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12 julio 2007

Guaicaipuro Cuauhtémoc

Nos llega al correo lo siguiente:

Te envié este?.No sé de donde salió pero me lo mandaron hace mucho y me gustó. Vale la pena leerlo.


Chiapas 14

Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuauhtémoc, he venido a
encontrar a los que celebran el encuentro.

Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la
América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar
a los que la encontraron hace sólo quinientos años.

Aquí pues, nos encontramos todos.

Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos
otra cosa.

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con
visa para poder descubrir a los que me descubrieron.

El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda
contraída por Judas, a quien nunca autoricé a
venderme.

El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda
se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres
humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.

Yo los voy descubriendo.

También yo puedo reclamar pagos y también puedo
reclamar intereses.

Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel,
recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente
entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de
Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos
de plata provenientes de América.

¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que
los hermanos cristianos faltaron a su séptimo
mandamiento.

¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los
europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su
hermano!

¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores,
como Bartolomé de las Casas, que califican al
encuentro como de destrucción de las Indias, o a
ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el
arranque del capitalismo y la actual civilización
europea se deben a la inundación de metales preciosos.


¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos
de plata deben ser considerados como el primero de
muchos otros préstamos amigables de América,
destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería
presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que
daría derecho no sólo a exigir devolución inmediata,
sino la indemnización por daños y perjuicios.

Yo, Guaicaipuro Cuauhtémoc, prefiero pensar en la
menos ofensiva de estas hipótesis.

Tan fabulosa exportación de capitales no fue más que
el inicio de un plan "Marshalltezuma", para garantizar
la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por
sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes,
creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano
y otros logros superiores de la civilización.

Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del
Empréstito, podremos preguntarnos: ¿han hecho los
hermanos europeos un uso racional, responsable o por
lo menos productivo de los fondos tan generosamente
adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?

Deploramos decir que no. En lo estratégico, lo
dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas
invencibles, en terceros reichs y otras formas de
exterminio mutuo, sin otro destino que terminar
ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en
Panamá, pero sin canal.

En lo financiero, han sido incapaces, después de una
moratoria de quinientos años, tanto de cancelar el
capital y sus intereses, cuanto de independizarse de
las rentas líquidas, las materias primas y la energía
barata que les exporta y provee todo el tercer mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de
Milton Friedman según la cual una economía subsidiada
jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para
su propio bien, el pago del capital y los intereses
que, tan generosamente, hemos demorado todos estos
siglos en cobrar.

Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a
cobrarle a nuestros hermanos europeos las viles y
sanguinarias tasas de 20 y hasta 30% de interés, que
los hermanos europeos le cobran a los pueblos del
tercer mundo.

Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales
preciosos adelantados, más el módico interés fijo del
10%, acumulado sólo durante los últimos trescientos
años, con doscientos años de gracia.

Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del
interés compuesto, informamos a los descubridores que
nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de
185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas
cifras elevadas a la potencia de trescientos.

Es decir, un número para cuya expresión total serían
necesarias más de trescientas cifras, y que supera
ampliamente el peso total del planeta Tierra. Muy
pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto
pesarían, calculadas en sangre?

Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido
generar riquezas suficientes para cancelar ese módico
interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso
financiero y/o la demencial irracionalidad de los
supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos
inquietan a los indoamericanos.

Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención
que discipline a los pueblos deudores del viejo
continente, y que los obligue a cumplir su compromiso
mediante una pronta privatización o reconversión de
Europa, que les permita entregárnosla entera, como
primer pago de la deuda histórica..

P.D. Que tal??

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