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19 septiembre 2008

Sigue el gran velorio por Lehman Brothers y otros bancos norteamericanos

Emilio Marín (LA ARENA)

El titular de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires graficó la situación derivada de la quiebra de Lehman Brothers, de repercusión mundial. "Un gran velorio" dijo Adelmo Gabbi. Para algunos ya es funeral.

La bancarrota de Lehman es la mayor de la historia capitalista pues involucra a una entidad con 25.000 empleados y activos por 635.000 millones de dólares. Tal patrimonio lo hacía presumir de ser el cuarto banco norteamericano con una trayectoria de 158 años durante los cuales había visto caer a su lado a muchos bancos y empresas, sin mosquearse. Esta vez se vino abajo como si hubiera sido una de las Torres Gemelas.

Lo que impactó en la entidad financiera fundada en el siglo XIX por un inmigrante judío alemán no fue un par de aviones estrellados por la organización terrorista de Bin Laden. Al banco lo hizo añicos una situación económica caracterizada por una burbuja especulativa propia de lo que Paul Krugman llamó "sistema financiero fantasma". Esto, en un clima de creciente recesión, hizo que reventara el segmento hipotecario con millones de clientes que no podían pagar sus hipotecas o no lo hacían porque el valor de sus viviendas era sensiblemente inferior a la deuda.

Esa crisis bancaria empezó a fines de 2006 y pareció atenuarse para reaparecer con fuerza al término de 2007. Al principio se dijo que solamente se iba a llevar puestos a bancos repletos de hipotecas de riesgo (subprime). Pero el "lunes negro" 16/9 ya lo hizo con Lehman, que presumía de tener las mejores notas de Standard & Poors y calificadoras de riesgo.

El fallido se lleva a la tumba 25.000 empleos, cifra que llegaría a 85.000 si se suman los que dejaría en el camino la venta de Merrill Linch al Bank of America. Esta adquisición, que costó 50.000 millones de dólares, salvó al adquirido de seguir los pasos de Lehman.

La mirada sobre la cantidad de empleos que se pulverizan con estas quiebras y absorciones, debería ser lo primero que llama la atención en estas crisis. Ante todo el ser humano. Ese costo no se agota en los empleos directos perdidos sino también en los indirectos. ¿Cuántas niñeras, profesores, pagos a clubes, compras, etc, se van a reducir ahora que esos bancarios quedaron sin trabajo?

Sin embargo, la lógica capitalista siempre enfatiza en cuánto capital quedó en el camino con el concurso de tal o cual empresa. Lo esencial tendría que ser el balance social y no monetario del asunto; tampoco la información sobre cuántos puntos retrocedió el Dow Jones de Wall Street, el Nikkei de Tokio o el Merval de Buenos Aires.

Como esta no es la primera crisis bancaria, era sabido que esos estallidos son inherentes al sistema. Sobre eso mejor no redundar. Pero ahora también se sabe que ni aún con los debidos avisos, con suficiente antelación, la Reserva Federal de EE UU ni el Tesoro pudieron prevenir el fuego. En marzo debieron poner 30.000 millones de billetes verdes para socorrer al banco de inversión Bear Stearns, luego deglutido por el JP Morgan Chase. Seis meses después, en setiembre, Ben Bernanke (Fed) y Henry Paulson (Tesoro) seguían sin saber qué hacer y llegaron el día después del incendio. Si eso no es incompetencia...

Privatización de las ganancias...

...y socialización de las pérdidas. Esta metodología de las grandes patronales, sean del agro, las finanzas, la industria o el comercio, se puso otra vez de relieve con letras de molde en los medios de todo el mundo. Incluso más, a los millones ya mencionados de marzo para el salvataje del Bear se sumaron hace unos días 100.000 millones de dólares para Fannie Mae y otro tanto para Freddie Mac, dos gigantes del negocio hipotecario de los Estados Unidos. Además la Reserva de Bernanke, el Banco de Inglaterra y el Banco Europeo inyectaron centenares de miles de millones de dólares en el mercado financiero.

Luego la Fed dejó caer al Lehman, pero ayudó con créditos al Bank Of America a hacerse del Merrill Linch envuelto en llamas. Y, en lo que hasta ahora es la última "socialización", puso 85.000 millones de dólares para tomar el control de otro grande que se iba a pique. Se trata de American International Group (AIG), el mayor asegurador del mundo, que en Argentina controla a la compañía de seguros La Meridional.

¿Es que George W. Bush se ha vuelto socialista, capaz de estatizar grandes empresas privadas y bancos de primer nivel internacional? La ridícula pregunta parece pertinente porque desde siempre, pero particularmente desde el Consenso de Washington de los años ´80 en adelante, los Estados Unidos fueron el oráculo de la "libertad de los mercados", la desregulación y el achicamiento del rol del Estado en la economía.

Sin embargo ahora se ve a las autoridades estadounidenses disponiendo de sumas multimillonarias de fondos públicos para rescatar firmas privadas, actuando a contramano de sus dogmas.

Eso llevó a que Cristina Fernández hiciera referencias a esa contradicción. "Estamos viendo cómo este primer mundo que nos habían pintado en algún momento como la meca a la que debíamos llegar, se derrumba como una burbuja y aquí nosotros, modestos y humildes, los argentinos con nuestro proyecto nacional estamos firmes", dijo en La Plata.

Algunos multimedios se enojan con la jefa de Estado y no le perdonan siquiera esa atinada reflexión. Ayer el columnista de Clarín, Eduardo van der Kooy, calificó esas afirmaciones presidenciales de "lectura frívola sobre la debacle económica mundial" y conjeturó que posiblemente estuviera inspirada en "revanchismo político".

¿Van der Kooy sangrará por la herida de Goldman Sachs, banco de inversión norteamericano que en 1997 compró el 15 por ciento de Clarín?

Factura ajena

Sería ingenuo suponer que en esos medios de comunicación, en sus niveles propietarios y gerenciales, hay lugar para la autocrítica. Si lo hubiera, tendrían que demostrarlo aceptando que al calor de esta crisis financiera internacional ha quedado probado que los capitales especulativos estaban detrás del alza de commodities como la soja que en el momento de mayor confrontación de los ruralistas con el gobierno argentino llegó a cotizar casi a 600 dólares la tonelada. No todo era demanda de China e India. Ni toda esa renta extraordinaria debía ir a los bolsillos de los sojeros, como justificaban Clarín y La Nación. Había, pese a que esos medios lo negaban, un margen derivado de la especulación financiera que ahora salió de ese negocio para refugiarse en los papeles supuestamente seguros de la Reserva Federal.

Volviendo a Estados Unidos, una de las mayores tonterías, como no podía ser de otro modo, provino del presidente Bush, quien aseguró: "en el corto plazo, los ajustes en los mercados financieros pueden ser dolorosos. En el largo, confío en que nuestros mercados de capitales son flexibles y resistentes, y pueden lidiar con estos ajustes". Algo así como "siempre que llovió, paró". Cero autocrítica del inquilino de la Casa Blanca, que por eso mismo compromete un poco más las chances del aspirante republicano a reemplazarlo, John McCain, y favorece en la misma medida al demócrata Barack Obama.

La referencia de Bush al largo plazo es equívoca, porque como popularizó John M. Keynes, en ese lapso "estaremos todos muertos".

Aunque por ahora todas esas personas estén vivas, es evidente que van a sufrir pérdidas de diverso tipo: desocupación, merma de ingresos, remate de sus viviendas, deterioro de su calidad de vida, etc.

Y no sólo ocurrirá esto entre los empleados afectados de lleno por el quebranto de bancos neoyorquinos y londinenses. De una forma u otra, en una economía globalizada como la actual, la crisis bancaria en el Norte y la recesión que puede agravarse allí repercutirá en una menor cotización y colocación de productos del Tercer Mundo, el desalojo de determinados mercados por una competencia subsidiada de las grandes potencias y una mayor exacción de éstas a los países dependientes.

Querrán lograr ese resultado vía nuevas amortizaciones de la deuda externa, apropiación de más renglones de su mercado interno, remisión de mayores utilidades a sus casas matrices, reforzamiento de la dependencia tecnológica y el comercio desigual.

Como si fuera algo natural u obligatorio, las corporaciones de EEUU y el poder político de ese país, quieren que los ciudadanos del mundo paguen solidariamente su crisis. Flor de tontos serán los que acepten pagar esa factura de una fiesta ajena.

Foto: Néstor y Cristina Kirchner abren una sesión de la Bolsa de Comercio de Nueva York. / Néstor Kirchner: “Agradecemos el gesto del mercado de invitarnos, volvimos al lugar del que nunca debimos haber salido” (Página 12, 21/09/2006) / Cristina Fernández de Kirchner: "El comunismo fue vencido por el capitalismo porque se corresponde con lo que la gente quiere, que es consumir". (Clarín 20/10/2005) / Autor foto: PRESIDENCIA DE LA NACION


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