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26 abril 2007

Se reducen los bonos del imperio yankee, nada bueno para G. Bush

37 millones de pobres existen en EE.UU.

Cerca del 22 por ciento de los hispanos nacidos en Estados Unidos vive con unos ingresos por debajo del umbral de la pobreza. Así lo revela un informe dado a conocer por el Centro de Progreso Americano (CPA).

El estudio señala la existencia de 37 millones de personas pobres en EE.UU. (en una población de 300 millones), de las cuales un 84 por ciento nació en el país.

También indica que las llamadas minorías tienen más posibilidades de ser pobres que los blancos de origen caucasiano. El 21,8 por ciento de los hispanos, el 24,9 de los negros y el 25,3 por ciento de los indios americanos están por debajo de la línea de pobreza.

El estudio, presentado por el senador demócrata Edward Kennedy, se refiere también al índice de pobreza entre los inmigrantes, que constituyen un 11 por ciento de la población total de EE.UU. y un 14 por ciento de la fuerza laboral del país.

El porcentaje de pobres es del 16,5 por ciento y se atribuye principalmente a que suelen tener empleos peor pagados que los nacidos en el país.

Los inmigrantes ocupan más de un 20 por ciento de los puestos de bajos ingresos del país, lo que para el CPA se debe en gran parte al desconocimiento del inglés y los niveles más bajos de educación que presentan.

“Cada día hay más de 100 jornaleros en EE.UU., de los cuales más del 75 por ciento es inmigrante, se les niega su sueldo diario y a muchos de ellos se les obliga a trabajar en lugares muy peligrosos”, destaca el informe.

Para el CPA, una de las claves para que los niveles de pobreza de los inmigrantes disminuyan pasa por una reforma de las leyes que, a su ver, les perjudican a pesar de residir en EE.UU. de manera legal.

Hasta 1996, los inmigrantes con permiso de residencia eran tratados como el resto de ciudadanos en lo que se refiere a su derecho a ser elegidos para recibir las ayudas gubernamentales.

Sin embargo, todo cambió cuando durante la presidencia de Bill Clinton, el Congreso restringió a los inmigrantes legales en EE.UU. el acceso a las ayudas de salud, alimentos y otros beneficios públicos al menos durante los primeros cinco años de residencia.

Fuente: EFE

Cámara desafía a Bush y aprueba proyecto sobre retirada militar Irak


La Cámara de Representantes desafió ayer, miércoles, la amenaza de veto del presidente George W. Bush y aprobó un proyecto de ley que ordena el comienzo de la retirada de las tropas estadounidenses de Irak a partir de octubre de este año.

En virtud de ese proyecto, la retirada de alrededor de 150.000 efectivos estadounidenses debería concluir en marzo del próximo año.

La iniciativa, que será sometida a votación hoy por el Senado, fue aprobada por 218 votos a favor y 208 en contra, pese a las advertencias del jefe de las fuerzas de EE.UU. en Irak, general David Petraeus, quien señaló que una medida de ese tipo sumirá a ese país en el caos.

El proyecto prevé una asignación extraordinaria de 124.000 millones para financiar las operaciones de las tropas en Irak.

El presidente Bush ha advertido que vetará cualquier proyecto que establezca plazos para la permanencia de las tropas estadounidenses en ese país árabe. Según el legislador demócrata, John Murtha, uno de los más férreos críticos de la guerra, la aprobación del proyecto supone un llamamiento para que la Casa Blanca rinda cuentas por los errores cometidos en el conflicto.

Murtha fue el último orador demócrata en el debate que precedió a la votación que reflejó la intensa división que ha provocado la guerra en el espectro político estadounidense. Poco antes, el también demócrata James McGovern dijo: “Este terrible capítulo de nuestra historia debe terminar (...) !Basta!”.

“Nuestras tropas están involucradas en una guerra civil sin un enemigo claro y sin una estrategia clara para el éxito”, afirmó, por su parte, el líder de la mayoría demócrata, Steny Hower.

Sin embargo, el republicano Jerry Lewis, advirtió que la decisión será vista por “Al Qaeda, como el día en que la cámara tiró la toalla”. Fuentes legislativas manifestaron que se espera que la medida también sea aprobada mañana por estrecho margen en el Senado, para ser enviada después para la promulgación del presidente Bush.

El debate y aprobación del proyecto también constituye el mayor enfrentamiento entre el Congreso, que controla los fondos para el conflicto, y la Casa Blanca, que tiene la autoridad constitucional para el manejo de la guerra. Bush ha reiterado una y otra vez que vetará el proyecto y esa advertencia fue repetida hoy por la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, quien lamentó la “muy trágica situación” en Irak, pero afirmó que una retirada militar “creará un vacío de poder” en ese país árabe.

La única posibilidad de superar el veto presidencial sería que los detractores del conflicto en el Congreso de EE.UU. pudieran conseguir más de dos tercios de los votos de los legisladores.

Según fuentes del Congreso, esa posibilidad es virtualmente inexistente debido a la escasa mayoría que los demócratas tienen en ambas cámaras legislativas.

En un intento por neutralizar la marea de oposición a la guerra, el general Petraeus se reunió hoy con los legisladores a puerta cerrada para informarles sobre la situación en Irak.

Fuentes legislativas indicaron que en ese encuentro el militar indicó que ésta ha mejorado y repitió su advertencia de que una retirada estadounidense provocaría el caos en Irak.

Posteriormente, en una reunión con periodistas, Petraeus señaló que los asesinatos sectarios han disminuido en Irak y que el progreso en la provincia de Anbar ha sido “increíble”.

También manifestó que el primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, “está haciendo todo lo posible” por conducir al país.

Durante su reunión a puerta cerrada con los periodistas, un grupo de manifestantes se reunió frente al Congreso para gritar consignas contra la guerra y exigir que “las tropas vuelvan, ahora”.

Fuente: Hoy Digital

La guerra y el Estado policial: La complicidad del pueblo estadounidense

Donna J. Thorne
Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

“Tendemos a cerrar nuestros ojos ante una verdad dolorosa... ¿Es lo que corresponde a hombres sabios, involucrados en una grande y ardua lucha por la libertad? ¿Estamos dispuestos a ser como aquellos que, teniendo ojos, no ven, y teniendo oídos, no escuchan? Por mi parte, por terrible que sea la angustia de espíritu que me cueste, estoy dispuesto a conocer toda la verdad; conocerla... ahora.” Patrick Henry, 1775.

En esta era de guerra perpetua, de creciente tiranía interna, de tortura aprobada por el gobierno, de lucha al estilo nazi por la dominación en Oriente Próximo, se esperaría, por lo menos, una protesta audible del Pueblo que proclama su devoción resuelta a los ideales de libertad y justicia para todos. Sin embargo, en su mayor parte, USA sigue asumiendo en la tendencia dominante una posición de apatía, amargura, o silencio inexplicable.

Al verse confrontada con hechos indiscutibles y evidencia científica que vinculan a funcionarios clave del gobierno con los ataques del 11-S, gente aparentemente inteligente, sensata, rechaza coléricamente y con aire desafiante dicha información sin pensarlo ni un momento. Personas sinceramente compasivas y amantes de la paz apoyan la criminal invasión de Iraq y cierran los ojos ante la matanza por USA de 600.000 civiles iraquíes, y prefieren creer en el mito de la supremacía estadounidense, en cuyo corazón está la noción de que sólo los extranjeros son capaces de semejantes atrocidades.

Y ahora, después del 11-S y del establecimiento resultante de la Seguridad Interior, quienes solían ser decididos partidarios de los derechos cívicos toleran tranquilamente la deconstrucción gradual de la Constitución de USA bajo el pretexto de la protección, y por su cuenta y riesgo, desestiman cada vez más las estridentes advertencias y las señales de un creciente e inminente estado policial. Claramente, USA dominante se ha rendido a la subyugación de un gobierno enloquecido por el poder, despótico, cuyo control se sigue ampliando exponencialmente con cada nuevo rumor de un peligro inminente.

¿Por qué, cuando se ven confrontados por un historial negro sobre blanco de ofensas autocráticos, tantos estadounidenses sensatos ignoran o incluso apoyan al actual gobierno que allana tan abiertamente un camino tiránico hacia el infierno? ¿Estamos tan engañados por la retórica y por la propaganda armamentista, que ya no podemos distinguir la verdad de la ficción, permitiendo, si no favoreciendo al hacerlo, nuestra propia esclavización?

No cabe duda de que existe un conjunto colectivo de circunstancias que explica la anuencia del pueblo estadounidense. Lo que sigue es la primera de una serie de exploraciones mediante las cuales la autora tratará de identificar posibles factores centrales que contribuyen a este azote de apatía en la sociedad estadounidense actual.

Miedo, la Némesis de la racionalidad

No se puede analizar la dinámica de una sociedad posterior al 11-S sin examinar una de sus características principales: el miedo, la ansiedad, el espanto, la aprensión... en una palabra el Terror. Para los que se benefician de su proliferación, el miedo es una moneda, una materia prima, un poderoso instrumento de mercadeo. Si uno tiene conciencia de los dispositivos mediante los cuales los dirigentes han cosechado históricamente el poder y el apoyo para cualquier guerra o agenda, uno puede discernir fácilmente cómo funcionan las mismas maquinaciones en la actualidad. Un ingrediente clave de toda movilización exitosa para la guerra o para la adquisición del poder es la explotación del miedo mediante la manipulación de la percepción.

El 11 de septiembre de 2001, los medios corporativos y la elite gubernamental lanzaron una agresiva campaña política y mediática hacia y contra el pueblo estadounidense. Con la pericia de los magos de la publicidad, los abastecedores de miedo elevaron nuestra percepción de una amenaza inminente inundando las ondas con bytes de sonido continuos, repetitivos, fáciles de aprender, palabras cargadas de significados emocionalmente cargados: Bin Laden, talibanes, Eje del Mal, Sadam Husein, Amenaza del Terror, Terrorista...” con justo la intensidad suficiente para persuadir con éxito al pueblo estadounidense a que busque la seguridad a cualquier precio.

El miedo generalizado y firmemente arraigado es el medio usado por el actual gobierno para lograr vender la “Guerra contra el Terror”, y al dejar que florezca ha solidificado la cooperación mecanizada de las masas ya que nuestros dirigentes apelan a la más básica de las necesidades humanas – la seguridad.

Han colocado el fundamento. Hoy en día, vuelven a anunciar la identificación de nuevas “amenazas” con una regularidad casi predecible. Ahora que el miedo está firmemente implantado en el inconsciente colectivo de USA, es empleado para racionalizar poderes dictatoriales sin precedentes de la Casa Blanca, para justificar la erosión de la privacidad y el despojo de derechos humanos que otrora eran tan religiosamente protegidos por la Constitución. Y por tanto, ¿qué se podía esperar de un gobierno cuya plataforma está construida sobre un substrato de miedo, fuera del miedo en sí?

El miedo trata de silenciar a los disidentes. A medida que el Movimiento por la Verdad gana ímpetu y acumula credibilidad, los explotadores del miedo han comenzado a pregonar otra “amenaza” más para la Seguridad Nacional – las mentes inquisitivas. Es una noticia al mismo tiempo buena y mala. Ya no nos pueden ignorar. Temerosos de quedar al descubierto, los Zares de la Propaganda saben que hay que marcar y desacreditar a los buscan la verdad si la corrupción gubernamental y el fraude corporativo han de florecer con toda su furia. Dicho esto, hay que prepararse para una campaña intensificada de temor y miedo. Todo grupo o individuo que cuestione vocalmente la historia oficial del 11-S o que ejerza su derecho de exigir responsabilidad al gobierno será calificado de “anti-estadounidense y anti-patriótico.”

Una estrategia bien documentada de propagandistas a través de la historia moderna, disolviendo la credibilidad mediante la difamación es una táctica calculada utilizada para persuadir al público desinformado para que se niegue a escuchar, en efecto, para que siga desinformado. Queda por ver si esta línea de ataque tendrá éxito, y el éxito depende de cada individuo que postula la libertad. En cuanto al ansia humana de seguridad, el deseo natural de afiliación y aceptación trabaja a favor de la elite belicista, hambrienta de poder, porque sabe que sólo los más valientes de los valientes se atreverán a arriesgar el ostracismo por una causa noble.

El miedo engendra miedo y embota la racionalidad. Bajo la influencia del miedo, el sistema nervioso autónomo tiene una reacción de lucha o huída. Tal vez esta reacción de una u otra clarifica el bipartidismo de esforzados luchadores por la libertad y los que son voluntariamente engañados. Los primeros se refuerzan con conocimientos. Los segundos, tienen tanto miedo de aniquilar ilusiones reconfortantes, que siguen defendiendo los crímenes de sus dirigentes seudo-conservadores, y al hacerlo, aplazan las ansiedades que seguramente acompañarían el esclarecimiento. Tan desesperados por creer en un Gran Hermano imaginariamente benévolo, Nosotros el Pueblo hacemos inconscientemente y a veces adrede oídos sordos a la verdad, y preferimos creer en una mentira. Nos arrullamos en la complacencia o en el sometimiento forzado. Permitimos que el miedo alimente una cultura de ignorancia silenciosa y de lealtad sin discernimiento que permite que florezcan los regímenes dictatoriales.

Haríamos bien en recordar que una población atemorizada es fácilmente conducida.

© Copyright Donna J. Thorne, Global Research, 2007

www.globalresearch.ca/PrintArticle.php?articleId=5454

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