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19 marzo 2007

Demagogia y corrupción

Pedro Matías, Proceso 1585

SAN JUAN COMALTEPEC, OAX.- Hace seis años, este municipio ocupaba el número 137 entre los de más alta marginación, según la clasificación del Consejo Nacional de Población (Conapo). Pero su situación se tornó más crítica en 2005, cuando el mismo consejo lo ubicó ya en el sitio 42, según los estándares oficiales de bienestar.

Y es que la corrupción gubernamental en la región es escandalosa. Aquí, por ejemplo, los gobiernos federal y estatal pavimentaron e inauguraron el camino que comunica a San Juan Comaltepec con Totontepec Mixe en tres ocasiones, pero lo cierto es que no se puede transitar por él. “En tiempo de lluvias la vereda se convierte en un lodazal”, dice el presidente municipal de Comaltepec, Gilberto Lonche Celis.

El 3 de abril de 2006, el presidente Vicente Fox no llegó a San Juan Comaltepec, desde Totontepec Mixe puso en marcha el tramo de modernización carretera Santa María Yachochi-Tontepepec, obra que costó 83.7 millones de pesos.

En esa ocasión Fox dijo: “quien está pobre lo que demanda es oportunidades, no dádivas, no paternalismo ni demagogia, y nosotros como gobierno, al igual que el gobierno del estado, no nos beneficiamos de la marginación social o de la pobreza”.

Según la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (Conadepi), en el período 2003-2006 se invirtieron más de 24 millones en 11 obras de infraestructura básica, de los cuales 688 mil 305 fueron aportación del municipio. Proceso solicitó una entrevista con la secretaria de Asuntos Indígenas, Elizabeth Hernández Reyes, para conocer cuánto invirtió el gobierno estatal en obras de infraestructura en Comaltepec en los últimos cuatro años. La funcionaria se negó a proporcionar la información solicitada.


Ilusión mediática, pobreza real

En Comaltepec cohabitan zapotecas y chinantecos. Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), tiene 2 mil 389 habitantes, el 49.64% de las viviendas carece de energía eléctrica, el 69.44% no cuenta con agua potable y el ingreso promedio per cápita anual es de 7 mil 574 pesos.

De acuerdo con datos de los índices de desarrollo humano, la tasa de mortalidad infantil es de 43.77% en Comaltepec.

El edil Gilberto Lonche dice que los poblados chinantecos de San Juan Lealao, San Isidro Tres Arroyos y Hondura Lucero –los más pobres del municipio– ni siquiera cuentan con energía eléctrica. Y en esos tres poblados habitan unos mil 700 indígenas chinantecos. Todos son muy pobres. Sus casas son de lámina, palma y zacate, amarradas con varas de bejuco. Sus pisos son de tierra.

Según el edil, en Comaltepec sólo 20 familias tienen televisión, pero ante la falta de señal sólo la utilizan para ver videos.

Esta realidad pone en entredicho las campañas promocionales de los gobiernos federal y estatal que pregonan los logros de los programas de aula abierta y de cocina comunitaria, éste último destinado a dar comida a 141 niños de preescolar y primaria. Desde hace tres meses, dice el edil, de origen zapoteco, el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) y Distribuidora Conasupo (Diconsa) suspendieron la entrega de despensas.

Además, el programa Enciclomedia, uno de los más ambiciosos del sexenio de Vicente Fox Quesada, ha resultado contraproducente para la comunidad de Comaltepec. Y es que los 15 equipos donados a este municipio por el gobierno federal, que comprenden un pizarrón interactivo, una computadora, una mesa para computadora personal, una impresora, una fuente de poder y un proyector, están arrumbados desde noviembre pasado en las 15 escuelas de la zona 075 de Choapan, Totontepec y Comaltepec. El motivo: en algunos planteles no hay energía eléctrica y en los demás no llegó el técnico para instalar el equipo.

Proceso buscó a la directora del Sistema de Aprendizaje con Tecnología de la Información y la Comunicación (SATIC), Alma Elena García Gómez, para que explicara las razones de esa anomalía. La funcionaria se negó a dar la entrevista.

El director de la escuela “José Lancaster”, Filiberto Rasgado Martínez, muestra a Proceso el equipo que les llegó hace tres meses y que aún no ha sido instalado. “Lo que da risa –asegura– es que en la mayoría de las 15 escuelas a donde se envió este programa no tienen energía eléctrica y en otras los padres de familia hicieron el esfuerzo de comprar una planta de luz para echar andar el programa, pero nunca llegó el técnico para instalarlo”.

Enfermedades de la pobreza

Uno de los problemas más agudos que enfrentan los habitantes de las comunidades chinantecas es el de la salud, dice Lonche Celis, quien lamenta que ahí aún haya muertes causadas por la pobreza.

Basilio Martínez, representante agrario de San Juan Lealao cuenta que apenas en diciembre pasado murió la hija del matrimonio Pérez Cruz. Tenía dos años. Se hinchó toda su cara y como no hubo dinero para las medicinas se les murió. No tenían dinero para enterrarla. Al final la envolvieron en un cartón y así se fue a la sepultura.

“Alejo Pérez, de 25 años, no pudo hacer nada por su hija porque ya no puede trabajar. No sabemos que le pasó. Estaba dando su tequio (trabajo comunitario no remunerado) para el tendido de la línea de luz, alzó una cosa pesada y se chingó, ahora no puede levantarse”, asegura don Basilio.

Desde que murió la niña, Alejo, su esposa y sus tres hijos sobreviven de la caridad de sus vecinos. A veces les regalan tortilla o café molido y así se la llevan desde hace varias semanas.

Don Basilio afirma que en lo que va del año han muerto dos niños, un recién nacido y otro de dos años. Y explica: “en Lealao hay enfermos de calentura, diarrea y vómito y no tenemos dinero para curarlos y menos para llevarlos al hospital de Villa Alta o de Tamazulapan, que están a nueve horas de camino, tres a pie y seis en camioneta.

“Todos trabajan de campesinos y a veces da y a veces no da para comer. Además, aunque sembramos no hay dinero, entonces, a veces desayunamos y a veces no. A veces sólo hacemos una comida al día”, dice.

Ciro Miranda Cruz, habitante de Comaltepec, dice a este corresponsal que en la región hay agua, hay tierra y un medio ambiente favorable para que se den muchas cosas, pero no hay apoyo. “Aquí la gente vive de lo que ha ido explotando, pero no se dan cuenta de cómo afectan su entorno, utilizan la madera como leña, para construir su vivienda o para venderla, y eso hace que se vaya deteriorando el medio ambiente… Si no se le da apoyo, va a acabar con su medio ambiente y la pobreza se va acentuar”.

Y recuerda que el café era el sustento de este pueblo, pero cuando cayeron los precios del aromático, la pobreza se ha enraizado. Ahora los hombres se emplean como jornaleros, albañiles o cribadores.

Mejor migrar

Eliseo Raymundo Alberto, síndico municipal, relata que se ha ido a Estados Unidos en ocho ocasiones. La primera vez llegó a Washington a trabajar en los campos de manzana, luego se fue a Los Ángeles y finalmente se dirigió a Atlanta.

Dice que cada vez resulta más difícil cruzar la frontera, sobre todo para quienes no tiene documentos migratorios. “Cuando me voy –dice– lo hago con un coyote. Las rutas son por Mexicali, Tijuana y Phoenix. He caminado hasta seis días en el desierto y hay que aguantarse el hambre y la sed.

“Sé que puedo morir en el intento, pero Dios es grande y nadie ha muerto. Hay un conecte seguro. Cuando empecé a ir, por allá por el noventa pague 300 dólares; luego, en el 94, la tarifa fue de 800 dólares, y así he ido como ocho veces. La última pagué mil 500 dólares”.

Eliseo asegura que regresó a su pueblo para cumplir con un cargo comunitario. Pero después, cuando termine su encomienda, piensa irse de nueva cuenta a Estados Unidos. Según él, el muro fronterizo no frena nada, por que la necesidad es cada vez mayor. “Por más que hagan la barda, siempre vemos cómo llegar. La gente va a pasar. Lo único que buscan (los estadunidenses) es imponer el miedo”, dice.

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