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26 febrero 2007

¿Pan tostado? No, che pan.

Francisco A. Servin, Caricatura sin Monitos

No vaya usted imaginar por el amor de Dios, que intento en el primer termino, comentar el estado actual del partido en el poder después de una pésima y corrupta, en grado superlativo, administración y su hedionda herencia. Tampoco crea que la segunda opción es un apocope de alguna palabra que refiera al ayudante de cocina, para nada. Simplemente, es la referencia a una de las miles de mercancías que a diario ingresan a nuestra republica mexicana, de todas partes del mundo. En esta ocasión, un pan hecho en Argentina. Sí, como leyó bien, pan fabricado por nuestros hermanos que viven al sur del país; como a diez mil kilómetros de distancia.

Lo verdaderamente importante del hecho, a parte de haberlo comprado para un ser querido, es lo que pretendo analizar junto con ustedes. Pues, sin temor a equivocarme y sin exageración alguna, nos dará una idea clara y precisa de la situación en que vivimos y, que nuestras autoridades evitan por todos los medios posibles, que nos demos cuenta de ello.

Comencemos por preguntar, ¿porqué, traemos pan, de un lugar tan lejano? Conozco la respuesta de mucha gente: Es lo mimo de traer artículos de China o sartenes manufacturados en la India. Así es. Pero me refiero específicamente al hecho de comprar una mercancía tan común en nuestros establecimientos. El pan tostado, en cualquier tienda lo puede comprar, hasta en lugares más apartados.

El pan, junto con la tortilla, es parte fundamental de la dieta mexicana y no concibo que lo tengamos que traer de un lugar tan lejano. Como tampoco es fácil entender, que compremos maíz al extranjero para comer un taco. Es, aparte de un problema filosófico y antropológico, un problema económico que debe encender la luz más colorada que pueda existir, en nuestro pensamiento.

El pan de referencia, lo podemos comprar y traer de tan lejos por una simple razón, la fortaleza de nuestra moneda, el peso mexicano. ¿Queeeé? Seguramente, será su exclamación. Si nosotros día con día nos damos cuenta de lo contrario, que tenemos un peso débil; que cada vez compra menos y que no nos alcanza para nada. Eso, es muy cierto. Pero, la primera parte del párrafo, también es verdad.

¿Que pasa entonces? ¿Puede ser esto posible? ¿Cual de las dos, es la correcta? Voy a intentar explicar, sin tecnicismos de ninguna especie, lo que sucede.

En efecto, volvemos a tener la misma pesadilla de años anteriores. Por un lado, tenemos, una moneda que internamente en nuestro territorio, cada día pierde valor y no puede canjearse por las cosas que hasta hace unos meses, se podía. Una cuenta de valor que vive del recuerdo; esto, lo notan, hasta los niños de primaria, pues tienen que pedir a sus padres, mayor cantidad de monedas para comprar lo mismo.

Aunque el Banco de México diga, que la inflación ha sido de las más bajas en la historia, la verdad es que todos en el país, incluyendo las esposas de quienes trabajan ahí, sabemos que son mentiras. El mejor medidor estadístico que existe, es el poder adquisitivo. Y, ese, nos indica todos los días que nuestro dinero vale mucho menos que lo dictado por los economistas que trabajan en la institución.

Ya comienza nuevamente a vagar por las calles, el fantasma de los ejemplos demoníacos que nos quitan el sueño. Un clásico es, el de un botón para camisa. ¿Cuanto le cuesta alguno? ¿Acaso le costará menos que una moneda de cinco centavos? Si su respuesta es negativa, como lo creo que será, entonces se iniciará en las artes de la preocupación.

Si el botón le cuesta más de cinco centavos, le recomiendo lo siguiente: hágale, cuatro hoyitos a la moneda. Entonces tendrá, una pieza pequeña, duradera, original y muy barata. Esto nos da una idea, de que nuestro peso, no vale ya, lo que nos quieren decir que vale.

Es la política económica implantada por los funcionarios "responsables", la que ha llevado al peso a ser "candil de la calle y oscuridad de su casa", pues en el extranjero, tiene un poder adquisitivo muy elevado; tan es así, que nos podemos dar el lujo de traer el pan tostado desde una distancia de miles de kilómetros y ponerlo a disposición del público en general, a un precio menor al que tiene, el elaborado aquí.

Ese poderío es con base en cuatro factores que inciden en que el precio del peso mexicano en función a otras monedas, permanezca elevado:

A) Las remesas que mes con mes envían nuestros paisanos que laboran en otros países, sobretodo en el vecino del norte.
B) El dinero proveniente de las exportaciones petroleras.
C) Las divisas que entran al país por inversión extranjera y por último,
D) El narcotráfico. Que bien que mal, es una fuerza que permite mantener estable el mercado de cambios.

Todos ellos, le surten al Banco Central de billetes verdes. Nada tontos, los señores de la institución, les compran sus dólares baratos y los almacenan en un renglón llamado Reserva. Que no es otra cosa, que un cajón donde guardan lo ajeno. Pues saben bien, que cuando salga la estampida del mercado de valores, los tendrán que devolver. Los están cuidando, pues.

Por lo anterior, el dólar es barato a estos precios. Simplemente para comprobarlo haga una operación muy sencilla. Vea cuanto le costaba un dólar hace dos años y vea cuanto le costaba cualquier producto que usted elija, también hace dos años. Por ejemplo. Hace dos años, el dólar estaba en una cotización muy parecida a la actual, once pesos. Usted, con once pesos, podía haber comprado dos kilos de tortillas. Hoy, con esos once pesos, solo adquiere, un kilo con doscientos cincuenta gramos. Y así por el estilo, en todo. Espero que haya quedado claro.

Ahora bien, para que podamos comprar dos kilos de tortilla por el equivalente a un dólar, tendrían que suceder cualquiera de las siguientes opciones: Una baja en el precio de la tortilla, una alza en el precio del dólar o una combinación de ambas. De las siguientes, ¿cual cree usted, que sea la más probable?

1.- Que el kilo de tortilla baje a 5.50 nuevamente y el dólar permanezca en 11.
2.- Que el dólar, suba su cotización a 17 pesos y el kilo de tortilla esté en 8.50.
3.- Que el kilo de tortillas baje a 7 y el dólar suba a 14.

Ojalá, éste pequeño ejercicio le ayude a entender los síntomas de nuestra gravedad, y pueda tener más claro el panorama de que hacer. Porque, una cosa es segura, que viene en camino la crisis. Ellos, los señores que siempre nos engañan, ya tienen planeado dos o tres escenarios posibles para desatarla. Buscarán alguien o algo, para echarle la culpa. Como siempre, saldrán limpios y los medios vendidos, harán su labor. Tenga cuidado.

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