Carlos Acosta Córdova, Proceso 1585
Dice no importarle qué lugar ocupa en la lista de los más ricos del mundo que cada año publica Forbes, pero lo cierto es que el empresario Carlos Slim siempre aprovecha la oportunidad para imponer su agenda. Como lo hizo el lunes 12, cuando convocó a una conferencia de prensa en la que habló de lo que quiso: de la historia del Grupo Carso, de sus actividades filantrópicas, de la expansión de sus empresas… Incluso se dio el lujo de criticar el listado de la revista neoyorquina: “No sé si esté bien lo que hace”, dijo, e insistió en que el aumento explosivo de su riqueza –de 30 mil millones de dólares a 49 mil millones en tan sólo un año– se debe fundamentalmente a que el valor de las acciones de sus empresas se ha incrementado “porque la bolsa de valores ha subido”.
Poderoso en México y el mundo, de influencia decisiva en las élites gubernamental y política, genio de los negocios cuyas empresas invaden la vida cotidiana de los mexicanos y están presentes en casi todo el continente, el llamado rey Midas sufre cada mes de marzo, cuando la revista Forbes publica su famosa lista de los hombres más ricos del mundo.
Sí, Carlos Slim Helú se exalta cuando la publicación neoyorquina informa sobre la facilidad con la que escala posiciones y aumenta su fortuna. Su caso es único en la historia de las listas de Forbes. En la última, dada a conocer el jueves 8, el empresario mexicano ocupa el tercer lugar con una fortuna de 49 mil millones de dólares, sólo 7 mil millones menos que Bill Gates, dueño de Microsoft, quien lleva años en el primer lugar, y 3 mil millones por debajo del financiero y filántropo Warren Buffet, ubicado en el segundo sitio.
Pero el dato destacado de la nueva lista es que Slim incrementó su capital de 30 mil millones de dólares a 49 mil millones en tan sólo un año, un hecho sin precedentes en los registros históricos de la publicación. Según Forbes, la fortuna del mexicano es equivalente al 6.3% de la producción económica nacional. En contraste, según la edición electrónica de la revista, Forbes.com, si Bill Gates tuviera la misma proporción del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos, su riqueza tendría que ser de 784 mil millones de dólares. Pero no: los 56 mil millones que acumula Gates, el hombre más rico del mundo, es de apenas 0.45% del PIB estadunidense.
Y no sólo eso. Dice la revista que el incremento súbito de los bienes de Slim –19 mil millones de dólares, mil millones menos de lo que en 1995 prestó el gobierno de Bill Clinton al de Ernesto Zedillo para rescatar la economía mexicana luego del desplome provocado por lo que Carlos Salinas llamó el “error de diciembre” de 1994– ocurrió “en medio de la pobreza y el resentimiento en México”.
Y más. Dice Forbes: “Quizás en Japón, o inclusive en Finlandia, Slim sería proclamado como un esforzado campeón del capitalismo; un billonario que se hizo a sí mismo, aplaudido por dar empleo a 218 mil trabajadores y por impulsar a su país a la era moderna. Pero no en México, donde los medios y las masas, desde hace mucho, tienen la intuitiva sospecha de que en Slim hay algo oscuro. Se le acusa de ser un monopolista rapaz, que ha construido su imperio mediante cómodos vínculos con los presidentes mexicanos y con otros políticos”.
Helen Coster, colaboradora de Forbes y autora del texto sobre Slim –a quien entrevistó aquí en México–, define al empresario como “el patriarca más conocido entre las familias gobernantes que dominan la economía mexicana”; el que “atrae la mayor atención sobre la original manera mexicana de amiguismo capitalista que predomina en la economía nacional”.
También menciona que el empresario se irrita cuando le preguntan sobre la privatización de Teléfonos de México. Dice el texto de Coster: “Slim se las arregló para evitar notoriedad pública y críticas durante 25 años, pero su anonimato llegó a su fin cuando incursionó en el sector de las telecomunicaciones en 1990. El presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, impulsaba un programa de privatizaciones y Slim presentó la oferta ganadora para adquirir el 51% del control de votos en la compañía telefónica estatal, a cambio de mil 800 millones de dólares.
“El acuerdo desató inmediatamente rumores, nunca sustentados, de que, de alguna manera, Slim tenía un pacto secreto con su poderoso amigo en el palacio presidencial”.
Y agrega: “Durante los siete primeros años Telmex detentó el monopolio de los servicios telefónicos y logró imponer algunos de los precios más altos en todo el mundo (a todos los licitantes se les ofreció un período libre de competencia más o menos igual). El mercado se abrió a sus rivales en 1997, y Telmex chocó varias veces con sus competidores a causa de las altas tarifas que les cargaba. Desde 1990 ha crecido de 5 millones de líneas telefónicas a 18 millones, y detenta 90% del mercado de líneas terrestres en México”.
Pasión por los flashazos
Durante la semana, Carlos Slim había sido tema. Desde antes de que se difundiera la lista de Forbes 2007, Dolia Estévez, corresponsal en Washington de El Semanario, adelantó que la nueva fortuna de Slim aparecería con casi 20 mil millones de dólares más y con altas posibilidades de desplazar del segundo lugar a Warren Buffet. En su edición 1583, del domingo 4, Proceso publicó varios textos sobre Slim y su vertiginoso ascenso en las listas de Forbes.
El rostro del magnate en la portada, el contenido fue recogido en mesas redondas, blogs, reportajes y artículos de medios informativos nacionales y extranjeros. El jueves 8, Forbes dio conferencia en Nueva York para dar a conocer la lista de The World’s Richest People de 2007 y sus pormenores. Subió a su página de internet el listado, un comentario general y el texto Slim’s Chance (La oportunidad de Slim), de Helen Coster. El viernes 9, casi todos los diarios recogieron en su primera plana el dato de la fortuna del dueño del Grupo Carso.
Slim no aguantó. Quería responder, y el lunes 12 organizó una conferencia de prensa. La invitación anunciaba que el ingeniero hablaría acerca de sus actividades filantrópicas y de apoyo social. Nadie le creyó. Pero al menos 200 periodistas, entre reporteros, corresponsales extranjeros, columnistas, editores y fotógrafos se agolparon ese día en las oficinas centrales del Grupo Financiero Inbursa, en Paseo de Las Palmas, en las Lomas de Chapultepec de la Ciudad de México.
La cita era a las 13:30 horas, pero el anfitrión llegó una hora después. Su aparición fue apoteósica y los reporteros gráficos se dieron vuelo. Los flashazos se prolongaron durante más de 20 minutos. Luego de ese show Slim dio su conferencia, que se prolongó cuatro horas. La primera hora y media fue soporífera.
Los asistentes pensaban que Slim hablaría de Forbes, Telmex, celulares, concentración, altas tarifas, dominancia, falta de transparencia, abusos, desigualdad social. Pero no. Para su sorpresa, el magnate explicó cómo surgió Grupo Carso, de sus inicios en los negocios, de las enseñanzas de su padre, de cómo fue creciendo, de cómo se hizo de Telmex, de sus fundaciones y su labor social; dio consejos, habló de la filosofía del grupo, de sus estrategias para expandirse en México y América Latina.
Y cuando un reportero le pidió que aclarara si la venta de Telmex había sido un favor de Salinas de Gortari, el magnate se molestó: “¿Favor? ¿Favor a cambio de qué?”, increpó a su interlocutor. Y repitió su discurso: que no es amigo, ni socio, ni prestanombres de Salinas. Que nunca necesitó de aquél para hacer negocios. Si hubiera sido así, dijo, podría haber comprado Telmex en mil millones de dólares y no en los 8 mil 615.7 millones que pagó, casi 17% arriba del valor de mercado que tenía entonces esa empresa.
Pasado el paréntesis, Slim siguió con su monólogo. Mencionó cifras, hizo comparaciones e insistió en que sus empresas no incurren en prácticas monopólicas y que las tarifas de Telmex y Telcel no son las más caras del mundo, como dicen la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y también, con insistencia, Guillermo Ortiz, el gobernador del Banco de México.
Casi dos horas después de iniciado el show, abrió la sesión de preguntas y respuestas. Pero ni un ápice cedió de lo que dijo antes. El mensaje implícito fue uno: sí, la fortuna es grande, pero transparente, creada legalmente. El otro, explícito, fue reiterado: ni incurrimos en prácticas monopólicas ni tenemos las tarifas más caras del mundo. Ahí están las cifras correctas. No más.
El tema de la presencia de Slim en las listas de Forbes apenas fue abordado por los periodistas, pero el empresario aprovechó para desestimar los cálculos de Forbes: “No sé si esté bien lo que hace”, dijo, e insistió en que el aumento de su riqueza se debe fundamentalmente a que el valor de las acciones de sus empresas se ha incrementado “porque la bolsa (de valores) ha subido”.
Y agregó: “Si sube la bolsa, pues sube (la fortuna); si baja la bolsa, pues baja, porque yo sigo teniendo (en empresas) lo mismo que he tenido desde hace diez años. No tengo departamentos ni casas fuera… sólo tengo posiciones accionarias”.
Terminó con el tema: “Ni tengo la meta de superar (en riqueza) a Bill Gates, ni me preocupa el lugar en el que esté (en las listas de Forbes). Me preocupa y me ocupa que mis empresas sean eficientes y competitivas. Ya lo que valgan lo dirán los inversionistas, los analistas”.
También le preguntaron los reporteros si, al igual que Gates y Buffet, realizará actividades filantrópicas.
Está muy bien lo que hacen ellos, dijo Slim. Pero “el empresario es una persona que debe participar en resolver los problemas, pero más que dando, haciendo. El chiste es hacer y resolver, antes que dar. No se puede andar de santaclós por el mundo”.
Y aprovechó para anunciar la creación de tres institutos Carso, para salud, educación y deporte, que se sumarán al trabajo de las otras fundaciones del grupo (Carso, A.C., Fundación Telmex, Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México A.C., Centro de Estudios de Historia de México, de Condumex, y el Museo Soumaya, entre otros). El patrimonio total de todo ello será de 10 mil millones de dólares, dijo.
Escandalosa iniquidad
Y, sí, puede no preocuparle a Slim su lugar entre los ricos del mundo. Pero las listas de Forbes preocupan por lo reveladoras que son al dejar en claro, al menos en el caso de México, la escandalosa iniquidad social. Resulta que la fortuna de 10 mexicanos y sus familias sumó en 2006, según Forbes, la cantidad de 74 mil millones de dólares, aproximadamente el 9% del PIB del país en ese año.
En Estados Unidos, los multimillonarios enlistados hacen una fortuna extraordinaria que equivale a poco más del 10% del PIB de aquel país. Pero con la “pequeña” diferencia de que allá hay 415 ricos Forbes y aquí sólo diez, de los que uno solo, Carlos Slim, acumula una riqueza equivalente a más del 6% del PIB nacional.
En la lista de mexicanos enlistados en Forbes, aparecen nombres muy conocidos, dueños o principales accionistas de empresas cuyas fortunas son de miles de millones de dólares. En orden descendente: Alberto Bailleres (Peñoles, El Palacio de Hierro, Grupo Nacional Provincial, 5 mil millones de dólares); Ricardo Salinas Pliego (TV Azteca, Elektra, Banco Azteca, Iusacell-Unefon, 4 mil 600 millones); Jerónimo Arango (exdueño de WalMart México, 4 mil 300 millones); Emilio Azcárraga Jean (Televisa, 2 mil 100 millones).
Le siguen: María Asunción Aramburuzabala (Grupo Modelo) y Roberto Hernández Ramírez (Banamex-Citigroup), cada uno con 2 mil millones de dólares; Isaac Saba Raffoul (Grupo Xtra, socio de General Electric y Telemundo, mil 800 millones); Lorenzo Zambrano (Cemex, mil 700 millones), y Alfredo Harp Helú (Banamex, mil 600 millones).
La lista 2007 de Forbes revela también que, de un total de 55 países, México ocupa el lugar 17 por el número de multimillonarios, con 10. Lo superan Estados Unidos (con 415); Alemania (55), Rusia (53), India (36), Inglaterra (29), Turquía (25), Japón (24), Canadá (23), Hong Kong (21), Brasil, China y España (con 20 cada uno), Francia (15), Italia y Arabia Saudita (con 13) y Australia (12). Debajo de México, con menos de 10 multimillonarios están los restantes 38 países, entre los que aparecen Suiza, Suecia, Holanda, Singapur, Holanda y Emiratos Árabes Unidos.
Pero por el monto de la fortuna conjunta de los más ricos, México ocupa la posición 11, de 55 países, con 74 mil 100 millones de dólares. Y, sorprendentemente, la riqueza acumulada de los mexicanos enlistados por Forbes es mayor a la de los más ricos de Arabia Saudita (64 mil 600 millones de dólares).
Sí. Puede no importarle a Slim su lugar en la lista. Pero preocupa que en un país de más de 105 millones de habitantes, la mitad de ellos en la pobreza, haya familias con fortunas mayores a la de los más acaudalados de países ricos.
Dice no importarle qué lugar ocupa en la lista de los más ricos del mundo que cada año publica Forbes, pero lo cierto es que el empresario Carlos Slim siempre aprovecha la oportunidad para imponer su agenda. Como lo hizo el lunes 12, cuando convocó a una conferencia de prensa en la que habló de lo que quiso: de la historia del Grupo Carso, de sus actividades filantrópicas, de la expansión de sus empresas… Incluso se dio el lujo de criticar el listado de la revista neoyorquina: “No sé si esté bien lo que hace”, dijo, e insistió en que el aumento explosivo de su riqueza –de 30 mil millones de dólares a 49 mil millones en tan sólo un año– se debe fundamentalmente a que el valor de las acciones de sus empresas se ha incrementado “porque la bolsa de valores ha subido”.
Poderoso en México y el mundo, de influencia decisiva en las élites gubernamental y política, genio de los negocios cuyas empresas invaden la vida cotidiana de los mexicanos y están presentes en casi todo el continente, el llamado rey Midas sufre cada mes de marzo, cuando la revista Forbes publica su famosa lista de los hombres más ricos del mundo.
Sí, Carlos Slim Helú se exalta cuando la publicación neoyorquina informa sobre la facilidad con la que escala posiciones y aumenta su fortuna. Su caso es único en la historia de las listas de Forbes. En la última, dada a conocer el jueves 8, el empresario mexicano ocupa el tercer lugar con una fortuna de 49 mil millones de dólares, sólo 7 mil millones menos que Bill Gates, dueño de Microsoft, quien lleva años en el primer lugar, y 3 mil millones por debajo del financiero y filántropo Warren Buffet, ubicado en el segundo sitio.
Pero el dato destacado de la nueva lista es que Slim incrementó su capital de 30 mil millones de dólares a 49 mil millones en tan sólo un año, un hecho sin precedentes en los registros históricos de la publicación. Según Forbes, la fortuna del mexicano es equivalente al 6.3% de la producción económica nacional. En contraste, según la edición electrónica de la revista, Forbes.com, si Bill Gates tuviera la misma proporción del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos, su riqueza tendría que ser de 784 mil millones de dólares. Pero no: los 56 mil millones que acumula Gates, el hombre más rico del mundo, es de apenas 0.45% del PIB estadunidense.
Y no sólo eso. Dice la revista que el incremento súbito de los bienes de Slim –19 mil millones de dólares, mil millones menos de lo que en 1995 prestó el gobierno de Bill Clinton al de Ernesto Zedillo para rescatar la economía mexicana luego del desplome provocado por lo que Carlos Salinas llamó el “error de diciembre” de 1994– ocurrió “en medio de la pobreza y el resentimiento en México”.
Y más. Dice Forbes: “Quizás en Japón, o inclusive en Finlandia, Slim sería proclamado como un esforzado campeón del capitalismo; un billonario que se hizo a sí mismo, aplaudido por dar empleo a 218 mil trabajadores y por impulsar a su país a la era moderna. Pero no en México, donde los medios y las masas, desde hace mucho, tienen la intuitiva sospecha de que en Slim hay algo oscuro. Se le acusa de ser un monopolista rapaz, que ha construido su imperio mediante cómodos vínculos con los presidentes mexicanos y con otros políticos”.
Helen Coster, colaboradora de Forbes y autora del texto sobre Slim –a quien entrevistó aquí en México–, define al empresario como “el patriarca más conocido entre las familias gobernantes que dominan la economía mexicana”; el que “atrae la mayor atención sobre la original manera mexicana de amiguismo capitalista que predomina en la economía nacional”.
También menciona que el empresario se irrita cuando le preguntan sobre la privatización de Teléfonos de México. Dice el texto de Coster: “Slim se las arregló para evitar notoriedad pública y críticas durante 25 años, pero su anonimato llegó a su fin cuando incursionó en el sector de las telecomunicaciones en 1990. El presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, impulsaba un programa de privatizaciones y Slim presentó la oferta ganadora para adquirir el 51% del control de votos en la compañía telefónica estatal, a cambio de mil 800 millones de dólares.
“El acuerdo desató inmediatamente rumores, nunca sustentados, de que, de alguna manera, Slim tenía un pacto secreto con su poderoso amigo en el palacio presidencial”.
Y agrega: “Durante los siete primeros años Telmex detentó el monopolio de los servicios telefónicos y logró imponer algunos de los precios más altos en todo el mundo (a todos los licitantes se les ofreció un período libre de competencia más o menos igual). El mercado se abrió a sus rivales en 1997, y Telmex chocó varias veces con sus competidores a causa de las altas tarifas que les cargaba. Desde 1990 ha crecido de 5 millones de líneas telefónicas a 18 millones, y detenta 90% del mercado de líneas terrestres en México”.
Pasión por los flashazos
Durante la semana, Carlos Slim había sido tema. Desde antes de que se difundiera la lista de Forbes 2007, Dolia Estévez, corresponsal en Washington de El Semanario, adelantó que la nueva fortuna de Slim aparecería con casi 20 mil millones de dólares más y con altas posibilidades de desplazar del segundo lugar a Warren Buffet. En su edición 1583, del domingo 4, Proceso publicó varios textos sobre Slim y su vertiginoso ascenso en las listas de Forbes.
El rostro del magnate en la portada, el contenido fue recogido en mesas redondas, blogs, reportajes y artículos de medios informativos nacionales y extranjeros. El jueves 8, Forbes dio conferencia en Nueva York para dar a conocer la lista de The World’s Richest People de 2007 y sus pormenores. Subió a su página de internet el listado, un comentario general y el texto Slim’s Chance (La oportunidad de Slim), de Helen Coster. El viernes 9, casi todos los diarios recogieron en su primera plana el dato de la fortuna del dueño del Grupo Carso.
Slim no aguantó. Quería responder, y el lunes 12 organizó una conferencia de prensa. La invitación anunciaba que el ingeniero hablaría acerca de sus actividades filantrópicas y de apoyo social. Nadie le creyó. Pero al menos 200 periodistas, entre reporteros, corresponsales extranjeros, columnistas, editores y fotógrafos se agolparon ese día en las oficinas centrales del Grupo Financiero Inbursa, en Paseo de Las Palmas, en las Lomas de Chapultepec de la Ciudad de México.
La cita era a las 13:30 horas, pero el anfitrión llegó una hora después. Su aparición fue apoteósica y los reporteros gráficos se dieron vuelo. Los flashazos se prolongaron durante más de 20 minutos. Luego de ese show Slim dio su conferencia, que se prolongó cuatro horas. La primera hora y media fue soporífera.
Los asistentes pensaban que Slim hablaría de Forbes, Telmex, celulares, concentración, altas tarifas, dominancia, falta de transparencia, abusos, desigualdad social. Pero no. Para su sorpresa, el magnate explicó cómo surgió Grupo Carso, de sus inicios en los negocios, de las enseñanzas de su padre, de cómo fue creciendo, de cómo se hizo de Telmex, de sus fundaciones y su labor social; dio consejos, habló de la filosofía del grupo, de sus estrategias para expandirse en México y América Latina.
Y cuando un reportero le pidió que aclarara si la venta de Telmex había sido un favor de Salinas de Gortari, el magnate se molestó: “¿Favor? ¿Favor a cambio de qué?”, increpó a su interlocutor. Y repitió su discurso: que no es amigo, ni socio, ni prestanombres de Salinas. Que nunca necesitó de aquél para hacer negocios. Si hubiera sido así, dijo, podría haber comprado Telmex en mil millones de dólares y no en los 8 mil 615.7 millones que pagó, casi 17% arriba del valor de mercado que tenía entonces esa empresa.
Pasado el paréntesis, Slim siguió con su monólogo. Mencionó cifras, hizo comparaciones e insistió en que sus empresas no incurren en prácticas monopólicas y que las tarifas de Telmex y Telcel no son las más caras del mundo, como dicen la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y también, con insistencia, Guillermo Ortiz, el gobernador del Banco de México.
Casi dos horas después de iniciado el show, abrió la sesión de preguntas y respuestas. Pero ni un ápice cedió de lo que dijo antes. El mensaje implícito fue uno: sí, la fortuna es grande, pero transparente, creada legalmente. El otro, explícito, fue reiterado: ni incurrimos en prácticas monopólicas ni tenemos las tarifas más caras del mundo. Ahí están las cifras correctas. No más.
El tema de la presencia de Slim en las listas de Forbes apenas fue abordado por los periodistas, pero el empresario aprovechó para desestimar los cálculos de Forbes: “No sé si esté bien lo que hace”, dijo, e insistió en que el aumento de su riqueza se debe fundamentalmente a que el valor de las acciones de sus empresas se ha incrementado “porque la bolsa (de valores) ha subido”.
Y agregó: “Si sube la bolsa, pues sube (la fortuna); si baja la bolsa, pues baja, porque yo sigo teniendo (en empresas) lo mismo que he tenido desde hace diez años. No tengo departamentos ni casas fuera… sólo tengo posiciones accionarias”.
Terminó con el tema: “Ni tengo la meta de superar (en riqueza) a Bill Gates, ni me preocupa el lugar en el que esté (en las listas de Forbes). Me preocupa y me ocupa que mis empresas sean eficientes y competitivas. Ya lo que valgan lo dirán los inversionistas, los analistas”.
También le preguntaron los reporteros si, al igual que Gates y Buffet, realizará actividades filantrópicas.
Está muy bien lo que hacen ellos, dijo Slim. Pero “el empresario es una persona que debe participar en resolver los problemas, pero más que dando, haciendo. El chiste es hacer y resolver, antes que dar. No se puede andar de santaclós por el mundo”.
Y aprovechó para anunciar la creación de tres institutos Carso, para salud, educación y deporte, que se sumarán al trabajo de las otras fundaciones del grupo (Carso, A.C., Fundación Telmex, Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México A.C., Centro de Estudios de Historia de México, de Condumex, y el Museo Soumaya, entre otros). El patrimonio total de todo ello será de 10 mil millones de dólares, dijo.
Escandalosa iniquidad
Y, sí, puede no preocuparle a Slim su lugar entre los ricos del mundo. Pero las listas de Forbes preocupan por lo reveladoras que son al dejar en claro, al menos en el caso de México, la escandalosa iniquidad social. Resulta que la fortuna de 10 mexicanos y sus familias sumó en 2006, según Forbes, la cantidad de 74 mil millones de dólares, aproximadamente el 9% del PIB del país en ese año.
En Estados Unidos, los multimillonarios enlistados hacen una fortuna extraordinaria que equivale a poco más del 10% del PIB de aquel país. Pero con la “pequeña” diferencia de que allá hay 415 ricos Forbes y aquí sólo diez, de los que uno solo, Carlos Slim, acumula una riqueza equivalente a más del 6% del PIB nacional.
En la lista de mexicanos enlistados en Forbes, aparecen nombres muy conocidos, dueños o principales accionistas de empresas cuyas fortunas son de miles de millones de dólares. En orden descendente: Alberto Bailleres (Peñoles, El Palacio de Hierro, Grupo Nacional Provincial, 5 mil millones de dólares); Ricardo Salinas Pliego (TV Azteca, Elektra, Banco Azteca, Iusacell-Unefon, 4 mil 600 millones); Jerónimo Arango (exdueño de WalMart México, 4 mil 300 millones); Emilio Azcárraga Jean (Televisa, 2 mil 100 millones).
Le siguen: María Asunción Aramburuzabala (Grupo Modelo) y Roberto Hernández Ramírez (Banamex-Citigroup), cada uno con 2 mil millones de dólares; Isaac Saba Raffoul (Grupo Xtra, socio de General Electric y Telemundo, mil 800 millones); Lorenzo Zambrano (Cemex, mil 700 millones), y Alfredo Harp Helú (Banamex, mil 600 millones).
La lista 2007 de Forbes revela también que, de un total de 55 países, México ocupa el lugar 17 por el número de multimillonarios, con 10. Lo superan Estados Unidos (con 415); Alemania (55), Rusia (53), India (36), Inglaterra (29), Turquía (25), Japón (24), Canadá (23), Hong Kong (21), Brasil, China y España (con 20 cada uno), Francia (15), Italia y Arabia Saudita (con 13) y Australia (12). Debajo de México, con menos de 10 multimillonarios están los restantes 38 países, entre los que aparecen Suiza, Suecia, Holanda, Singapur, Holanda y Emiratos Árabes Unidos.
Pero por el monto de la fortuna conjunta de los más ricos, México ocupa la posición 11, de 55 países, con 74 mil 100 millones de dólares. Y, sorprendentemente, la riqueza acumulada de los mexicanos enlistados por Forbes es mayor a la de los más ricos de Arabia Saudita (64 mil 600 millones de dólares).
Sí. Puede no importarle a Slim su lugar en la lista. Pero preocupa que en un país de más de 105 millones de habitantes, la mitad de ellos en la pobreza, haya familias con fortunas mayores a la de los más acaudalados de países ricos.
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