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30 junio 2007

Lamento en las calles

Inmigrantes reaccionan con indignación ante el fracaso de la reforma

Tristeza, coraje, desesperanza y en algunos indiferencia fue la reacción de varios inmigrantes en Los Ángeles al enterarse que la reforma migratoria, por la que se había peleado en los últimos meses, había fracasado.

A José García, originario de Guerrero y con 19 años viviendo en Los Ángeles la noticia lo tomó por sorpresa ya que un día antes se había enterado que hoy –ayer- el debate continuaría en el Senado.

"Creo que aunque la medida no era lo mejor, mucha gente se hubiera beneficiado", expresó. "Ahora tendremos que esperar no sé cuantos años más para poder salir de la sombra".

"Da coraje porque ellos –los políticos— saben lo mucho que contribuimos al país con nuestro trabajo, y que no nos quieran dar oportunidad de salir de la sombra, es algo más que política. Eso es racismo".

Para Antonio, empresario de profesión y quien prefirió no dar su apellido, la derrota de la reforma migratoria es un triunfo de la irritación y la política racista de este país.

"Su racismo no los deja ver lo valioso que es la mano de obra del trabajador inmigrante. Los resultados son el miedo de las personas frustradas que ven a los inmigrantes como enemigos que podrían llegar a quitarles sus empleos".

El inmigrante, originario de México y quien lleva 15 años viviendo en Estados Unidos, indicó que en estos momentos hay una lucha muy fuerte a través de los medios radiales y cibernéticos difícil de combatir por la comunidad.

Casualmente la radio conservadora anunciaba con bombos y platillos la derrota de la iniciativa que supuestamente ayudaría a regularizar a 12 millones de inmigrantes. Inclusive, se invitó a la gente a un evento donde simbólicamente se enterraría un ataúd que simbolizaba la propuesta.

Páginas de Internet como numbersUSA mostraron el voto en el Senado como un efecto de las supuestas miles, aunque se anunciaron más de un millón de llamadas que sus seguidores hicieron a los legisladores para lograr revertir los 14 de los votos demócratas y republicanos que la semana pasada habían votado a favor del debate.

Ante este panorama José Flores, vendedor de frutas durante el día, y taxista en la tarde y noche, expresó pesar por el resultado porque tiene muchos amigos y familiares que tendrán que seguir viviendo a escondidas.

"No se puede vivir así, vivir con miedo, siempre tenerte que cuidar aunque no hayas hecho nada. Yo me voy en diciembre, lo siento por los que se quedan porque tarde o temprano se cansa uno de vivir en esta situación", expresó Flores, originario de Puebla y quien lleva cinco años viviendo en Los Ángeles.

Jilma Rosales, asistente médico que lleva viviendo 16 años en Estados Unidos, expresó que una de las cosas más difíciles es que la situación está cada vez más dura para vivir en Estados Unidos sin papales.

"Las cosas ahora están peor, antes no había tantas redadas o te llevaban a migración por una infracción de tránsito", expresó. "Ahora la gente debe cuidarse de todo; además todo está más caro y no se puede vivir con el sueldo mínimo que ganan muchos inmigrantes", enfatizó Rosales, de origen Nicaragüense.

Sin embargo Rosales, aunque ya es residente, dijo que no hay que bajar los brazos y que hay que seguir luchando porque de lo contrario, ellos –los políticos— nunca darán nada gratis.

"Tenemos que seguir participando activamente porque tarde o temprano confió en que pueda aprobarse algo justo para toda la gente trabajadora".

Peter Schey, especialista en inmigración recordó a la comunidad que no porque no se haya aprobado en esta ocasión la reforma, calificada por él como ‘terrible’ para los inmigrantes, en el 2009 habrá oportunidad de trabajar en una iniciativa positiva que posiblemente ayude a regularizar su situación mucho antes de lo que la actual propuesta ofrecía.

Entre los puntos que incluía la reforma migratoria y que también se derrotaron, se incluían, la construcción de 300 millas de barda en la frontera, 20 nuevos centros de detención que pudieran albergar 25 inmigrantes, penalidades criminales en forma masiva y cinco años de prisión para las personas que habían sido deportadas y eran detenidas entrando al país otra vez, entre otras medidas.

Fuente: Agustín Durán, Opinión Digital

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