Por si hiciera falta rociar con gasolina al fuego, en la víspera se supo que cuando Felipe Calderón detentaba la titularidad de lo que fue su efímero tránsito por la Secretaría de Energía , ya PEMEX –o sus recursos económicos- habían sido empleados, al margen de toda normatividad y legalidad alguna, comprando acciones en presuntos paraísos fiscales (en éste caso, en el principado europeo de Luxemburgo ), para lo cual obtuvo acciones mediante un oscuro intercambio con la transnacional ibérica YPF-Repsol .
Aunque no se sabe aún, bien a bien, cómo demonios ocurrió la contraproducente transacción especulativa en bonos ( swaps ), ni quiénes directamente estarían involucrados en la ilegal “inversión” explícitamente prohibida por la ley, lo cierto es que, de un lado, quienes tramitaron el desvío de recursos, malbarataron acciones de la paraestatal con fundamento en una pésima proyección sobre la conducta que tendrían los precios petroleros al seno del mercado petrolero mundial (en la actual coyuntura energética ha sido a la alza sostenida); pero de otro lado, la fallida inversión especulativa ya generó un quebranto económico directo que le ha significado un boquete económico más de la empresa energética mexicana en el orden de casi 700 millones de dólares. Una raya más al tigre, dirá la picaresca, pero lo cierto es que el turbio manejo de recursos públicos bajo custodia estatal, por quienes no estaban facultados para ello, adquiere la dimensión de un delito perfectamente tipificado: la defraudación . ¿Y quién hace algo para transparentar las cosas y actuar en consecuencia?
Frente a este hecho, en extremo irregular, el tráfico de influencias que el actual secretario de gobernación, Juan Camilo Mouriño , está probado que trianguló para favorecer los intereses económicos propios y de su familia, parece pecata minuta . Pero lo grave, en todo caso, es que se trata del mismo grupo de poder enquistado al frente del poder político de una nación en vigoroso proceso de desmantelamiento, por el grave quebranto que al interés público le ha inflingido el dogmático apego neoliberal, de este corrupto grupo faccioso, al frente del Estado y su gobierno. Y se trata también, precisamente, del grupo político que pretende tutelar el proceso que dicho con su eufemismo favorito, procesará la “apertura” de PEMEX a la inversión privada, nacional o extranjera, aunque se sabe que ya el interés privatizador que concita la desnacionalizadora iniciativa del corrupto panato neoliberal, está sobretodo en sintonía con los grandes tiburones de la política global que comandan las firmas transnacionales “hermanas” del petróleo.
Si estos señores, son precisamente los que comandarán la mal llamada “apertura” , ¿qué podemos esperar? Indudablemente la catástrofe económica-material, si México no comprende que está viviendo una hora histórica de definiciones, de las cuales no cabe sino esperar un enorme quebranto al interés colectivo de los mexicanos, cosa que debería significar una movilización general en contra del gobierno, más allá de quienes, desde su minimalismo programático y su reformismo galopante, pretenden llevar agua a su molino político, justo cuando el todavía supuesto por algunos ingenuos como el más importante partido de “izquierda” nacional, el PRD, se desmorona ante los asombrados ojos de quienes no alcanzan a comprender lo que desde hace años, otros, hemos venido señalando sobre el particular.
México se encuentra en la hora de sus definiciones, y no atina a comprender, todavía, con qué herramientas y merced a cuáles métodos de lucha lo hará, frente al Estado, sus gobiernos, los cuerpos coercitivos y los medios masivos de (in) comunicación, quienes al unísono afirman que, al margen de la privatización de PEMEX, que abiertamente promocionan, al país no le queda sino el abismo. Así nos vienen con el petate del muerto, cuando ellos son parte del problema y en modo alguno constituyen factores de solución alguna para la nación y el interés colectivo de los mexicanos. Por eso llama poderosamente la atención, el contraproducente protagonismo que conspicuos miembros de las diversas tribus perredistas desarrollan, en el contexto de la lucha en defensa del petróleo, cuando su desprestigio y su nula credibilidad hace que mucha gente se confunda y dude sobre si está en lo correcto, pues los consabidos y antidemocráticos intereses corporativos de esos políticos profesionales, probados en sendas ocasiones y expresado desnudo en su actual incapacidad por procesar una elección interna elementalmente democrática dentro de su propio partido, termina reblandeciendo la lucha en la defensa del petróleo misma.
Uno se siente impelido a suponer, que la mano del gobierno federal está metida en el interior del propio PRD, y que la tribu de los chuchos , no representa en la actualidad, sino una táctica de desarticulación de la coherencia política más elemental que comparten cínicamente con el propio encinismo , aparentemente su contrario pero tan parecido, a fin de reblandecer las posibilidades mismas de la cada vez más extendida protesta contra la privatización del petróleo, si con tales animales políticos uno se ve en la “obligación” de “converger”. Pero no. Uno puede estar perfectamente claro de la correcta lucha en defensa del petróleo, sin que eso suponga convalidar las toscas expresiones del más ramplón nacionalismo y sus propias expresiones políticas reformistas del tipo PRD, ni tampoco avalar la corrupción de un partido que, supuestamente, había nacido para procesar una “revolución democrática” que ha brillado por su ausencia y ahora representa su negación rotunda. Tan es así, que proponen, antes que una alianza con la sociedad, con el PRI, acaso el principal usufructuario, durante décadas, de los recursos ilícitos que drenaron de PEMEX para contribuir a quebrarlo desde dentro. Por eso mismo, en la semana que pasó, las más coherentes declaraciones políticas, no vinieron de los políticos, sino de los guerrilleros del ERPI , que comprenden, muy bien, la necesidad de la revolución que, según dijeron, no la esperarán hasta el 2010.
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