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02 abril 2008

Elba, Carlos y Manlio

• ¿¡Ooootro chisguete?!
• Percepción azul...

Cuanto más colosal es el caos, mi estimado, más próxima está la solución. Original, por decir lo menos, ha salido la estrategia del Gymboree en Los Pinos alrededor de la reforma energética a la que ya varios vislumbran como el distintivo chisguete. La delicada cuestión es que los últimos, el electoral y el fiscal, han resultado ser verdaderos frankensteins donde nadie entiende mucho. Y quizá todo se deba a esa curiosita manera de ejercer el poder con la actitud presidencial del titubeo, la mediocridad y la desesperación por venderle lo que sea al azorado respetable.

El nacimiento del bodrio electoral canjeado por el monstruo fiscal, my friend, se debió a una simple transa de Felipe con el PRI de Manlio Fabio Beltrones —quien evidentemente lleva la batuta legislativa pero no el poder del simpático veto— donde ambas siguen teniendo estupendas secuelas en la operación diaria.

El caso del ife de Valdés Zurita con su solicitud para obtener recursos por más de mil millones de pesos para comprar fierros, que corren el riesgo de ser obsoletos ante la ola de tecnología digital que viene, y hacer su chamba de monitoreo y demás linduras mediáticas, es un botón que debe revisarse con sumo cuidado. En este irreverente espacio comentamos la simulación del ahorro oficial cacareado por the ususal media suspects, donde se abrumó hasta el cansancio las bondades del nuevo chisguete fiscal... que, como Hugo, se irá al nabo sin escalas si Agustín Carstens da luz verde para esa millonada.

La cuestión es que se quiere repetir el mismo esquema de trueque político con lo que seguramente será un chisguete… energético. Calderón ya negoció con Beltrones y el tiempo se agota para saber de qué está hecho cada quien. Con todos los tubazos declarativos y ofensivos desplegados dedicados a Felipe donde estos tricolores se pitorrean de su gobierno, es claro que el ambiente ya valió madres para salir oliendo a rosas en este colosal mar de estiércol.

Y este régimen, amable lector, es percibido en territorio azul como rehén de dos personajes fundamentales: Elba Esther Gordillo y… Manlio Fabio Beltrones. Ambos con agenda distinta. Ambos viejos adversarios. Ambos enemigos conocidos. Y en medio de la tenebra del tesorito (el de las aguas profundas) surge la figura imprescindible para llevar a cabo el reformón o el chisguete. Su nombre: Carlos Romero Deschamps, líder petrolero recién reciclado gracias a una Toma de Nota en un espléndido timing político de canjes, trueques y pactos.

La historia de estos tres alegres personajes, Elba, Manlio y Carlos están entrelazadas por un ocurrente culebrón que no tiene desperdicio… sindical. Lo chistoso es que Beltrones sigue los pasos de la Gordillo en eso de tener su Plan B para lo que se ofrezca en el futuro. Ella fundó su partido y él... también. Ella orquestó a Nueva Alianza y él irá jugando su resto por Alternativa o Socialdemócrata, whatever, con su discípulo, hoy peón, Alberto Begné y una mezcla de lacras dignas de fucking Animal Planet.

A Elba el poder de su partido combinado con el del fascinante SNTE le ha redituado beneficios políticos y ha sabido jugar sus cartas con inteligencia. Y Manlio, quien ha demostrado con creces el arte de la real politik, no quiere quedarse atrás cuando el experimento electoral de la chiquillada ha arrojado atractivos resultados.

Y la astuta teacher debió prender alertas con ese seductor jueguito entre el sonorense y Romero Deschamps donde la memoria de ambos parece estar atrofiada, o el cinismo y las ganas del payback son motores para el despliegue del pragmatismo. Sobre todo cuando Manlio necesita a Carlos para someter a Felipe y su reformón. Lo curioso es que Carlos olvide que Manlio y el PRI del entonces Madrazo lo abandonaron a su suerte... un sexenio.

Estos peligrosos rounds de sombra que le pueden parecen desconectados ya que pasan desapercibidos en medio del bullicio de ambos tesoritos; el de las profundidades marinas y el del superpoderoso de Bucareli, del mierdero del sol azteca, del movimiento de López Obrador, del interesante fuego amigo (y chantaje) azul y del titubeante pasmo presidencial, son epicentro fundamental en la balanza de Felipe quien deberá tomar decisiones.

Porque su indecisión ha sido la peor decisión.

Y lo indudable es que su delicada fragilidad desencadena que las aguas profundas (léase de las cañerías) tricolores se muevan. Y los aliados presidenciales no alcanzan. Y este PRI, my friend, le está enviando señales clarísimas de que van por todo...

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