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13 julio 2007

Reflexiones sobre el Medio Oriente

Durante demasiado tiempo, Medio Oriente fue gobernado por la lógica del “total igual a cero”. La pérdida de una de las partes fue considerada como ganancia para la otra. Este pensamiento trajo sufrimiento a nuestra región, ayudó a polarizar la visión de cada parte con respecto de la otra y a herir a aquellos que buscan un terreno común.

La verdad es que los pueblos de Medio Oriente comparten el mismo destino. Estamos “condenados” a ser vecinos. Nuestros futuros están inevitablemente unidos. Y ninguna paz será duradera si se fracasa en tomar en cuenta este hecho. Esto es tan verdadero para Israel como para otras naciones de la región. Construimos una fuerte y dinámica sociedad democrática de la cual muchos nos enorgullecemos. Aun con todos los logros del país continuamos siendo una nación que lucha por cumplir su derecho básico a una existencia pacífica, lado a lado con nuestros vecinos de la región.

Con mucha frecuencia, las posiciones de Israel fueron tergiversadas o malentendidas. A menudo hubo una brecha entre la percepción y la realidad. Y, raramente, la gente del Medio Oriente le habló de forma directa a los otros, abierta y honestamente, sin esforzarse por echar culpas por el pasado, sino intentando compartir la responsabilidad por el futuro.

Quisiera aprovechar esta oportunidad para compartir, directamente con ustedes, la visión de Israel y sus intereses, de modo tal que podamos comenzar un diálogo genuino, por el beneficio total de la región.

La razón de Israel fue -y continua siendo- ser una democracia pacífica y un Estado judío, con esos valores presentes en armonía y no en contradicción, con esos mismos valores que nos llevaron a tener la visión de dos hogares nacionales, dos Estados -Israel y Palestina- viviendo uno al lado del otro, en paz y seguridad, aspirando a una paz genuina con nuestros vecinos.

No deseamos controlar las vidas de los palestinos. Los terroristas palestinos tomaron, como objetivo, a israelíes, y nosotros debemos defendernos, si bien eso trajo aparejado la tragedia a los palestinos. Tal como lo mostraron los recientes hechos de Gaza, mientras los terroristas claman por la promoción de los derechos palestinos, sólo logran socavarlos.

Israel tiene un interés personal, compartido por los moderados de toda la región, en la creación de un vecino estable, próspero y pacífico, comprometido en hacer avanzar al Estado palestino no como algo opuesto al Estado judío. Tal como lo demostramos a través de la desconexión de Gaza, Israel está listo para dar dolorosos pasos, avanzando hacia esta meta. Pero necesitamos saber si nuestros socios también están listos para el compromiso histórico y si nuestro sacrificio traerá una paz segura y duradera. Nosotros también merecemos un horizonte político.

El principio de dos hogares nacionales para dos pueblos no es nuevo. Más aun, su significado más profundo no siempre es apreciado. El establecimiento de Israel proveyó la respuesta a las aspiraciones nacionales históricas del Pueblo Judío, de aquellos que viven en la Tierra Santa y de aquellos que viven fuera de ella, de aquellos refugiados que huyeron de los horrores del Holocausto y de aquellos que dejaron o fueron expulsados de tierras árabes y otras.

Este debe ser, además, el verdadero llamado de un futuro Estado palestino, ser la solución a los reclamos nacionales del pueblo palestino, aquellos establecidos en la Margen Occidental y Gaza y aquellos en la diáspora; aquellos que languidecen en campos de refugiados y aquellos que gozan de iguales derechos que los ciudadanos de otros Estados. El establecimiento de Palestina debe, en sí mismo, constituir la respuesta al reclamo palestino de retorno, sin permanecer como una herida abierta que mantenga vivo el conflicto.

El principio de que ambos Estados deben vivir en paz y seguridad es evidente. El futuro Estado palestino no debe ser un estado terrorista. Ni los partidos, ni la región pueden afrontarlo. Por esta razón, la comunidad internacional insistió en que el camino hacia el establecimiento del Estado palestino pasa por la aceptación de los principios del Cuarteto, incluyendo la renuncia al terrorismo y la implementación de las obligaciones de la Hoja de Ruta. Cualquier futuro asentamiento necesitará incluir los convenios y garantías para asegurar que la seguridad será efectiva. Estos no son obstáculos para la paz, sino los principios fundacionales en la que se asentará.

Israelíes y palestinos necesitarán, también, alcanzar un acuerdo en un límite común, que incluya una retirada territorial adicional. Están los que creen que si sólo pudiéramos volver las manecillas del reloj hasta 1967, todo estaría resuelto. Pero en 1967 no había un Estado palestino, no había una conexión entre la Margen Occidental y Gaza, y no había seguridad. Una frontera internacional, entre Israel y un Estado Palestino viable, es una nueva creación que no puede ser impuesta, aunque necesitará ser negociada de acuerdo con la Resolución 242 del Consejo de Seguridad.

Creo que estos principios básicos expresan un interés común compartido por aquellos que apoyan la reconciliación israelí-palestina. Estas aperturas no son pro-israelíes o pro-palestinos. Son, simplemente, pro-paz.

Para avanzar, israelíes y palestinos -comprometidos con los principios del Cuarteto- tienen la responsabilidad de implicarse uno con otro, cara a cara y, juntos, crear las condiciones para negociaciones exitosas.

En este contexto, el Primer Ministro Olmert y el Presidente Abbas acordaron que, junto con las medidas necesarias para mejorar la seguridad y la situación humanitaria, se comprometerán en discusiones, frecuentes y sustanciosas, sobre la naturaleza del futuro y viabilizar el Estado palestino como parte de cualquier futuro acuerdo. Estas conversaciones pueden proveer, a ambas partes, el horizonte político que buscan y ofrecer un modo -fuera de la desconfianza e inseguridad- que caracterizan a las relaciones israelí-palestinas desde hace tanto tiempo.

Mientras que no haya un sustituto para el diálogo directo israelí-palestino, el rol de apoyo de la comunidad internacional es esencial. Todos aquellos que apuntalan la causa de paz necesitan mantener una postura inflexible contra los extremistas, atacar la incitación y la intolerancia, mientras fortalecen a aquellos que están verdaderamente comprometidos con la coexistencia. Sólo así podemos demostrar que el diálogo y el reconocimiento mutuo, y no la violencia y el rechazo, producen resultados.

En este contexto, el rol del mundo árabe es crítico. Erramos en el pasado por no involucrar lo suficiente a actores constructivos regionales que colaborarían con el proceso de hacer la paz entre israelíes y palestinos. El mojón de la iniciativa árabe de paz presenta, justamente, esa oportunidad para un compromiso regional positivo. Si se utiliza correctamente, puede servir no como un dictado, que ata las manos a las partes negociadoras, sino como un vehículo para los Estados árabes de proveer apoyo y legitimidad a los compromisos acordados que, ambos, israelíes y palestinos necesitarán realizar como parte de cualquier acuerdo futuro negociado.

El mundo árabe y musulmán puede, además, actuar como catalizador para la reconciliación israelí-palestina por medio del avance, en paralelo, de los pasos hacia la reconciliación regional y el otorgamiento, a todos los pueblos de Medio Oriente, de indicaciones tangibles de los beneficios que gozarán cuando la región se encuentre en paz. De ese modo, el principio de normalización puede transformarse de una vaga recompensa, ofrecida al final del conflicto, en un proceso concreto que ayude a producirla.

Hay algunos signos alentadores en esta dirección. El primer encuentro histórico entre Israel y representantes de la Liga Árabe, mantenido en El Cairo el mes pasado, puede ser una señal del comienzo de un proceso de trabajo conjunto para apoyar la causa de la paz y crear el clima en el cual pueda arraigarse.

No debemos hacernos ilusiones. Los enemigos de la coexistencia, encabezados por los simpatizantes de Irán, Hezbolá y Hamás, harán todo lo que esté en su poder para sabotear cualquier perspectiva de paz. Están determinados a transformar los conflictos, que son políticos y solucionables, en religiosos e irreconciliables. Si lo logran, prometen -para todos nosotros- un futuro de violencia, odio y desesperanza. No podemos cerrar nuestros ojos a los peligros que plantean y no alcanzaremos la paz a menos que trabajemos juntos para conseguirla.

No es suficiente -para los pueblos de Medio Oriente- anhelar pasivamente que los oscuros designios de los extremistas no se materialicen. Sí, hay una alternativa de paz que ofrece un futuro más claro, más seguro y más digno para todos nosotros. Ofrece, además, una realidad alternativa para una región construida sobre la esperanza más que sobre el temor. Pero los pueblos de Medio Oriente y sus líderes deben tener la sabiduría y el coraje de elegirla.

*Viceprimer Ministro y Ministro de Relaciones Exteriores de Israel

Tzipi Livni*

El que tenga oídos, ¡OIGA!, la palabra es clara: Por una semana se CONFIRMARÁ el pacto por el anticristo, Israel y los Árabes, a punto de caer en el engaño Israel aceptando sus proposiciones de "Paz y Seguridad". El pacto de la muerte va en camino para Israel y su confirmación y entrar a su semana 70, la venida de Jesucristo se acerca cada vez más... 1 Crónicas 16:17-18, Isaías 24:4-13, 28:14-22, Ezequiel 16:59-63, Daniel 9:27, 1 Tesalonicenses 5:1-9 y Apocalipsis 6: 1-4

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