Hay triunfos fehacientes producto de las movilizaciones que han encabezado los integrantes del Movimiento en Defensa del Petróleo, dirigidos por Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Uno de ellos, es que hasta el cierre de edición había sido derrotada la propuesta calderonista de aprobar por lo que llaman “fast track” o vía rápida, las reformas que permiten la privatización de PEMEX. De concretarse este triunfo, Calderón no podrá dar buenas cuentas a los presientes de Estados Unidos y Canadá con los que se reunirá dentro de una semana.
El segundo triunfo sería el amarrar un debate público que de ser difundido ampliamente no dejaría lugar a dudas sobre las verdaderas intenciones de los privatizadores. Sin embargo, ambos triunfos pueden ser revertidos. El primero, sesionando el Congreso en espacios alternativos e imponiendo a “sangre y fuego” la reforma, aunque parece que los priístas ya no están tan seguros de que no saldrían raspados por una medida de ese tipo, y la segunda, haciendo una simulación de debate, contrarrestando los avances con un plan de medios orquestado por Televisa, TV Azteca y demás corifeos del sistema.
Un tercer triunfo y quizá el más valioso es que el Lopezobradorismo ha estructurado redes y brigadas de resistencia popular que por lo menos hasta ahora han mostrado efectividad.
Sin embargo, para enfrentar la contraofensiva del estado es preciso que AMLO se decida a llamar a otras fuerzas sociales a organizarse conjuntamente y que aproveche su calidad de avanzada de esta lucha, para entrar unitariamente a combatir por otras reivindicaciones.
En el país hay muchas luchas, varias de ellas de alcance nacional y de repercusiones nefastas para los trabajadores, como es la que se ha levantado contra la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) para el frijol, azúcar y sobre todo el maíz. Otra es la lucha contra el ASPAN, tratado que implica la pérdida de la soberanía a manos de los militares imperialistas. Otra es la lucha contra la ley de ISSSTE que despoja a más de 4 millones de familias de sus pensiones. Contra la privatización de la electricidad, la educación y por la defensa del estado laico son otras luchas estratégicas. A ninguna de ellas se ha sumado AMLO de manera decidida.
Esta forma de hacer política no es exclusiva del Frente Amplio Progresista o de la Convención Nacional Democrática que liderea el tabasqueño. Por el contrario es la más común en la izquierda mexicana. Por ejemplo, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) siempre se moviliza en febrero y marzo, previo a su revisión salarial: se incrementan las movilizaciones, los pronunciamientos en contra de la privatización del sector eléctrico pero pasada la revisión, el SME se sumerge y ocasionalmente aparece en otras luchas, salvo que sean verdaderamente trascendentes.
La “otra Campaña” ha establecido como ejes de movilización el apoyo al EZLN, por la libertad de un sector de los presos políticos y las luchas particulares que les afectan directamente. Ellos no hacen presencia en luchas como la que se ha realizado contra el TLCAN o ahora la privatización del petróleo.
¿A qué se debe esta forma de hacer política en la que luchas por la excarcelación de los presos políticos sólo la dan de manera definitiva las organizaciones que tienen presos?
Esta es una de las grandes carencias de la izquierda mexicana en que los políticos sólo convocan a participar en aquellas luchas que consideran que no les afecta en su proceso de fortalecimiento político como grupo.
El caso más patético de esto es el de los partidos políticos de izquierda, que a pesar de contar con los medios para desarrollar estructuras, hacer difusión, sumarse a la lucha de los pueblos, no lo hacen, salvo en casos excepcionales.
¿Dónde estuvieron los partidos políticos que se pregonan de izquierda cuando se reprimió salvajemente a los pobladores de Atenco o cuando el pueblo de Oaxaca dio la lucha frontal contra Ulises Ruiz, con la APPO ? ¿Dónde estuvo la CND o el FAP hace unas semanas cuando se aprobó la entrada “legal” de los transgénicos o el 1º de enero en las movilizaciones campesinas contra el TLCAN? ¿Dónde están en la lucha actual contra la Ley de ISSSTE?
Ojala que la participación de López Obrador en la lucha contra la privatización petrolera no sea igual a la que dio contra el FOBAPROA o en contra del desafuero donde su objetivo fundamental fue acumular fuerza política por sumar poder político a su causa. Por ello no importó crear estructuras populares que tuvieran vida propia, sino movilizar a las “masas”; así, como masas, para que cualquier estructura que se formara pudiera ser mantenida o disuelta, a conveniencia de los dirigentes. Mucho menos importó formar ideológicamente a los que se sumaron a la lucha.
¿Esto significa que es incorrecto luchar contra la privatización de PEMEX? No, por el contrario, es una lucha en la que todo el pueblo debe de participar, pero es básico que la acción derive en que aumente el nivel de conciencia de clase de los trabajadores y trabajadoras que participen. De lo contrario sucederá como en el asunto del desafuero: López Obrador formó comités, movilizó y todo lo disolvió después de que Vicente Fox reculó.
Por ello la lucha contra la privatización del petróleo será limitada si su objetivo esencial es potenciar a un líder o a su grupo. Esta lucha cumplirá su objetivo realmente transformador si se estructura políticamente con el resto de las luchas del pueblo y genera estructuras de poder realmente popular.
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