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12 julio 2007

Patrimonio de la UNAM

Alberto Híjar

Ciudad de México, 11 de julio de 2007 (Machete Arte).- El campus de la UNAM inaugurado en 1952 en el Pedregal de San Ángel, ha sido reconocido por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad en su reunión 31 en Christchurch, Nueva Zelanda. Su trabajo le cuesta al rector Juan Ramón de la Fuente el cabildeo por Europa y América para ganarle a la universidad más grande de América Latina toda suerte de premios y certificaciones. El exdirector de la Facultad de Arquitectura, Felipe Leal, es el encargado de proyectos especiales costosísimos. Formado por el Autogobierno de Arquitectura y el Taller de Arte e Ideología prueba que nada ni nadie garantiza los usos del conocimiento. Comisionado por la Presidencia de la República para poner en orden a la UNAM cuando el Movimiento Estudiantil produjo la huelga más larga de su historia, la servil Junta de Gobierno aceptó al exsecretario de Salud impulsor de la privatización de este servicio, como rector salvador. A punto de terminar su segundo período, precandidateado para la presidencia usurpada por Calderón, el señor rector se coloca a la cabeza de sus colegas como globalizador número uno de planes y programas trascontinentales, con España en especial. Nada más fácil que conseguir un doctorado fast track en la Universidad de Valencia, por ejemplo, en la era donde la educación a distancia, las evaluaciones y las titulaciones pueden resultar muy ágiles para los vividores de las glorias académicas.

Nadie sabe ni supo el monto del patrimonio universitario tan oculto como los patronos conformantes de una aristocracia que como tal, está exente de informar sus gestiones sobre cuantiosos bienes jamás publicados. Parece no venir al caso esta mención ante el reconocimiento de la UNESCO limitado a la superficialidad de las apariencias. Por esto mismo es necesario advertir sobre el patrimonio oculto y privatizado de la UNAM y también sobre las modificaciones de fondo sufridas por el campus originario de Ciudad Universitaria.

El campus originario adolece de la integración de ciencias, técnicas y humanidades. Nunca mejor utilizado el término técnico de partido arquitectónico por la separación de dos alas claramente delimitadas con un gran espacio verde intermedio usualmente conocido como “Las Islas” donde se juega fútbol, se hace el amor, se fuma marihuana y algo más. A raíz del Movimiento Estudiantil de entre siglos, la feroz vigilancia interna de la UNAM impide todo eso. A cambio, los grupos estudiantiles avivan espacios abiertos como La Muela por los rumbos de la Facultad de Medicina. Sólo se permiten ciclistas en aquel remanso de convivencia estudiantil. Ningún plano programa, salvo la formalidad de una Dirección de Estudios Multidisciplinarios para cumplir con el membrete, alienta la relación entre las dos alas. Peor les ha ido a las artes porque se les destinó a edificios virreinales inadecuados en el Centro Histórico y luego a delegaciones tan lejanas como Coyoacán donde está la Escuela Superior de Música y Xochimilco donde está la Escuela de Artes Plásticas. La necesidad represiva canceló la convivencia entre las humanidades al cortar con rejas y otros obstáculos de cemento, el paso continuo que alguna vez tuvo el largo pasillo cubierto por la loza más grande del mundo que comunicaba a Filosofía, Historia, Letras, Pedagogía, Psicología y Geografía con Derecho, Economía y Ciencias Políticas. Hubo en los sesenta, movilizaciones iniciadas como marchas por el largo pasillo para ir sumando contingentes y reunirse al pie del auditorio de Ciencias, vecino de la antigua Ciencias Políticas. Después de 1968, cada escuela de las llamadas humanidades fue encerrada en sí misma y el nuevo campus del sur, limpiecito y grandilocuente, se llenó de las esculturas geométricas monumentales características del poder empresarial. La fachada de la Facultad de Ingeniería en el antiguo campus fue remodelada con cubos entrantes y salientes al gusto del muy beneficiado escultor Federico Silva.

Hubo alguna vez en el viejo campus al menos dos cafeterías muy concurridas: la de Filosofía heredera del célebre café de la antigua sede de Mascarones donde estuvo la Escuela de Altos Estudios y la Cafetería Central entre las facultades de Arquitectura e Ingeniería. Esta la mantuvo abierta durante 1968, una comisión dirigida por una esforzada estudiante de arquitectura, hasta su cierre definitivo y la destrucción del gran retrato de Ricardo Flores Magón pintado por el artista militante del 68 Mario Falcón. Ahora son oficinas. El café de Filosofía cayó en garras porriles y acabó cerrado aunque ahora goza de cabal salud con una extensión muy agradable en el jardín interior de la Facultad. Van recortándose los espacios de convivencia estudiantil y los que quedan adoptan apariencias mercantiles de alta eficiencia bajo control autoritario.

Peor le ha ido al auditorio nombrado oficialmente Justo Sierra que fuera el lugar más amplio y cómodo de Ciudad Universitaria, el lugar del famoso cine-debate dominical, de conciertos masivos, de asambleas, de conferencias y mesas redondas memorables, de instalación de jurados contestatarios como el Pablo Neruda para condenar en 1977 la rectoría de Guillermo Soberón quien solicitó la invasión militar del campus. El Movimiento Estudiantil de 1968 le cambió el nombre por el del Che Guevara y a partir de entonces así fue llamada la sede del Consejo Nacional de Huelga de entonces y el de entre siglos. La venganza autoritaria no se hizo esperar y la ocupación militar que posibilitó la toma de posesión de Juan Ramón de la Fuente desmanteló el histórico auditorio para dejarlo sin butacas, sin luz, sin cabina de proyección de cine, sin pantalla, sin agua. Hubo momentos de la torpe rectoría en que una pesada cortina de acero tapió la entrada. Los murales pintados en la fachada y en el pasillo de entrada fueron cubiertos por pintura gris al igual que todos los que acompañaron al Movimiento Estudiantil. Sólo se ha salvado el Ho Chi Minh que da nombre al auditorio originario de la Facultad de Economía gracias a su transformación en bodega de desperdicios bien cerrada y reabierta por el Movimiento Estudiantil de entre siglos para volverle a dar uso de auditorio. El vandalismo autoritario con los cuerpos de seguridad del Estado ha hecho estragos en la UNAM por lo que no hay que olvidar el Foro Abierto de la Casa del Lago en Chapultepec ocupado por un concierto de rock encabezado por el sicario conocido como El Chiquilín quien con escolta armada como rambo, arrasó camerinos y precarias pertenencias de CLETA para dar paso a las excavadoras que destruyeron en 1995 el bello teatro al aire libre para impedir que fuera el Primer Aguascalientes Zapatista en el Distrito Federal. Vandalismo semejante sufrió la vieja Escuela de Ciencias Químicas en el pueblo de Tacuba donde estuviera la Preparatoria Popular. Igual sufrió el viejo edificio de Mascarones que albergara la Preparatoria Popular Fresno.

La proclamación de la UNESCO va a la par de la extinción paulatina del patrimonio no tangible. Toda organización crítica y reflexiva es asediada como aquí se ha reseñado respecto a las expulsiones de distinguidos universitarios rematados por procesos penales singularmente crueles e injustos. A cambio, cafecitos lindos como el de Arquitectura, autobuses espectaculares con diseños siqueirianos en sus costados para hacer ágil el tránsito dentro de Ciudad Universitaria donde pasantes de coloridos chalecos impiden el estacionamiento y señalan los lugares de paso peatonal. Vale la pena narrar dos experiencias recientes. Hay Puma buses de más para el recorrido interno de automovilistas, pero escasean los transportes al metro utilizados por la mayoría de pobres peatones. En medio de la lluvia y desesperados después de veinte minutos, un grupo de ellos abordó un Puma bus con la exigencia de ser llevados al metro ante la oposición de los bien portados que iban en el transporte que acabaron por ganar al grito de ¡ya no hay CGH, bajen del camión!, ¡Respeten las reglas!, ¡Mugrosos, bájense y esperen!. Quizá estos mismos defensores de la ley y el orden fueron a celebrar un cumpleaños a la zona de tala criminal entre las sierras de Hidalgo y Puebla. Una ingenua vecina los invitó a dar fe del crimen ecológico y recibió como respuesta el repudio de los estudiantes empleados como guías del Museo UNIVERSUM seleccionados por sus altos promedios para tener el honor de ser explotados por una beca miserable sin derecho laboral alguno. El patrimonio no tangible de la UNAM ha sufrido un deterioro programado de la conciencia crítica, pese a la sobre vivencia de ella en organizaciones esforzadas y perseguidas.

Nada de esto sabe la UNESCO. A punto de cumplirse 40 años del asesinato del Che, sobrevive un modesto y efectivo comedor naturista y una galería improvisada pero muy bien puesta antes de un pequeño auditorio en lo que fuera pasillo de comunicación entre el Auditorio Che Guevara y la Facultad de Filosofía. La clausura de esta comunicación y su uso precario resulta simbólica porque su ignominioso muro es el límite del lugar de conferencias y proyecciones hechas con mil esfuerzos de los pocos salvaguardas de la dignidad crítica de la UNAM.

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