Un presidente alertó al país sobre los riesgos de convertirnos en un país de cínicos. No se percató José López Portillo y Pacheco que él y su familia contribuyeron activamente, durante 1976- 1982, a que ese cáncer se extendiera entre las elites, prácticamente sin excepción, y avanzara por todo el tejido social.
A no otra cosa más que a cinismo suena el llamado hecho por Juan Camilo Mouriño Terrazo a los empresarios de la Asociación Nacional de la Publicidad , para que “hagan posible fomentar en el país una cultura de irrestricto apego y respeto por nuestras leyes y por la legalidad”.
Mientras no se dilucide en las instancias competentes y no ante las integradas al gusto del funcionario más apreciado en Los Pinos y muy influyente en el país, si incurrió o no en trafico de influencias al firmar como apoderado legal contratos de las empresas de su familia con Petróleos Mexicanos, cuando se desempeñó como presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados y después como coordinador de asesores del entonces secretario de Energía, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa , no es pertinente que el joven campechano nacido en Madrid, discursee sobre temas en lo que está puesta en duda cuando menos su conducta ética como funcionario público.
En el partido de enfrente, el de la oposición más y mejor articulada en la colaboración con el gobierno que todos los días se llena la boca con el discurso sobre el estado de derecho, Francisco Labastida Ochoa preside la Comisión de Energía de la Cámara de Senadores y, por ello, coordina el debate organizado para decidir el futuro de Petróleos Mexicanos.
No es preciso tener memoria privilegiada para no obviar que el sinaloense, como candidato del Partido Revolucionario Institucional fue actor privilegiado en el desvío de multimillonarios recursos de Pemex a la campaña presidencial, a través de Carlos Romero Deschamps , secretario general de Sindicato de Trabajadores Petroleros, y por lo cual el tricolor pagó una cuantiosa multa fijada por el Instituto Federal Electoral.
Apunta bien el abogado Humberto Hernández Haddad cuando sugiere: “Se ría sano para ese debate petrolero, que por aseo jurídico y dignidad legislativa, el senador Francisco Labastida Ochoa se excusara de presidir la Comisión de Energía y el debate mismo, pues entraña un conflicto de interés que habiendo sido un actor central del escándalo históricamente llamado Pemexgate ahora coordine el debate para decidir el futuro de la industria petrolera. El Senado debe subsanar esa falla”.
Mas en este hermoso país nuestro, donde la impunidad se ventila públicamente como nunca antes, impera como en los mejores tiempos del presidencialismo absolutista y del partido prácticamente único –así le llamaba Carlos Salinas de Gortari , cínico entre los más cínicos--, la capacidad de asombro se debilita. Paradójicamente, la voluntad popular y ciudadana para someter a las impunes elites empresariales, políticas, religiosas, financieras, criminales, castrenses y de la comunicación se vigoriza día a día.
Allí está la reacción de los preparatorianos de Lagos de Moreno, Jalisco, que recibieron con una sonora rechifla a Emilio González Márquez y le recordaron a su señora madre. Ella, por cierto, no tiene ninguna responsabilidad en los desfiguros que alcoholizado cometió el gobernador el 24 de abril ante la Asociación de Bancos de Alimentos, con el cardenal Juan Sandoval Íñiguez como testigo de honor.
El derecho a regresar una mentada de madre en público a un gobernante ya se ganó. Falta lo trascendente: por qué regaló mas de 400 millones de pesos del erario a la jerarquía católica jalisciense, a Televisa y Televisión Azteca.
Imbatible aparece por todos lados la impunidad.
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