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02 abril 2008

Verdades Oportunas v/s Mentiras Conspirativas

Por: Waldo Munizaga

Como tenía que ser los ojos de Latinoamérica una vez más han estado atentos a nuestro territorio. Por un lado se ha reunido el esfuerzo agonizante pero aun poderoso de los magnates de la prensa; y del otro la necesidad imperiosamente vital de todos aquellos que vienen asumiendo la verdad de su momento de modo insurgente y poco articulado.

El color y el calor de la actual confrontación requieren de un clima comunicacional determinado para que el Imperio pueda trascender hacia una nueva, la intervención armada. Los gobiernos dignos de Latinoamérica han de convencerse que aun cuando los logros alcanzados en materia de integración son importantes, aun se encuentran peligrosamente reversibles.

Lo que está en juego en este momento es demasiado importante para perderlo sin haber jugado debidamente. El espectro comunicacional se ha transformado hoy en un verdadero e indiscutible problema de Estado y de Seguridad Nacional para los gobiernos que honrosamente mantienen un marcado impulso nacionalista.

Es tiempo ya de aportar voluntades y recursos en la urgente tarea de fortalecer nuestra evidente debilidad en materia comunicacional. El venidero lanzamiento y puesta en funcionamiento del satélite “Simón Bolívar” será la mejor manera de comenzar a tener una política de medios más atrevida y aguerridamente determinada a dar la batalla comunicacional.

Los diferentes medios de comunicación han de significar y convertirse en verdaderas arterias bidireccionales por donde se articule gobierno-pueblo, gobiernos-gobiernos y pueblos-pueblos. Se tiene que ser capaz de poder alcanzar niveles no solo de contenidos sino de excelencia en materia de producción. La revolución tampoco debe estar reñida con la creatividad y la estética.

A parte de la promoción impostergable es la formación y el asesoramiento de los nuevos espacios comunitarios. Cada una de las instituciones verdaderamente han de sustanciarse con este compromiso y no continuar dejándose sobornar por los grandes medios que a fuerza de publicidad ofrecen silencio ante su ineficiencia.

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