captado los comentaristas que aúllan nauseabundamente contra el “Peje” y contra su lucha por el petróleo, quienes por eso acentúan en sus mensajes el papel de “héroes” o de “víctimas” que supuestamente tienen los “Chuchos”, en una muy explicable estrategia de medios de la derecha: pegarle al “Peje” hasta desacreditarlo como “mesías villano”, o ahora, nada menos que como “peligro para el PRD”, es abogar por la privatización petrolera, el asunto que les interesa y el cual empujan con más saña que suerte, y donde la suerte del PRD les importa menos que un minúsculo cacahuate. Ahora nos ha salido en los periódicos y en los medios electrónicos una caterva de “defensores” y “defensoras” del PRD que a la vez que lo “defienden” lo agreden -y con ello insultan la inteligencia de los lectores o auditores-, que a la vez que se ponen la cachucha de Nueva Izquierda, se dedican a golpear con rabia al PRD... sin haber militado jamás en el PRD, sino siempre en las filas de sus enemigos.
Eso, que el petróleo es asunto crucial del actual momento político, también lo captan desde el “Peje” hasta sus seguidores, y en el campo enemigo, por cierto, lo tienen muy claro los círculos del poder imperial y las trasnacionales petroleras. El asunto central es la lucha por el petróleo. Hay que decirlo así, con esa contundencia, para que se pueda establecer un verdadero análisis de la coyuntura actual de México. El petróleo es la Patria. Perdido éste, se pierde la Patria quien sabe hasta cuándo, que la podamos recuperar.
Afortunadamente todo parece indicar que López Obrador y sus seguidores están sabiendo encontrar el camino de la resistencia civil pacífica contra la intentona privatizadora del petróleo. Las “brigadas blancas” de diez mil mujeres se presentaron en el Zócalo el martes 25 de marzo, lo llenaron con su entusiasmo y decisión de lucha contra la privatización petrolera e hicieron ver que, efectivamente, el conflicto en el PRD es secundario, como “cabeceó” el diario La Jornada al día siguiente. Para los plumíferos que aullaron contra el “uso” del sector femenil en esta lucha por parte de AMLO, la respuesta de la eficacia de la movilización fue revelar que en el PRI ya no están tan firmes, como en un principio, en apoyar la privatización petrolera que intenta Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa (a) el espurio, o (b) el breve, o (c) el inepto.
Manlio Fabio Beltrones, coordinador en el Senado de los priístas, ya se empezó a desmarcar del calderonismo privatizante y dijo (miércoles 26) que es legítima la creación de las Brigadas Blancas anti privatización, aunque para él no son el método adecuado para protestar. Lo cual supone, una de dos, o que te dispones a “vender caro tu amor, aventurera”, o que Beltrones sabe que en el mismo PRI hay una marea en contra de tanta ignominia pro-derechista y pro-calderonista, y eso no le gusta nada de nada en sus aspiraciones a ser, en el 2012, el candidato a la Presidencia por el tricolor. De manera similar ha reaccionado Emilio Gamboa Patrón, el pastor de los diputados del PRI, un solapado derechista ambicioso de poder... desde las siglas de un empanizado PRI. Cuestión de posiciones, parece ser ésta, y no de convicciones. Pero algo es algo.
Las Brigadas Blancas y el movimiento de resistencia civil pacífica obradorista están empezando a hacer sentir sus efectos, pese a las descalificaciones de “locura” que le endilgan a AMLO las guacamayas y chachalacas a sueldo u oficiosas de la derecha. No se han dado cuenta, ni siquiera hoy, que a López Obrador se le pueden atribuir muchas deficiencias políticas, pero nunca la del déficit de patriotismo, de los cojones bien puestos y de la astucia para remontar las adversidades.
Pero es real que en el PRI no todo va bien en el apoyo al calderonismo, pese a la característica chantajesca de las actuales élites priístas, que justifican bajo la denominación de “partido bisagra” entre derecha e izquierda. Allí vemos a un Eladio Ramírez López, algo así como el gurú de las mermadas organizaciones agrarias priístas, protestando contra la privatización petrolera y contra el TLCAN, y a una Beatriz Paredes Rangel, presidenta del PRI, curándose en salud contra cualquier achaque de privatizadora del petróleo.
Mientras tanto, no se ve al delfín Camilo Mouriño, el negociante hispano convertido en jefe del gabinete calderonista, dar la cara en público y cuando aparece en fugaces fotos en la prensa o imágenes en la TV, con un rostro de verdaderas amarguras, lindante con la tragedia, que contrasta radicalmente con la imagen de triunfante y sonriente conquistador español, émulo de Pedro de Alvarado, el asesino de los indígenas de Cholula, Puebla, en el siglo XVI, el de la Conquista, cuando recién asumió en enero pasado la titularidad de la Secretaría de Gobernación, (a) la Secretaría de las Privatizaciones.
Acaso se da cuenta el delfín de Calderón y Aznar que se enfrenta a una reacción patriótica neta y profunda, la de la defensa de nuestro petróleo, pues sin vocinglerías patrioteras, el Petróleo es la Patria, no una simple mercancía o un commodity más para que lucren los poderosos del planeta.
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