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20 marzo 2007

No encuentra Bush orientación y si son atentos lo que pasa en México ¿a partir de cuando se desató?

Gracias por su atención, recordaran que hace semanas les planteaba las consecuencias en México de la situación interna de los EUA, hay dos cosas que me llaman mucho la atención. El primero que se van desencadenando una serie de "notas" y "legislaciones" para alterar las leyes mexicanas de manera sistematica, después de la visita de Bush se da más esto, lo del dinero incautado, lo del ISSSTE, propuestas de espionaje, etc. eso tomó más peso y se cantó después de la visita de Bush. Otra cosa el escenario de guerra en la adminitración decadente de Bush es más inminente que nada y la intención es generar caos en México para poder tener pretexto de intervenir aquí o seguir manipulando a oscuras lo que sucede aquí pero teniendo pasiva a la población. Continuaremos revisando las notas ligadas al imperio, recuerden Bush no visit México sin amarrar algo para su nación y dar "migajas" a cambio a los malos gobernantes del país azteca.

Bush: Consecuencias devastadoras para EU si saca sus tropas de Irak

(apro).- Al conmemorarse el cuarto aniversario de la invasión de Estados Unidos a Irak, el presidente George W. Bush, volvió a utilizar su estrategia del miedo para cubrir los fracasos de su política bélica: advirtió que si saca del territorio iraquí a las tropas antes de que cumplan su misión, habría consecuencias “devastadoras” para la seguridad nacional de su país.

“Puede ser tentador el mirar los retos que se tienen en Irak y concluir que la mejor opción es empacar y regresar a casa, puede ser satisfactorio en el corto plazo; pero creo que las consecuencias para la seguridad de Estados Unidos serían devastadoras”, declaró Bush en la Casa Blanca, en el mensaje que dio a los estadunidenses al cumplirse el cuarto aniversario de la invasión.

En su discurso Bush evitó mencionar que la operación militar que lanzó hace cuatro años en contra de la voluntad y el respaldo de la comunidad internacional, ha dado como resultado la guerra civil en Irak; y la pérdida de decenas de miles de civiles y iraquíes y de más de 3 mil 200 soldados estadunidenses, bajas humanas que al mandatario le han garantizado el desprestigio y la falta de credibilidad a nivel nacional y mundial, además del repudio que contra él y su país sigue creciendo en el mundo árabe.

“Si las tropas de Estados Unidos se salieran de Bagdad antes de que esa ciudad sea más segura (sic), un contagio de violencia podría darse en toda la nación, al tiempo que esta violencia podría hundir a toda la región”, sostuvo Bush en su mensaje, plagado de intimidación a sus conciudadanos.

“Los terroristas podrían emerger del caos y conseguir un refugio en Irak para reemplazar al que una vez tuvieron en Afganistán, el cual usaron para planear los ataques del 11 de septiembre de 2001. Por la seguridad del pueblo de Estados Unidos, no podemos permitir que esto ocurra”, subrayó Bush, quien con estas nuevas advertencias pretende intimidar a sus conciudadanos con el fin de detener la erosión de su prestigio y, sobre todo, las maniobras legislativas de los demócratas, quienes están tratando de restarle poder y mando como comandante en jefe de las fuerzas armadas.

En su discurso Bush eludió hacer mención a que no se han reconstruido las zonas destrozadas por las bombas estadunidenses de hace cuatro años, y que la única infraestructura segura, libre de violencia y que se ha restablecido a pasos agigantados es la petrolera.

“El mes pasado el Consejo de Ministros de Irak aprobó una ley que permite compartir as ganancias petroleras entre la población iraquí. La legislatura de Irala aprobó un presupuesto de 41 mil millones de dólares que incluye un programa para la reconstrucción de Bagadad por 10 mil millones de dólares”, indicó Bush en este sentido.

Mientras Bush intentaba darle un sentido positivo a la guerra civil de Irak, y a cuatro años de haberle mentido a los estadunidenses y al mundo de que invadía a la nación árabe para quitarle a Saddam Hussein las armas de destrucción masiva que poseía, en el Congreso federal los demócratas cerraron filas para mantener en vigencia sus proyectos de ley que buscan restringir el mando militar del presidente a través de condicionamientos para aprobar el presupuesto de 124 mil millones de dólares para las operaciones del Pentagono en Irak y Afganistán en este año.

La semana pasada el Comité de Apropiaciones de la Cámara de Representantes, aprobó el presupuesto de gastos bajo la condición de que las tropas estadunidenses salgan de Irak antes de septiembre de 2008.

Hace unas semanas Bush dio a conocer lo que la Casa Blanca bautizó como la nueva estrategia para Irak, en la que el mandatario anuncio el envío de otros 21 mil 500 soldados sin imponer un plazo para el regreso de los militares a sus bases en Estados Unidos, provocando de inmediato la ira de los demócratas y de los estadunidenses.

Pese a que está consciente de que sólo 2 de cada 10 estadunidenses (de acuerdo con las encuestas más recientes de los medios de comunicación) apoyan su nueva estrategia, Bush sostiene que su plan es el correcto, aunque reconoció que “lograr el éxito tomará meses y no semanas”, pero se mantuvo en la línea de la intransigencia sin aceptar que los demócratas le impongan los planos para limitar los operativos del Pentágono.

“Quiero establecer que esta operación aún está en sus primeras fases, sigue estando al inicio de las fases. Poco menos de la mitad de los refuerzos de las tropas que han sido enviados, han podido llegar a Bagdad. La estrategia necesitará más tiempo para que pueda tener efecto; habrá buenos y malos días conforme se desarrolla el plan”, advirtió.

Un depredador herido es todavía más peligroso

Traducción para www.sinpermiso.info: Amaranta Süss


En el Oriente Medio rico en energía, solo dos países han dejado de subordinarse a las exigencias fundamentales de Washington: Irán y Siria. Y como cabría esperar, los dos son enemigos; Irán, por mucho, el más importante. Como fue norma en la Guerra Fría, el recurso a la violencia se justifica regularmente como una reacción a la maligna influencia del enemigo principal, a menudo con el más cinematográfico de los pretextos. No resulta sorprendente que, a medida que Bush envía más tropas a Irak, sale a superficie la interferencia de Irán en los asuntos internos de Irak –un país, como si dijéramos, libre de toda interferencia extranjera—, en el tácito supuesto de que Washington domina el mundo.

En la mentalidad de Guerra Fría característica de Washington, se pinta a Teherán como la cúspide del llamado “ascenso” chiíta, que se extiende de Irán hasta Hezbollah en el Líbano, pasando por los chiítas del Irak meridional y Siria. Tampoco resulta sorprendente que la “insurgencia” en Irak y la escalada de amenazas y acusaciones contra Irán vaya acompañada de la rencorosa disposición a asistir a una conferencia de potencias regionales con la agenda limitada a Irak.

Presumiblemente, este mínimo gesto de diplomacia pretende apaciguar los crecientes temores y la indignación suscitados por la acrecida agresividad de Washington. Tales preocupaciones se han visto recientemente alimentadas por un elaborado estudio del “efecto iraquí” escrito por los expertos en terrorismo Meter Bergen y Paul Cruickhank, en donde se pone de manifiesto que la guerra de Irak “ha multiplicado por siete la actividad terrorista a escala planetaria”. Un “efecto iraní” podría resultar todavía más grave.

Para EEUU, el asunto capital en Oriente Medio ha sido, y sigue siendo, el control efectivo de sus recursos energéticos sin parangón. El acceso es una cuestión secundaria. Una vez embarcado, el petróleo puede ir a cualquier parte. El control se entiende como un instrumento de dominación global. La influencia iraní en el “ascenso” desafía el control de los EEUU. Por un accidente geográfico, los mayores recursos petroleros mundiales se hallan, por mucho, en las áreas chiítas del Oriente Medio: el Irak meridional, las regiones adyacentes de Arabia Saudita e Irán, de consuno también con algunas de las mayores reservas de gas natural. La peor pesadilla de Washington sería una amplia alianza chiíta que controlara el grueso del petróleo mundial con independencia de EEUU.

Tal bloque, si llegara a aparecer, podría incluso sumarse al Asian Energy Security Grid [Red Asiática de Seguridad Energética], con base en China. Irán podría hacer aquí las veces de percutor. Si resultara que los planificadores de Bush acabaran por provocar tal cosa, habrían logrado socavar gravemente la posición de poder de los EEUU en el mundo.

Para Washington, la principal ofensa inferida por Teherán ha sido su desafío, que se remonta al derrocamiento del Sha en 1979 y a la crisis de los rehenes en la embajada estadounidense. En represalia, Washington dio apoyo a la agresión a Irán de Sadam Hussein, que resultó en centenares de miles de muertes. Luego vinieron unas sanciones homicidas y, bajo Bush, el rechazo de los esfuerzos diplomáticos de Irán.

El pasado julio, Israel invadió el Líbano, la quinta invasión desde 1978. Como antes, el apoyo de EEUU fue un factor decisivo, los pretextos no resistieron la inspección y las consecuencias para el pueblo libanés fueron graves. Entre las razones pretextadas para la invasión del Líbano por parte de EEUU e Israel estaba la de que los cohetes de Hezbollah podrían resultar disuasorios de un ataque norteamericano-israelí a Irán. A pesar del ruido de sables, sospecho que no es probable que la administración Bush ataque Irán. La opinión pública, en EEUU y en el resto del mundo, es abrumadoramente contraria. Ocurre, además, que los militares y los servicios de inteligencia norteamericanos son contrarios también. Irán no puede defenderse de un ataque de EEUU, pero puede replicar de otra manera, por ejemplo, incitando a más desórdenes en Irak. Algunos lanzan voces de alarma harto más graves: entre ellos el historiador militar británico Corelli Barnett, que ha dejado negro sobre blanco lo que sigue: “un ataque a Irán desencadenaría efectivamente la tercera guerra mundial”.

Ello es que un predador se vuelve más peligroso, y menos predecible, cuando está herido. En la desesperación por salvar algo, la administración Bush podrían incluso avilantarse a mayores desastres. Bush y su administración han generado una catástrofe inimaginable en Irak. Han sido incapaces de instituir allí un estado cliente fiable, y no pueden retirarse sin arriesgar la posible pérdida del control de los recursos energéticos de Oriente Medio.

Entretanto, puede que Washington trate de desatabilizar Irán desde dentro. La mezcla étnica en Irán es compleja; buena parte de la población no es persa. Hay tendencias secesionistas, y es probable que Washington busque ponerlas en estado de agitación (en el Juzestán, en el Golfo, por ejemplo, en donde está concentrado el petróleo iraní, una región de amplia mayoría árabe, no persa).

La escala de amenazas sirve también a efectos de presionar a terceros, a fin de que se unan a los esfuerzos estadounidenses para estrangular económicamente a Irán, con un predecible éxito en el caso de Europa. Otra consecuencia predecible, y presumiblemente querida, es inducir a los dirigentes iraníes a exacerbar la represión, fomentando el desorden a la par que se debilita la posición de los reformadores.

También se hace necesaria la demonización de esos dirigentes. En Occidente, cualquier declaración montaraz del Presidente Ahmadinejad se convierte rápidamente en titular de primera página, dudosamente traducida las más veces. Pero Ahmadinejad carece de control alguno de la política exterior, que está en manos de su superior, el Dirigente Supremo Ayatollah Ali Jamenei. Los medios de comunicación estadounidenses tienden a ignorar las declaraciones de Jameini, sobre todo si son de tono conciliador. Se informa con alarde salvaje de que Ahmadinejad dice que Israel no debería existir, pero se acompaña con el silencio la declaración de Jameini de apoyo a la posición de la Liga Árabe en la cuestión Israel-Palestina y su llamada a la normalización de relaciones con Israel, si se aviene a aceptar el consenso internacional respecto a la resolución sobre los dos estados.

La invasión estadounidense de Irak actuó virtualmente como un resorte impulsor del desarrollo iraní de armas nucleares disuasorias. El mensaje era que EEUU atacaba a su buen placer, si el objetivo carecía de defensas. Irán se halla ahora rodeado por fuerzas estadounidenses en Afganistán, Irak, Turquía y el Golfo Pérsico, y tiene muy cerca las potencias nucleares que son Pakistán e Israel, la superpotencia regional, gracias al apoyo de EEUU.

En 2003, Irán ofreció negociaciones respecto de todas las cuestiones importantes, incluidas las políticas atómicas y las relaciones Israel-Palestina. La respuesta de Washington fue censurar al diplomático suizo que hizo de mensajero. Un año después, la UE e Irán llegaron a un acuerdo para que Irán suspendiera el enriquecimiento de uranio; a trueque de eso, la UE proporcionaría “garantías firmadas en materia de seguridad” –en críptica alusión a las amenazas israelo-norteamericanas de bombardear Irán—.

Aparentemente bajo presión estadounidense, Europa no se atuvo al trato. Irán reemprendió entonces las labores de enriquecimiento de uranio. Un verdadero interés de Washington en prevenir el desarrollo iraní de armamento nuclear le habría llevado a sostener el acuerdo logrado por la UE, a acordar negociaciones significativas y a sumarse a otros en el empeño de integrar a Irán en el sistema económico internacional.

* Noam Chomsky, el intelectual vivo más citado y figura emblemática de la resistencia antiimperialista mundial, es Profesor de lingüística en el Instituto de Tecnología de Massachussets en Cambridge y autor del libro Imperial Ambitions: Conversations on the Post-9/11 World.

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