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29 septiembre 2006

::: Reseña de la resistencia de hoy ::: DESDE LA HORA DEL PUEBLO



LAS NOVENA Y DÉCIMA PUERTAS DEL INFIERNO SE LOCALIZA EN LAS OFICINAS DE FOX Y TELEVISA

Muchas gracias al Doctor Rafasalimpas que cubrió tan bien la resistencia en Televisa... su servilleta no pudo llegar al evento.




Lleva tu tele y lee un libro


LAS NOVENA Y DÉCIMA PUERTAS DEL INFIERNO SE LOCALIZA EN LAS OFICINAS DE FOX Y TELEVISA.



Dr. Rasalinpas.




—¿Y el Delomelanicon?… ¿Y la conexión de Richelieu con Las Nueve Puertas del Reino de las Sombras? —se acercó más, golpeándome la pechera de la camisa con un dedo hasta que retrocedí un paso— ¿Me toma por estúpido? No irá a decir que ignora la relación entre Dumas y ese libro, el pacto con el diablo y todo lo demás: el asesinato de Victor Fargas, en Sintra, y el incendio del piso de la baronesa Ungern, en París. ¿Fue usted personalmente quien me denunció a la policía?… ¿Y qué me dice del libro escondido en tres? O de las nueve láminas grabadas por Lucifer, reimpresas por Aristide Torchia a su regreso de Praga con privilegio y licencia de los superiores, y todo ese maldito embrollo…

“El Club Dumas “Pérez-Reverte



¿Alguna vez han estado cerca de las puertas del infierno?, Pues una esta en Palacio Nacional, en donde despacha Vicente Telefoxiano, y la otra, la mas negra y retorcida en las oficinas de Micro-Azcarraga y del agradecido Bernardito. Pero el verdadero Chamuco habita en otras latitudes entre Dublín y el Sur del Periférico.

Ya ven por no ir hoy a Televisa. Se perdieron de ese escalofrío que recorre las entrañas. Yo primero pensé que los policías del cuerpo de granaderos eran para repeler cualquier acto de violencia de nosotros. Entonces me dije, si somos pacíficos entonces... ¡Caspita! Son un cinturón de mártires heroicos que se van a sacrificar por todos nosotros, en caso de que el par de Diablos y toda su tribu se salga de madre (así se dice al desbordamiento de ríos caudalosos, no estoy faltando al respeto).



¿Saben por qué les digo eso? Por que adentro está el mal, se sienten las vibras. Eso me dijo una tarde en un campamento un viejecito. Fue el sábado de agosto en que los TRIFE mostraron el cobre. Se acerco el señor de sombrero de ala ancha con listones de colores, morral terciado y el resto de su vestimenta todo en manta blanca, su cinturón que era una faja roja y una como manta en la espalda, que parecía una capa, pero resultó un jorongo muy estilizado. Se me acercó y me pidió permiso para sentarse, pero ante se disculpo de haberme interrumpido en mis lecturas.



- Es usted el doctor ¿verdad? Se lo pregunto solo por certeza de lo que a lo lejos parece una total verdad, pero ya ve que en este mundo hay muchas visiones y apariciones, falsedades del sensorio y mire que a mi edad mas vale preguntar -. Al pronunciar esto último se llevó una de sus manos al jorongo para enfatizar con el ademán, que se refería sin dudas a que yo portaba una bata.

- Hace bien en preguntas señor...

- -¡Señor Nacho!, así a secan nada más así sin otro apelativo.



Había calculado el efecto de sus palabras, porque se sonrió, su bigotito blanco escaso pero acomodado, vibro con el ritmo del aire que expelía en ese como sonido que luego supe era una carcajada, su estilo de reírse.



- Si quiere me puede preguntar si soy el Señor Nacho, que usted oyó mentar, al cabo, que si vengo a sentarme enfrente de su Merced no ha de ser solo para platicar.

- ¿El mentor de Gonzalo? – Me apareció en la mente la cara bonachona y sonriente de mi amigo y compañero de la escuela de medicina, que nunca dejo de vestirse de la misma manera, que el Señor Nacho, sólo que sin esa cosa como capa. El Señor Nacho era el chaman que lo había rescatado de una cueva, a donde se había ido a refugiar, después de que uno paramilitares guatemaltecos arrasar con su aldea y con ella, a toda su familia.

- ¿Por qué les ponen en los campamentos esas porquería? –Con su bastón, adornado con mas listones me señalaba el pequeño televisor, en donde de manera ostensible se anunciaban el Canal de las Estrellas. - ¡De ahí viene la maldad, por ahí los tiene a todos con el cerebro como un moco gigantesco. ¿Y sabe porque doctor Rafael? - ¡Qué cabrón! Y ahora, ¿de donde se sabía mi nombre? Nuevamente sacudió la cabeza, de un lado para el otro y ahora si era que se doblaba de la pura risa.

- ¿Que le hizo gracia? Don Nacho – con lágrimas en sus ojos me indicó que apagara la caja idiota.

- Dentro están los Diablos del Azcarraga y otros Huichilobos. Déjela así dormidita y verá que hasta entiende porque me supe su nombre, apelativo y dirección de campamento. – Luego sin más se dedicó a mirar el bosque que nos rodeaba, guardando uno de sus silencios tan largos, de los que ya me había comentado mi desaparecido amigo Gonzalo.

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Epitafio a Telerisa




Y bueno, pues mientras aprovecho para decirles que la actividad de la Resistencia Pacífica en Televisa nos fue a Todas madres, que solo un borrachito se cruzo por en medio de la concentración, y que aun que algunos dijeron que era un provocador hijo putativo de Abacal, la mirada sin enfocar, el pulso de maraquero y el que no pudiera tener fácilmente la vertical, me hizo pensar que estaba intoxicado con “sepa-su-madre-que” que si se sabe que es muy tóxico.

Se le hizo su altarcito con todo y veladoras, anticipándonos como siempre a la colocación de altares funerarios, y se invita a los carnales y carnalas, que tiren sus Teleras televisivas en ese sitio, y que lo cambien por un libro, solo que entrarle de mi primera a lo de la leída, si no esta uno acostumbrado, es querer correr el Maratón sin haber nunca entrenado.

Por eso les voy ir platicando de ese Señor Nacho, que luego e volvió EL Chaman de los campamentos (Pero sólo los del lado del Bosque de Chapultepec, porque la verdad a él no le gusta salirse de donde están los árboles, luego les platico porque).



Les voy ir platicando del señor Nacho, y de mi amigo Gonzalo, sobre todo para aquellos carnales que les cuesta trabajo leer. Somos una especie animal que nos dedicamos a contarnos nuestras vidas y sueños, ¿Saben por qué? Por que el narrar viene del soñar.

Lo seres humanos queremos contar, oír, integrar a nuestra experiencia propia la información, dar alternativas, buscar nuevos caminos. La narración se desarrolló como una necesidad de explicación del mundo. Soñar, tener esas imágenes y sensaciones cada noche, y darle una coherencia está en la base de esa actividad, tal vez no como motor, pero sí como entrenamiento cotidiano ante la tarea humana de entender el mundo.

Somos una especie animal que trasmitimos historias. Sabemos de Alejandro Magno, de Rolando “El Rabioso”, Marco Polo, Moctezuma y Saladino, como si ellos fueran personajes que viven en alguna colonia o barrio de la ciudad en que habitamos, pernoctan en algún museo, recorren el tiempo de atrás hacia adelante. Nos interesa saber quienes fueron, qué hicieron, pero sobre todo: Qué errores cometieron, cómo murieron, porque a fin de cuentas lo que les pase a otros puede salvar nuestras vidas, al resolver problemas, de las personas que escuchan. También nos importa saber de seres inexistente, Harry Potter, Blanca Nieves, Allien el “Octavo Pasajero”, el Mago de Oz, don Quijote de la Mancha. Oír, leer y ver, como en los sueños. Sherezada contó durante mil y una noche al Sultán una serie de historia que le permitieron vivir ese mismo número de días. El contar un cuento a los niños para dormir, tiene entonces una función inductora, sugestiva de la temática, a la vez que la voz narradora, casi siempre de uno de los padres, tiene un efecto hipnótico, relajante, adormecedor y al mismo tiempo funciona como un vector que facilita las historias que viviremos en nuestros sueños.

Si la vida cotidiana tiene lapsos de monotonía, la labor de la elipsis, de síntesis y al mismo tiempo de vidas sin ratos perdidos, son la solución de los problemas, los cuales están cual están sólo unas páginas más adelantes, o podemos acceder a este clímax apretando el botón que dice “forward”, lo demás es aburrido: esperar el autobús, la fila en el Banco, las clases en la escuela; el insomnio que drena algo que acentúa el aburrimiento en la nuca y en la panza. En este sentido, Charles Baudelaire, definía la vida de la siguiente manera: “Un par de oasis de horror (nacer y morir) en medio de un desierto de aburrimiento”.






Tele a la basura


Despacio, sin prisa Televisa te idiotiza



La muerte cerca de Azcarraguita

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