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14 marzo 2007

>> en pocas palabras << Ortiz Mena y La Charola

Como los demás empresarios más prominentes del país, Emilio Azcárraga Milmo fue citado a las 20:30 horas del 23 de febrero de 1993, en la calle de Tres Picos #10, en la exclusiva zona capitalina de Polanco. Los hombres más ricos de México comenzaron a aparecerse en la casa de quien fuera Secretario de Hacienda durante 18 años, presidente del BID por 10 años y en ese entonces, director del principal banco nacional, Banamex, Antonio Ortiz Mena.

Fueron 30—y únicamente hombres—los invitados a esa cena privada con el fin de discutir un programa para fortalecer al PRI ante la elección presidencial de 1994; entre otros, los amos de la banca, el turismo, el cemento, el papel, el transporte, la construcción, la telefonía, la minería y las tiendas de autoservicio. De lujosos autos descendieron Roberto Hernández, Carlos Hank Rhon, Alfonso Romo, Jorge Martínez Güitrón, Lorenzo Zambrano. Alberto Bailleres, Raymundo Gómez Flores, Gilberto Borja, Bernardo Garza Sada, Carlos Slim, Alfredo Harp, Ángel Losada, Jerónimo Arango, y Roberto González Barrera, por mencionar a algunos.

Llegó también Miguel Alemán Velasco, pero no como empresario sino en su calidad de secretario de Finanzas del PRI. De los últimos en llegar a la residencia, poco antes de las 21:00 horas, fueron el banquero José Madariaga y el presidente de Kimberly Clark de México y asesor presidencial, Claudio X. González.

La mayoría de los invitados eran miembros del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, una organización empresarial con gran influencia política, a la cual sólo se entra por invitación, y que surgió en 1962, durante el sexenio del presidente Adolfo López Mateos, para discutir los principales problemas del país desde el punto de vista de los grandes capitales. Era la créme de la créme del empresariado nacional. Sus fortunas eran multimillonarias, según reportó ese año la revista FORBES: Azcárraga tenía $5.1 mil millones de dólares; le seguía Slim con $3.7 mil millones; Zambrano y Garza Sada con $2 mil millones cada uno; Losada; con $1.3 mil millones y Arango con $1.1 mil millones de dólares, entre las reportadas.

Los invitados eran conducidos en elevador al segundo piso, donde se localizaba el comedor decorado con originales de Picasso, Rivera y Siqueiros y en cuyo centro había tres mesas en forma de herradura con tarjetas indicando el asiento de cada cual. Una mesa más pequeña—para tres—cerraba la disposición de las mesas en un rectángulo. En ella se sentaron el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Genaro Borrego, el anfitrión, Ortiz Mena, y el presidente Carlos Salinas de Gortari, quien arribó a las 21:00 horas en punto.

Ya sentados, en un ambiente de camadaredía y buen humor, se sirvió una espléndida cena y se degustaron exquisitos vinos. Al llegar al postre y el café, Borrego se dirigió a los empresarios. El líder partidista alertó sobre las necesidades de fortalecimento del PRI ante la contienda electoral, la creciente competencia y sobre todo de los esfuerzos que se habían realizado para obtener financiamiento para el partido. Habló de rifas, la lotería y una tarjeta de crédito priísta, las cuales habían sido insuficientes fuentes de recursos para la campaña.

Ahora, dijo, el PRI recurría a los diversos sectores en busca de apoyo para el partido.

— ¿Cuánto se supone que debemos de juntar?—preguntó uno de los magnates.
—Mucho—respondió Borrego.
— ¿Pero cuánto? —insistió el empresario.
—Muchísmo—dijo el líder priísta, arrancando carcajadas a lo largo de la mesa.

Por su parte, el anfitrión, Ortiz Mena, narró brevemente la historia del partido y los beneficios que había traído al país, principalmente la paz social. Cerró como orador el presidente Salinas, quien se manifestó a favor de las propuestas para reforzar al partido. Los convocantes al banquete fueron al grano y señalaron que el PRI necesitaba un fondo de campaña de al menos $500 millones de dólares. Roberto Hernández, propietario de Banamex y uno de los organizadores de la cena, se levantó y dijo al presidente que él se comprometía a aportar unos $25 millones de dólares para la campaña. ¡¿Dólares?!, preguntaron sorprendidos algunos, y tras la confirmación, se desataron los murmullos en el comedor.

En eso, y contra su costumbre de ser extremadamente puntual, llegó Azcárraga Milmo. Pidió disculpas al presidente por su tardanza, bromeó con algunos de los empresarios y rápidamente se puso al tanto de los detalles de la reunión.

Tan alto como era, “El Tigre” se puso de pie y sin titubear dijo en voz alta: “Hemos ganado tanto dinero en los últimos seis años que creo tenemos una gran deuda de honor con este gobierno del presidente Salinas. Me comprometo a dar $70 millones de dólares y espero que me sigan muchos de los presentes. Se lo debemos al presidente y al país.”

© Información basada en: The New York Times, Forbes, El Economista y Proceso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

estos son charolasos no jaladas de 60 millones de dll.