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28 marzo 2007

Niños-hombres

Alejandro Gutiérrez, Proceso 1586

En la sierra Tarahumara del estado de Chihuahua, donde lo único que el gobierno pasado consiguió fue verificar cómo se duplicaba la pobreza en la región, los cinco hijos de Rita comparten a veces una tortilla dura como única comida del día. Habitante del municipio de Batopilas –considerado por las Naciones Unidas como el de mayor atraso en esa entidad y el octavo a nivel nacional–, la mujer ya no tiene marido: falleció hace casi dos años, nadie sabe de qué. Y ahora los “hombres de la casa” son los niños.

BATOPILAS, CHIH.- Durante un largo lapso, Rita Nolibe cavila como si estuviera inmersa en un ritual de silencio. Sentada en el piso de tierra de su cuarto, se encuentra rodeada de sus cinco hijos, que batallan para morder un pedazo de la única tortilla dura que deben compartir.

Los hijos de Rita, una mujer tarahumara que apenas rebasa los 20 años de edad, sólo visten una playera raída y un calzoncito, pues se hallan descalzos. Tienen la cara agrietada por la mugre y por los mocos secos. Sus ojos se ven hundidos, al parecer por desnutrición. Uno de ellos hace una mueca de llanto, pero emite un sonido apenas perceptible.

Con su cara de niña avejentada por la anemia que la aqueja junto con sus hijos, Rita viste un traje tradicional de falda ampona y blusa suelta que luce sucio y desgastado. Sus manos parecen instrumentos inmóviles en su regazo. Nunca levanta la mirada. Su cabeza se dirige siempre a la tierra, como si viviera en conexión permanente con este elemento primordial de la cosmogonía tarahumara.

El cuarto donde viven Rita y sus niños está construido de carrizo, varas y tablas. Mide dos metros de largo por uno y medio de ancho y se asienta en el ejido Yoquivo, cerca de la casita de Eulogio, hermano de Rita, en la comunidad de Cordón Colorado.

Por las rendijas, silban las rachas de viento que suelen azotar esta accidentada montaña. El cielo está encapotado y persisten las temperaturas congelantes, que en invierno alcanzan hasta los 20 grados centígrados bajo cero.

Ajena a las estadísticas de “alta competitividad” que colocan al estado de Chihuahua en el quinto sitio en riqueza generada (ingreso per cápita y PIB) a nivel nacional, sobre todo por las maquiladoras, la agricultura tecnificada y la fruticultura, Rita se ubica –apunta el investigador de la Universidad de Ciudad Juárez Víctor Quintana– en “la mancha sureste del Estado, donde los caminos son limitados, en la zona de la miseria”.

Ella no habla español ni tiene ninguna actividad productiva regular, aunque de vez en cuando elabora algunos canastos que se venden como artesanía. No es beneficiaria de Oportunidades ni de algún otro programa oficial, y sólo sobrevive con sus hijos por la costumbre tarahumara de compartir lo que tienen. Es decir, a veces sus parientes ofrecen parte de su comida a ella y sus hijos, quienes, aparte de la tortilla que se repartieron, no habían comido otra cosa hasta la llegada del reportero, ya entrada la tarde…

La choza de Rita se localiza en el municipio de Batopilas, clasificado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como el de mayor atraso en Chihuahua y como octavo a nivel nacional, en una situación comparable a la que afrontan las más depauperadas regiones de África.

En el año 2000, este municipio de más de 13 mil habitantes –la mayoría indígenas rarámuris, término que en tarahumara significa “pies ligeros”– ocupaba la posición 15 a nivel nacional en cuanto a atraso y marginación, pero al término del mandato de Vicente Fox, que pregonó avances en el combate a la pobreza, cayó hasta la posición octava.

Fue justamente aquí, en Batopilas, donde nació y creció Manuel Gómez Morín, fundador del Partido Acción Nacional.

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