El ingeniero petrolero brasileño Fernando Siqueira, quien es el director de la Asociación de Ingenieros de Petrobras y un duro crítico de su proceso de privatización iniciado por Fernando Henrique Cardoso hace una década, plantea que la supuesta reforma de Pemex forma parte de una estrategia de los Estados Unidos para controlar todo el petróleo de Latinoamérica.
En la actualidad, los Estados Unidos pagan cerca de 300 dólares por barril de petróleo proveniente de Iraq, de los cuales 100 representan el costo real del mercado y los otros 200 son ocasionados por los altos costos del ejército de ocupación, de mercenarios y de empresas prestadoras de servicios en el Medio Oriente que se emplean para garantizar la explotación de esos yacimientos.
Si los Estados Unidos consumen 8 mil millones de barriles de petróleo por año para su consumo interno y 7 mil millones para su aparato militar en todo el mundo, cuando sólo cuentan con 28 mil millones de barriles de reservas petrolíferas, significa que no se garantiza el consumo para dos años. Eso agravaría la recesión que ahora inicia y se podría prolongar hasta fines del 2009.
Ahora mismo, la principal fuente de abasto de los Estados Unidos es el Medio Oriente y el proceso de ocupación y explotación de los yacimientos en Iraq ha resultado tan costoso que desean conseguir ese suministro en Latinoamérica de países -como México- con una geografía cercana, con un gobierno que acata todas sus políticas y que no les origina costos adicionales en aparatos de seguridad.
No hay que olvidar que los Estados Unidos alcanzaron su cenit petrolero desde principios de los años 70, de acuerdo a la ASPO (Asociación para el Estudio del Cenit del Petróleo y del Gas), mientras México lo alcanzó en el 2002, pero puede seguir produciendo cantidades importantes durante dos o más décadas.
El caso actual de Pemex es similar al de Petrobras hace una década, cuando fue conducido a un debilitamiento constante de sus finanzas, hasta el grado que el yacimiento más costoso que vendió el Estado brasileño luego de su privatización se cotizó en 300 millones de dólares, mientras que la firma que se lo adjudicó sigue extrayendo crudo de ese mismo lote por valor de 8 mil millones de dólares.
Aun cuando Petrobras utilizó el 1 por ciento de sus ventas en investigación y desarrollo, logrando una tecnología autónoma para extraer petróleo en aguas profundas, al momento de privatizarse se entregó esta tecnología al capital extranjero, mientras en México este argumento de falta de tecnología se utiliza para impulsar la privatización.
Hace una década en Brasil, el gobierno de Henrique Cardoso llevó a cabo una campaña mediática para promover la privatización -tan falsa como la de Calderón en México- en la que Shell invirtió 100 millones de dólares en espacios mediáticos de toda índole para que especialistas y académicos a sueldo presentaran argumentos y estudios científicos a favor de la privatización.
Tan lógico es que las transnacionales petroleras y los Estados Unidos utilicen medios e intelectuales para lograr sus propósitos, como lo es vincular los incidentes de la actual crisis andina a las necesidades de petróleo de los Estados Unidos.
En resumen, lo que pretende ser un debate político al interior de México es sólo la punta de un iceberg continental, donde la autonomía de las naciones latinoamericanas está siendo amenazada y manipulada por el aparato diplomático de los Estados Unidos.
A pesar de la poca sutileza de la diplomacia estadounidense y de la escasa capacidad histriónica de Calderón para representar a un Presidente patriota y valiente, la sociedad mexicana sigue controlada por el medio televisivo y no puede aceptar que la crisis financiera fabricada a Pemex es un "reality show" montado por el Departamento de Estado norteamericano para garantizar su abasto energético durante la próxima década.
Alfonso Elizondo / El Norte / REFORMA / sabado, 05 abril 08
En la actualidad, los Estados Unidos pagan cerca de 300 dólares por barril de petróleo proveniente de Iraq, de los cuales 100 representan el costo real del mercado y los otros 200 son ocasionados por los altos costos del ejército de ocupación, de mercenarios y de empresas prestadoras de servicios en el Medio Oriente que se emplean para garantizar la explotación de esos yacimientos.
Si los Estados Unidos consumen 8 mil millones de barriles de petróleo por año para su consumo interno y 7 mil millones para su aparato militar en todo el mundo, cuando sólo cuentan con 28 mil millones de barriles de reservas petrolíferas, significa que no se garantiza el consumo para dos años. Eso agravaría la recesión que ahora inicia y se podría prolongar hasta fines del 2009.
Ahora mismo, la principal fuente de abasto de los Estados Unidos es el Medio Oriente y el proceso de ocupación y explotación de los yacimientos en Iraq ha resultado tan costoso que desean conseguir ese suministro en Latinoamérica de países -como México- con una geografía cercana, con un gobierno que acata todas sus políticas y que no les origina costos adicionales en aparatos de seguridad.
No hay que olvidar que los Estados Unidos alcanzaron su cenit petrolero desde principios de los años 70, de acuerdo a la ASPO (Asociación para el Estudio del Cenit del Petróleo y del Gas), mientras México lo alcanzó en el 2002, pero puede seguir produciendo cantidades importantes durante dos o más décadas.
El caso actual de Pemex es similar al de Petrobras hace una década, cuando fue conducido a un debilitamiento constante de sus finanzas, hasta el grado que el yacimiento más costoso que vendió el Estado brasileño luego de su privatización se cotizó en 300 millones de dólares, mientras que la firma que se lo adjudicó sigue extrayendo crudo de ese mismo lote por valor de 8 mil millones de dólares.
Aun cuando Petrobras utilizó el 1 por ciento de sus ventas en investigación y desarrollo, logrando una tecnología autónoma para extraer petróleo en aguas profundas, al momento de privatizarse se entregó esta tecnología al capital extranjero, mientras en México este argumento de falta de tecnología se utiliza para impulsar la privatización.
Hace una década en Brasil, el gobierno de Henrique Cardoso llevó a cabo una campaña mediática para promover la privatización -tan falsa como la de Calderón en México- en la que Shell invirtió 100 millones de dólares en espacios mediáticos de toda índole para que especialistas y académicos a sueldo presentaran argumentos y estudios científicos a favor de la privatización.
Tan lógico es que las transnacionales petroleras y los Estados Unidos utilicen medios e intelectuales para lograr sus propósitos, como lo es vincular los incidentes de la actual crisis andina a las necesidades de petróleo de los Estados Unidos.
En resumen, lo que pretende ser un debate político al interior de México es sólo la punta de un iceberg continental, donde la autonomía de las naciones latinoamericanas está siendo amenazada y manipulada por el aparato diplomático de los Estados Unidos.
A pesar de la poca sutileza de la diplomacia estadounidense y de la escasa capacidad histriónica de Calderón para representar a un Presidente patriota y valiente, la sociedad mexicana sigue controlada por el medio televisivo y no puede aceptar que la crisis financiera fabricada a Pemex es un "reality show" montado por el Departamento de Estado norteamericano para garantizar su abasto energético durante la próxima década.
Alfonso Elizondo / El Norte / REFORMA / sabado, 05 abril 08
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