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04 abril 2008

¡Qué país!

Rosario Ibarra

El viernes por la noche, en el largo regreso de Hermosillo al Distrito Federal, pensaba en el pasado, en mi infancia, en mis primeros años de escuela, cuando los maestros nos decían cosas muy bellas de nuestro suelo, que hacían henchirse de gozo nuestras almas párvulas. Cómo me gustaba imaginarme al país cual si fuera el “cuerno de la abundancia” colmado de frutas y de flores en una amalgama de esplendorosa policromía...

El viaje era largo, más de dos horas en aquella aeronave que surcaba el cielo tranquilamente, y mi pensamiento seguía sumergido en aquel mar de recuerdos de días felices, mientras contemplaba la comba oscura del cielo salpicado de estrellas...

De pronto, densos nubarrones lo cubrieron y fuertes sacudidas intermitentes borraron mis recuerdos. La dura realidad actual se aposentó en mi mente y la imaginé más oscura que el cielo que entonces veía...

Pensé en Sonora y en las injusticias que allí se viven, desde las amenazas de muerte hasta la represión y la cárcel con sentencias hasta de 300 años (¡válganos Dios!)...

Después, como cuentas negras de un roto collar agorero, veía caer los males que aquejan a mi pueblo: la miseria y el hambre como amos y señores en millones de hogares; el campo abandonado, el éxodo interminable hacia el norte en busca del trabajo que en México nuestros hermanos no encuentran; las invasiones extranjeras, los modernos filibusteros saqueadores de la riqueza de nuestro suelo, como el oro que buscan en San Luis Potosí y en Madera, Chihuahua, a costa de lo que sea, hasta de la muerte de quienes se oponen a ello.

Ensuciar nuestra tierra con lo que les estorba, los desechos tóxicos que pretenden tirar en Zimapán, como ya ha sucedido en otras partes del país.

La muerte con su guadaña galopando por todo México y dejando más cadáveres que la peste, y el mal gobierno culpando de todo al “crimen organizado”. “Ajuste de cuentas” —dice—, pero nunca se sabe quiénes son los muertos, a menos que sea alguien “relevante”; los demás no les importan...

¿Y las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez? ¿Y los hermanos centroamericanos que huyen también de la miseria y ansían llegar al norte, qué trato reciben? Habrá que indagar qué pasa con el llamado “tren de la muerte”...

¿Y las leyes enemigas del pueblo: ISSSTE, “judicial” y todas las demás? ¿Y el Ejército fuera de los cuarteles?...

Y sobre todo, las cárceles llenas de presos políticos que se ven orillados a la huelga de hambre contra la injusticia que sufren y los presos pobres que no han cometido delito alguno... Y la simulación y la corrupción y la impunidad y la tormenta que se avecina... ¡El hurto mayúsculo! Nos quieren robar “la leche negra que da vigor al mundo”: la sangre oscura de las entrañas de la tierra: el petróleo.

Luchemos con denuedo contra el daño que nos hacen: logremos ante todo la libertad de los presos políticos y con uñas y dientes defendamos nuestro petróleo, que no se diga más.

¡Qué país!

Dirigente del comité ¡Eureka!

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