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26 abril 2007

Mesa puesta para Matar

Diversos estudios sobre violencia criminal en Estados Unidos pretendieron advertir a tiempo acerca de las proporciones que está adquiriendo este fenómeno patológico y de los riesgos que implica. La misma preocupación aqueja desde hace mucho a varias organizaciones civiles que tienen muy claro algo: hechos de sangre como los que protagonizó hace una semana el estudiante Cho Seung-Hui en Virginia son fomentados por una “cultura de la violencia” que se expresa, por ejemplo, en películas y videojuegos, y se materializan gracias a la permisividad para comprar armas de fuego. Con todo, la Casa Blanca y el Capitolio siguen sordos...

WASHINGTON.- La masacre de 32 personas en la Universidad Politécnica y Estatal de Virginia (Virginia Tech), que de manera premeditada cometió el surcoreano Cho Seung-Hui el lunes 16, reactivó el debate en Estados Unidos sobre la necesidad de discutir con seriedad las leyes relacionadas con la venta de armas de fuego y emprender acciones para frenar la cultura de la violencia.

En su reporte Crimen violento en Estados Unidos, 24 meses con una tendencia alarmante, publicado en febrero último, el Foro de Investigación de Policía Ejecutiva (Police Executive Research Forum, PERF) había advertido: “Es increíble. Los crímenes violentos han tenido un aumento preocupante en los últimos dos años”. Y agregaba que este tipo de crímenes se incrementaron en 10.21% de 2004 a 2006.

Entre el 10 y el 15 de enero, The Tarrance Group (TTG), formado por el bufete de criminalistas Greenberg Quinlan Rosner, realizó una encuesta en torno del mismo fenómeno y la completó con una investigación que dio a conocer el 23 del mismo mes. Ambas –la encuesta y la investigación– se elaboraron a petición de la Asociación Nacional de Alcaldes de Estados Unidos.

En sus conclusiones, el TTG destaca que “existe un fuerte deseo por la instrumentación de leyes más severas para restringir la venta de armas de fuego, y hay un gran respaldo para que las autoridades utilicen los datos sobre este comercio para resolver investigaciones criminales y fincar por ello responsabilidad a los vendedores”.

Investigaciones como las del PERF y el TTG muestran que en el país el debate respecto de las crecientes cifras de violencia, venta y uso de armas de fuego sólo interesa a las autoridades locales, como los alcaldes, pero nunca llega a los poderes federales.

Una historia ya contada

En Estados Unidos ya es costumbre que, cuando suceden tragedias como la de la Universidad Politécnica y Estatal de Virginia, se reavive la discusión acerca de la necesidad de legislar para controlar la venta de armas de fuego y se realicen estudios de personalidad a quienes cometen homicidios en masa, tal como el que ejecutó Cho.

El caso de este joven de origen surcoreano, quien terminó por suicidarse tras cometer la matanza, no es diferente de los de aquellos que han irrumpido armados en otros campus universitarios. Las autoridades de la Universidad de Virginia y los compañeros de clases y de dormitorio de Cho aseguran que desde 2005 notaron en él alteraciones emocionales y actitudes fatalistas, que se reflejaban en los ensayos literarios que escribió y en su aislamiento.

Cho preparó la matanza con antelación. Incluso mandó por correo una videograbación y un mensaje de mil 800 palabras a las oficinas centrales de la cadena de televisión NBC ubicadas en Nueva York horas antes de irrumpir en la Universidad de Virginia. “Gracias a ustedes muero como Jesucristo para inspirar a generaciones de personas débiles e indefensas”, dice el joven surcoreano en el mensaje grabado en video.

Las imágenes muestran a Cho con un rostro descompuesto y una mirada desafiante. Viste una camiseta negra, así como un chaleco de cazador color café claro, una gorra negra con la visera hacia atrás y un pantalón amarillo. Un cuchillo de caza le cuelga del cinturón. Cho apunta a la cámara con dos pistolas: en la mano derecha tiene una calibre 9 milímetros, mientras que en la izquierda empuña una calibre 22. Los investigadores consideran que con estas armas mató a las 32 personas.

La imagen, transmitida por la NBC, es similar a la de películas de acción, como Rambo, Perros de reserva –estrenada en Estados Unidos en 1992 y dirigida por Quentin Tarantino– o Nacidos para matar –exhibida en 1994, dirigida por Oliver Stone y escrita por Tarantino.

Si bien algunos expertos en psicología y comportamiento humano sostienen que personalidades como la de Cho son producto de desequilibrios mentales, aceptan también que este tipo de actitudes fatalistas y criminales son resultado de un fomento inconsciente de la llamada cultura de la violencia en Estados Unidos.

El ejemplo más claro de la inconciencia con la cual la sociedad estadunidense fomenta la cultura de la violencia se observa en la aceptación, por parte de los padres de familia, de que sus hijos jueguen desde temprana edad con reproducciones de armas de fuego, equipo militar, bombas de destrucción masiva biológicas y químicas, o destacen con las manos a personajes humanos representados con dibujos animados en los videojuegos o en internet.

Según el sitio electrónico Gamespot News, dedicado a la promoción y clasificación de los videojuegos con mayor demanda comercial en el mundo, los 10 más violentos son: Resident Evil 4 (Residente diabólico 4), Grand Theft Auto: San Andreas (Gran robo de auto: San Andreas), God of War (Dios de la guerra), Narc (Narco), Killer 7 (Asesino 7); The Warriors (Los guerreros), 60 Cent: Bulletproof (60 centavos: A prueba de balas); Crime Life: Gang Wars (Vida criminal: guerra de pandillas); Condemned: Criminal Origins (Condenado: orígenes criminales) y True Crime: New York City (Crimen verdadero: ciudad de Nueva York). En todos ellos aparecen personajes que muestran poses o actitudes como la que Cho adoptó en su videograbación y en las fotografías que entregó a la NBC.

“La violencia con armas de fuego es una de las principales preocupaciones de los estadunidenses”, apunta el reporte de TTG titulado Fuerte apoyo a la instrumentación de leyes de sentido común sobre las armas.

La encuesta nacional del TTG se realizó del 10 al 15 de enero de este año. Su muestra fue de 803 estadunidenses adultos, con un margen de error de más/menos 3.5 puntos porcentuales. Al responder la pregunta ¿cuál es su principal preocupación?, 72% de los entrevistados dijo que es el elevado costo por el cuidado de la salud; 59%, que es el precio de la gasolina; 58% que es la violencia con armas, y 56% contestó que es la calidad de la educación pública”.

Según el sondeo del TTG, de febrero de 2001 a enero de 2007, el porcentaje de estadunidenses que apoyan la instrumentación de leyes más severas para el control de las armas de fuego oscila entre 62 y 56%. Además, 82% de la población de Estados Unidos quiere que por lo menos las autoridades apliquen con más severidad y sin ningún tipo de excepción las leyes de control de armas, aunque 38% preferiría la promulgación de nuevas leyes; 44% se opone a que se haga eso, mientras que 14% piensa que, en ese sentido, el país está saturado de leyes sobre las armas.

El estudio del PERF, elaborado por expertos de agencias policiacas federales y sustentado con estadísticas del Buró Federal de Investigación (Federal Bureau of Investigation, FBI), menciona que el índice de crímenes violentos en Estados Unidos se incrementó 10.21% entre 2004 y 2006. Las estadísticas del estudio provienen de 56 jurisdicciones de agencias policiales del país y fueron clasificadas en cuatro categorías: homicidio, robo, asalto con violencia y asalto violento con arma de fuego.

Rechazo a legislar



La masacre de Virginia Tech obligó al presidente George W. Bush y a los líderes demócratas y republicanos del Congreso federal a declarar siete días de luto nacional. Sin embargo, esta expresión simbólica contrasta con la negativa reiterada de la Casa Blanca y del Capitolio a legislar sobre cambios a las leyes nacionales para la venta de armas, a pesar de las exigencias en ese sentido por parte de organizaciones civiles y algunos medios de comunicación.

Los estudios del PERF y del TTG sostienen que una de las organizaciones más poderosas de Estados Unidos que se oponen a legislar al respecto es la Asociación Nacional del Rifle (Nacional Rifle Association, NRA). La Casa Blanca y el Congreso mantienen relaciones con ese tipo agrupaciones, las cuales se oponen a que nuevas leyes restrinjan la venta de armas de fuego.

Tanto el presidente Bush como los líderes de su partido, el Republicano, se han mostrado preocupados últimamente ante la posibilidad de que en los comicios federales de noviembre de 2008 los demócratas les arrebaten la presidencia. Por eso prefieren no discutir ahora una nueva legislación de armas de fuego. Y los demócratas saben también que abordar el tema no les redituaría ningún capital político.

La agrupación no gubernamental Open Secrets (Secretos Abiertos), contraria a la

venta de armas de fuego, señala que la NRA

encabeza una lista de 18 organizaciones que son partidarias de la venta de pistolas y rifles de todo tipo a cualquier residente legal que no tenga antecedentes penales.

En 2006, por ejemplo, la NRA, que tiene a su servicio nueve firmas de abogados dedicados al cabildeo profesional, gastó 1 millón 600 mil dólares para mantener intactas las leyes federales, estatales y locales sobre la venta de armas. Y así ha venido haciéndolo durante varios años: destinó 1 millón 790 mil dólares en 2005, 1 millón 575 mil dólares en 2004 y 1 millón 550 mil dólares en 2003.

A pesar de que la NRA es la organización más activa en la guerra contra la restricción de la venta de armas de fuego, y no obstante que entre sus miembros honorarios están el vicepresidente Dick Cheney, el expresidente George H. W. Bush (padre del actual mandatario) y por lo menos 418 de los 535 legisladores federales que conforman la Cámara de Representantes y la de Senadores, no es la agrupación que más dinero destina al cabildeo profesional para facilitar la venta, uso y aportación de armas, según Open Secrets.

La Asociación de Dueños de Pistolas (Gun Owners of America, GOA) gastó en cabildeo profesional 1 millón 753 mil 290 dólares en 2004 y 1 millón 640 mil dólares en 2003.

En contraste, la organización Campaña Brady para Prevenir la Violencia con Armas, dedicada a patrocinar en el Capitolio la formulación de nuevas leyes para restringir la venta de armas, gastó 90 mil 100 dólares en cabildeo profesional para sus causas en 2006 y 190 mil dólares en 2005. A su vez, el Comité de Ciudadanos por el Derecho a Mantener y Portar Armas de Fuego, la organización más pequeña de entre las 18 que luchan para evitar las leyes restrictivas, gastó 643 mil 961 dólares en cabildeo profesional en 2006 y 654 mil 173 dólares en 2005.

Expertos en el tema aseguran que la mayoría de organizaciones como la NRA se sostienen con el dinero que aportan sus miembros: en su mayor parte habitantes de poblaciones rurales o ciudades pequeñas donde se practica la caza y las leyes locales les permiten portar armas también para defensa personal.

La encuesta del TTG, en contraste, reveló que 51% de la población de las grandes ciudades consideró que deben aprobarse nuevas leyes para hacer más restrictivas las que existen actualmente, 44% opina lo mismo en las ciudades pequeñas, 34% en las zonas suburbanas, 32% en las poblaciones pequeñas y sólo 28% en las áreas rurales, como Blacksburg.

El 13 de marzo, Cho compró por 571 dólares una de las pistolas que usó en la masacre –la 9 milímetros– en una armería de Blacksburg, Virginia, donde se ubica Virginia Tech, una comunidad rural que se localiza en la región más montañosa de la entidad y cuya población se dedica principalmente a la agricultura.

Fuente: J. Jesús Esquivel, Proceso 1590

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